El candidato de izquierda Gabriel Boric es el nuevo presidente electo de Chile al reunir 55,87% de los votos válidos del balotaje de este domingo, cuando se había completó 100 % del escrutinio oficial.
(Por Alfredo Follonier, corresponsal, e Iván Gajardo Millas) El joven diputado opositor Gabriel Boric ganó este domingo el balotaje presidencial de Chile con casi el 56% de los votos, una victoria que desató un alivio y festejos masivos de la izquierda en el centro de la capital, luego de una campaña extremadamente polarizada con el candidato de ultraderecha, José Antonio Kast.
El resultado fue mucho más contundente que el pronosticado por los sondeos: con más del 99,9% escrutado, Boric se impuso con el 55,87% frente al 44,13% de Kast. El ahora presidente electo superó a Eduardo Frei y se convirtió en el candidato que obtuvo más votos absolutos en la historia del país (aunque no el mayor porcentaje), con más de 4,5 millones de sufragios.
Uno de los elementos clave para este triunfo -el primero de un candidato que había perdido la primera vuelta presidencial- fue el aumento significativo de la participación, que terminó marcando otro récord para la democracia chilena, según el canal CNN Chile.
Mientras el 47,3% votó en la primera vuelta, hoy más del 55% -es decir, unos 8,2 millones de chilenos- lo hizo.
«Esta campaña desbordó todas nuestras expectativas y este mismo compromiso y entusiasmo que demostraron será necesario durante todos los años de mi Gobierno para que se pueda sostener el proceso de cambio que se ha iniciado», pidió Boric en su discurso como presidente electo frente a una marea humana que rodeó el escenario construido en una de las arterias centrales de Santiago, la Alameda, a solo cuadras de La Moneda, la sede de Gobierno.
Ni bien quedó claro que Boric se convertiría en el presidente más joven de Chile el próximo 11 de marzo, con 35 años, muchos militantes y dirigentes de izquierda, de centroizquierda respiraron aliviados y los abrazos y festejos se multiplicaron en el comando de campaña, en las calles aledañas y, poco después, en el centro de Santiago y de otras ciudades del país.
Los dirigentes de la izquierda repetían una y otra vez que había ganado «la esperanza» y que uno de los primeros objetivos del próximo Gobierno será recuperar «la unidad» del país, un discurso similar al que se escuchó en el país tras el referendo que puso fin a la dictadura de Augusto Pinochet.
En esa consulta popular, se repitió un resultado en términos de porcentaje similar al de hoy: el Sí a la continuidad de la dictadura obtuvo 44%, mientras que el No que pedía una transición democrática acumuló casi un 56%.
Los sondeos pronosticaban un resultado muy cerrado con final abierto y en medio de un clima de fuerte crispación política.
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Pese a los temores de algunos, la victoria electoral llegó rápido de la mano del apoyo de las grandes ciudades (eso sí se esperaba), al igual que las felicitaciones de Kast, de los principales dirigentes de la coalición oficialista y del propio presidente saliente, Sebastián Piñera.
“Acabo de hablar con Gabriel Boric y lo he felicitado por su gran triunfo; desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva” porque “Chile siempre está primero”, escribió Kast en Twitter y luego, en su discurso le habló a sus simpatizantes: «A los que nos votaron queremos decirles que estén tranquilos, que todo va a estar bien», y prometió que seguirá acompañando a «las víctimas del terrorismo».
Apenas minutos después, Piñera y Boric compartieron una videollamada que fue difundida en vivo por la televisión nacional, en la que se destacaron tanto la amabilidad como la tensión entre dos defensores de ideas diferentes.
“La historia nos ha enseñado que cuando recorremos los caminos de la paz y la reconciliación, a los chilenos nos va bien; cuando dividimos, no; todos esperamos que tenga un muy buen Gobierno para Chile y para los chilenos; va a contar con nuestra posición colaborativa”, sostuvo Piñera.
Boric replicó entonces que “los acuerdos tienen que ser con los chilenos y las chilenas, no solo entre dirigentes”, y remarcó que él será “el presidente de todos los chilenos y las chilenas”.
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Más adelante, el mandatario invitó a su sucesor a una “reunión de trabajo” y le recomendó que “aproveche muy bien este tiempo” porque “gobernar es muy difícil”.
“Esperemos que lo hagamos mejor”, respondió el presidente electo, con una sonrisa.
Fiel a la apertura que demostró desde la primera vuelta, Boric luego se dirigió a hablar con los principales líderes de la exConcertación, la coalición de centro-izquierda que gobernó durante dos décadas ininterrumpidas tras la vuelta a la democracia y con la que tuvo que dialogar para sumar su apoyo.
Y luego recibió a Kast, quien fue a su comando a felicitarlo en persona.
Pero la verdadera celebración que esperaba a Boric estaba en las calles, donde una multitud pocas veces vista festejaba con banderas chilenas, mapuches, del Partido Comunista y de diversidad sexual.
Desde el escenario, mientras esperaban a Boric, la actriz Mariana Loyola festejó «el fin del pinochetismo» y, desde el público, le respondieron: «Liberar, liberar a los presos por luchar», en referencia a los manifestantes del estallido social de 2019 que aún siguen detenidos.
La cantidad de gente en la calle era tal que Boric, quien llegó a la escena política nacional hace diez años como uno de los líderes estudiantiles de la llamada revolución de los pingüinos, tuvo que llegar al escenario caminando y cruzar, ayudado por sus simpatizantes, por encima de las vallas.
«Basta del despotismo iluminado que cree que puede hacer un Gobierno para el pueblo sin el pueblo: ¡con nosotros en La Moneda entra la gente! Hoy la esperanza le ganó al miedo», aseguró el mandatario electo y delineó cuáles serán sus prioridades: salud y educación pública, un sistema de pensiones públicas, más seguridad, respeto a los derechos humanos y los derechos de los pueblos originarios, las mujeres y la comunidad LGBTQ+.
«La democracia substantiva no se reduce solamente al voto. Queremos una democracia en la que los barrios, las poblaciones, la sociedad civil tengan protagonismo, porque una democracia sin la gente no es realmente una democracia. Y porque los avances substantivos para que sean sólidos tienen que tener consensos, tienen que ser peldaño por peldaño», aseguró.
Prometió que «protegerá la democracia», respetará «siempre y en todo lugar» los derechos humanos, escuchará «las críticas constructivas» y, finalmente, hizo un compromiso, que pareció retomar uno de los ataques verbales más recordados de Piñera a los manifestantes del estallido social de 2019: «Nunca en nuestro país volveremos a tener un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo.»