(Opinión Raúl Hutin. Secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN))
Las PYMES tenemos fama de lloronas, algunas veces con razón y otra por costumbre. Lo cierto que la situación que se está viviendo en el sector desde la asunción del nuevo gobierno es inédita: La estrepitosa caída del mercado interno del cual abrevamos todas las PYMES. Los ridículos tarifazos tanto sobre el gas como sobre la luz poniendo los precios a la par de los países que no cuentan con reservas energéticas. Impuestos expulsivos, como el “impuesto país” y otros que nos llevaron a perder los mercados externos ganados con tanto sacrificio y costos para el sector.
A todo esto le sumamos la aprobación de la “Ley bases” que sin ninguna duda perjudicara sustancialmente a toda la Nación, a su población, a sus trabajadores y también a las PYMES. Está claro en la letra del “régimen de incentivo a las grandes inversiones” (RIGI) que estas pueden importar de cualquier lugar del mundo todos los insumos que necesiten (o no) sin límite de cantidad o de provisión de dólares, revenderlos en el país y competir en forma notoriamente desigual con los productores locales. Las PYMES que somos parte de cada una de las cadenas de valor somos naturalmente proveedores de estos insumos, que en este régimen vendrán de terceros países y no lo proveerá más la industria nacional.
Además de ser absolutamente inequitativa la competencia, ya que por el RIGI las empresas involucradas no pagaran los impuestos que si los tienen que pagar las PYMES, tanto a la importación como a la exportación. Las asimetrías con los costos de producción interna son notables, entre ellos el impuesto a las ganancias y todo el sistema de elusión que sabemos aplican los grandes grupos internacionales y más dentro de este modelo que levanto todas las barreras de controles impositivos y aduaneros.
En medio de una situación caótica, donde nada de lo prometido se está cumpliendo, como por ejemplo la recuperación en “V”, la caída de la inflación al 2 o al 3% mensual, la recuperación del salario real o el aumento de reservas en el BCRA en plena época de cosecha. No deberían seguir corriéndonos el arco como si fuésemos niños de jardín, es imposible que la recuperación se llegue a notar, como dijo el Ministro Caputo, en el primer trimestre del año próximo. Todos aquellos que tenemos vasta experiencia en el comercio y la industria, sabemos que enero, febrero y marzo representan meses de baja temporada, salvo para el sector turístico o vinculado a él.
Además debemos hacer notar que el segundo trimestre del año que viene queda demasiado lejos para las PYMES que venimos aguantando los trapos todo el año, tratando de mantener nuestra dotación de personal, tratando que los equipos, que nuestra maquinaria, parada por cierto, no se deteriore a tal punto que sea impedimento para poder ponerla en marcha en circunstancias más propicias.
Todo esto nos hunde en un pico de incertidumbre enorme donde crecen las dudas sobre el rumbo del país, mientras que el optimismo social se derrumba demasiado rápidamente alcanzando los valores más bajo del año. No vemos ni los brotes verdes ni la luz al final del túnel y a esta altura ya dudamos que haya luz, que esta realidad sufriente que nos atraviesa sea parte del modelo elegido o de la sumatoria de errores y horrores que analizamos a diario.
Arranco julio y con el otra serie de aumentos injustificados que no hacen más que deteriorar el poder de compra de la ciudadanía. Con los mercados al rojo vivo producto de un Gobierno sin reacción y sin metas, con peleas internas que sacan los trapitos al sol pero también con intolerables peleas con nuestros países vecinos con los cuales deberíamos afianzar nuestros lazos de unión y complementariedad, en ese sentido es necesario tener memoria: fue Bolivia la que nos proveyó de gas al norte grande cuando falto ese fluido. Fue Brasil el que hizo que Argentina pueda ingresar a los BRICS, todo eso se tiro por la borda y hasta el primero retiro su embajador.
Avanza el año y la recuperación no aparece, no aparecen los dólares prometidos, no aparece el futuro. Empresas como Canale con 82 años de vida cierran, Ferrum suspende a su personal por 30 días, Techint lleva meses sin prender sus altos hornos y podemos contabilizar que 3.529 PYMES cerraron definitivamente en el primer semestre del corriente año. Algo huele mal en Dinamarca y sería muy loable proceder a tomar las acciones correctivas necesarias antes de que sea demasiado tarde.