( Por GABRIEL FERNÁNDEZ *) En el trasfondo de los debates que nos atrapan debería observar, siguiendo tradiciones sanas, contrastes económico sociales. Los veo, claro, pero surgen por debajo, como un manantial irrefrenable, otros factores coaligados, enlazados con los mismos.
Las posturas están envueltas en concepciones populares que, al arribar a un punto, se disocian irremediablemente. Más allá de las menciones, que a veces se lanzan sin demasiado fundamento, creo que el debate está apuntalado por dos bloques que podrían sintetizarse en cuatro nombres.
Aunque toda síntesis es opaca como las aguas del Río de la Plata, me animo a designar los sustentos en trazo grueso: Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz en un espacio, y Eduardo Galeano y Osvaldo Bayer en el otro.
Todos coincidieron, en distintas instancias, al condenar programas económicos liberales y avasallamientos represivos anti populares. Pero discreparon en la evaluación del proceso histórico argentino y latinoamericano, en la valoración de la capacidad organizativa de nuestra gente y en la medición del volumen del poderío imperial.
Mi formación se asienta, entre otros afluentes, en el bloque forjista y sus desarrollos. He sido por largos años, sin embargo, compañero de redacción de Bayer y en ese marco –leyéndolo con atención- polemista fuerte. De hecho el contrapunto más intenso quedó reflejado a raíz de su texto sobre los 60 años de peronismo.
Ahí Osvaldo pegó y pegó contra el movimiento nacional y salí a replicar con intensidad. Una parte del cruce de lanzas quedó reflejado en la página Rodolfo Walsh que por entonces, hace una década ya, tenía relevancia en la difusión de este tipo de contenidos.
Las diferencias cotidianas fueron vastas. Pueblos originarios versus mestizaje, ambientalismo versus industrialismo, luchadores individuales versus sindicatos organizados, así como el concepto mismo de democracia. (Que no los engañe la concisión al presentar las temáticas). Todo estuvo en discusión y trabamos una amistad –la sala de redacción, une- que no se quebró.
Por estos tiempos observo con preocupación que los lineamientos establecidos de hecho por la dupla Galeano – Bayer se han impuesto en el seno mismo del peronismo. Lo cual, además de configurar una ironía histórica, arrasa con lo mejor de la elaboración nacional. Conociendo el paño de distintos medios y núcleos de pensamiento, ese panorama me llevó a plantear textos como “Sin Jauretche, la oscuridad” entre otros. También, el video “Perón”, en referencia a su política internacional.
Hace pocas horas el querido Néstor Gorojovsky me impuso del parecer de un amigo común de origen oriental al respecto. Tras leer el ya mítico libro de Galeano, el estratega Alberto Methol Ferré le dijo “Pero acá los malos son muy malos y nosotros somos muy débiles”, precisando el talón de Aquiles de la obra.
Efectivamente. Además de conversar con Methol –el tipo más consciente de nuestro Sur, después de Juan Domingo Perón- pude entrevistar a Galeano. Cosa curiosa: al ser interpelado por un argentino ligado a nuestro Pensamiento Nacional, el autor de “Las venas abiertas…” abrió su panorama y se mostró conocedor –valorativamente- de los logros del pueblo argentino.
Lamenté que semejante escritor careciera de una base de sustentación –un movimiento obrero con fuerte presencia industrial- que le inyectara la dosis de vitalidad proyectada a futuro que necesitaba. Como diría Maradona “si no me drogaba –en este caso con las posturas de izquierda- qué jugador hubiera sido”.
Bayer no tenía esa excusa. Apenas si puedo decir que sus largas estadías en Alemania lo desenfocaban justo cuando se acercaba a la comprensión de dinámicas locales. Ante la difícil aprehensión de las aceleradas contiendas –la Argentina es un país rápido, a veces innecesariamente rápido- se refugiaba en la consabida crítica a la “política criolla”.
Pero era un historiador honrado. Al punto que incluyó en su importante historia de Severino di Giovanni las cartas que le enviaban los anarquistas sindicalizados que cuestionaban sus métodos individuales. Los valientes gremialistas criticaban al audaz tano porque cada vez que hacía un atentado les detenían cientos de compañeros con el argumento de averiguar quién había sido. En realidad lo que deseaban las autoridades era desarmar la organización gremial.
En ese libro, que me regaló nuestra heroína, María del Rosario Cerruti, estaba la clave que Osvaldo no supo visualizar. Al repasarlo valoré de modo inmenso su decisión de publicar tales objeciones a quien se ha convertido inmerecidamente en ícono de luchas, como si por entonces el resto del movimiento obrero no hubiera peleado a huelga y espada. Otra paradoja: fue Bayer el que, con su honestidad, brindó el eje de la objeción a quien entronizaba.
En simultáneo y luego, tras conversar bastante con mi amigo Eduardo Luis Duhalde, con Fermín Chávez, con Tito Paoletti y con varios que felizmente andan dando vueltas por ahí, como Julio Fernández Baraibar además del citado Néstor, las conclusiones se fueron desgranando sin contradicción.
La dupla Galeano – Bayer no merece el descarte, pero el tándem Jauretche – Scalabrini debería ser el big bang del análisis político nacional con perspectiva mundial. El desconocimiento de sus aportes daña la mirada presente. Influye hasta en las decisiones electorales. Y por supuesto, como vemos, en los debates sobre los perfiles geo estratégicos.
Es que el forjismo en desarrollo, con grandes aportes actuales, tiene esa inyección vital de la que hablamos. Está situado. Sabe desde dónde percibe la vida. No recala en el ayer ni en el afuera para diseñar proyectos que deben aplicarse acá.
Amplios sectores del periodismo, la militancia y la dirigencia popular, han dejado de lado las elaboraciones más importantes de nuestra historia. Así, al abordar la acción política, patinan. Recurren a calzados de suela lisa cuando deben transitar un terreno escarpado.
Entonces, insisto: Sin Jauretche, la oscuridad.
Incluyo la imagen del grato encuentro, tantos años después, con Osvaldo. También el link de la nota de referencia y del video citado. No pude encontrar la polémica sobre el peronismo.
Quizás se disolvió, ¡brumas!, en la etérea internet.
- Director La Señal Medios