El Gobierno formalizó su adhesión a la iniciativa financiera y comercial de la República Popular China conocida como Ruta de la Seda, y de esa forma se facilitarían las posibilidades de financiamiento de una serie de proyectos de infraestructura y tecnología, que el Ministerio de Relaciones Exteriores había estimado en alrededor de US$ 23.700 millones.
El Memorándum de Entendimiento entre los dos países fue publicado este lunes en el Boletín Oficial y entre sus principales objetivos fomenta el uso de las «monedas nacionales» en las inversiones y el comercio bilateral, así como «posibles transferencias de derechos especiales de giro (DEG) en la plataforma del Fondo Monetario Internacional (FMI)».
La importancia del acuerdo fue destacada por el economista y magister en Relaciones Internacionales Gustavo Girado, director de Posgrado sobre China Contemporánea en la Universidad de Lanús, para quien «formalmente, se abre la posibilidad de financiamiento a una serie de proyectos que la Argentina tiene en carpeta» y que estaban «parados».
«Si el hemisferio occidental no se aviene a financiarlos, hay que ir a donde se abra la billetera», consideró Girado en declaraciones a Télam.
Asimismo, evaluó como «razonable para las dos economías» la utilización de monedas locales en el intercambio comercial, en función de que «desde hace varios años que el yuan renmimbi le disputa la hegemonía al dólar «, en especial desde que en 2017 pasó a incorporarse como quinta moneda en la composición de la canasta de DEG del FMI, junto al mismo dólar, el euro, el yen y la libra esterlina.
En cuanto al interés argentino, «el país tiene necesidad de divisas y existe un convenio con China que le permite realizar intercambio comercial con el gigante asiático sin demandar dólares».
«No salir a buscar dólares nos conviene enormemente», manifestó Girado.
Por otra parte, remarcó que «las turbulencias financieras no son de ahora y ya vienen desde la caída del Lehman Brothers, al punto que hoy el dólar participa del 70% del comercio internacional, cuando hasta hace algunos años representaba prácticamente el 100%».
Al referirse a las características de los proyectos a financiar, Girado advirtió que «el proyecto de Xi Jinping es bastante flexible», y señaló que «la oferta está básicamente constituida por lo que a China le sobra, que es financiamiento, tecnología e infraestructura».
Para Girado, el acuerdo «no afecta sustantivamente» la relación con Estados Unidos, que viene planteando reparos a la incidencia de China en las economías latinoamericanas, además de señalar que para la Casa Blanca «esto no puede representar una sorpresa porque es un proyecto de larga data y, en todo caso, el Memorándum es la cereza del postre».
El Memorándum había sido suscripto el 4 de febrero por el canciller Santiago Cafiero y el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China, He Lifeng, en el marco de la visita del presidente Alberto Fernández a Beijing.
Con la «Iniciativa de la franja económica de la ruta de la seda y de la ruta marítima de la seda del siglo XXI», China busca potenciar los vínculos con el resto del mundo a través de la creación de dos grandes rutas comerciales, una marítima y otra terrestre, que unirán al gigante asiático con el corazón de Europa, África y América Latina.
En el Memorándum, ambos países aspiran a «promover intercambios de bienes, tecnología, capital y personal mediante la conectividad mutua y el aprendizaje mutuo».
Entre los objetivos principales de la iniciativa figuran «reforzar la promoción de acciones que fortalezcan, innoven y diversifiquen la relación económica con resultados concretos para promover el comercio bilateral en materia de bienes y servicios», así como «promover el uso de medios de financiamiento diversificados» y «apoyar a la República Argentina en su objetivo de mejorar su capacidad y diversidad exportadora».
En las áreas de cooperación, las partes «impulsarán proyectos de cooperación en infraestructura de conectividad en áreas de interés mutuo, tales como rutas, ferrocarriles, puentes, aviación civil, puertos, energía y telecomunicaciones», además de aumentar «las inversiones y el flujo de comercio a nivel bilateral».
Uno de los aspectos más destacados del acuerdo es el capítulo sobre «Integración financiera», en el que abordan la posibilidad del uso de las «monedas nacionales» (es decir, sin la utilización del dólar) en las inversiones y el intercambio comercial, la «continua cooperación en el marco del SWAP bilateral de monedas» y, además, «posibles transferencias de derechos especiales de giro en la plataforma del Fondo Monetario Internacional».
Asimismo, se fomentará «el intercambio en las compras gubernamentales», con las que se apuntará también a «reforzar la producción y las exportaciones bilaterales».