Edición n° 3252 . 17/10/2025

Argentina. El Error /Por Gabriel Fernández

Nuestro país habita en el error instalado por los medios, ahora reimpulsados por las redes sociales, y elabora su futuro en medio de un diagnóstico tergiversado que supone que quien cae, está de pie y que quien trota, está sentado. BRICS y desinformación.

Por Gabriel Fernández*(para La Tecl@ Eñe)

La influencia de los medios siempre me pareció vasta y limitada a un tiempo. En todos los períodos, incluso en el primer tramo de la expansión de Internet, admití su amplia llegada sobre los distintos espacios de la sociedad, y su carácter relativo, considerando que la realidad impactaba sobre las narraciones y contribuía a deshacer falsedades variadas. Con el andar del tiempo, hasta arribar al convulsionado presente, necesito efectuar algunas correcciones al propio planteo e intentar reflexionar acerca de los climas políticos y culturales instalados.

Con similitudes y diferencias, la concentración de los espacios comunicacionales en la Argentina guarda vínculo con lo observado en Occidente, así como porta aristas que se despliegan hacia otras regiones. Ambas acciones comunicacionales han logrado impactar sobre nuestro país con energía y capacidad de convicción, al punto de desmembrar la imagen de factores que están a la vista de grandes zonas sociales; aun aquellos que inciden directamente sobre las mismas.

El asIerto no implica eternidad; todo está en desarrollo, muy especialmente el nuevo equilibrio planetario. El mismo, en el mediano plazo, influirá de modo parcial pero eficaz en nuestro país, aunque con destino incierto: no será fácil articular lo que quede tras el experimento mileísta. Sobre todo, porque el arrasamiento de los recursos naturales, de la soberanía territorial, de la investigación científico-técnica y de las tareas vinculadas a la salud y la educación, son ítems que implicarán esfuerzo, planificación e inversión para su reposicionamiento.

Mientras nuestro país desmembra esos y otros rubros, buena parte de las naciones se empeña en acentuarlos, lo cual va generando una distancia que, en el transcurso, se hará cada vez más complejo acortar. Quizás en esa dirección vale insertar aquel apunte desplegado en estas páginas: no es cierto que las naciones no puedan desaparecer; las determinaciones oficiales están orientadas, entre otros sentidos, hacia la disolución. Es lógico que esto suceda porque quien está al frente del Estado se manifiesta -y actúa- como alguien que anhela destruirlo.

En las tres centurias recientes, con ligazón previa y proyectos esbozados, tantos países bregaron con cierta madurez para la configuración de Estados que contemplen la representación de los intereses geoeconómicos profundos de pueblos y regiones. En las décadas que forjaron esta actualidad, el alza de las corporaciones financieras -armas y drogas- desterritorializó los Estados centrales de Occidente. Básicamente los Estados Unidos y sus más destacados aliados en la Unión Europea.

Los otrora periféricos lo comprendieron, cada cual a su manera, y emprendieron acciones destinadas a consolidar sus instituciones, a garantizar el contralor del fisco, a transformar sus raquíticos PBI en dimensión industrial y a agruparse para establecer seguridad, investigar, comerciar e invertir. Así fueron naciendo, como describí en los dos tomos de «Fuentes Seguras», la Organización de Cooperación de Shanghái, los BRICS, y una variedad de asociaciones regionales que los fortalecieron y deterioraron sin afán bélico pero con resultados inocultables, el tándem DAVOS – OTAN que parecía arriar al mundo según sus necesidades.

Bien, para no abundar en lo que sería otra zona de análisis, indico: en la Argentina, como en varios países europeos, los medios -ahora reimpulsados por las variadas redes sociales-, dieron cuenta de otra historia. Con profunda intensidad en el último lustro, “informaron” acerca del aislamiento de la Federación de Rusia y de la República Islámica de Irán, de las dificultades de la República Popular China, y de las dañinas intenciones de aquellos que se acercaron, de un modo u otro, a las nuevas elaboraciones.

La propaganda introyectada en varias comunidades resultó, en mayor o menor medida, creíble para espacios que hasta hoy se habían caracterizado por su capacidad para observar, comprender y procesar la realidad. Esto se detecta en varios países europeos y, con gran elocuencia, en nuestra potencia sudamericana. Por estos pagos, se asumió el presunto rasgo corrupto del peronismo y hasta se catalogó a ese gran movimiento como responsable de los males durante el siglo reciente; ese dislate fue acompañado por nociones lisa y llanamente contrastantes con lo que había sucedido y con lo que estaba sucediendo.

Hay más. Es preciso subrayarlo. En esta parte del subcontinente casi nadie acepta que Alemania pasó de ser el motor económico del Viejo Continente a un deteriorado lugar en baja persistente. Tampoco, que Francia se derrumba en medio de planes de ajuste sin otro destino que la elaboración de “soluciones” asentadas en más recortes. Mucho menos que el Reino Unido, con su absorbente City, deteriora el propio ambiente económico y social. Y ni hablar del imprescindible entendimiento de la crisis formidable que rasga la interioridad de los Estados Unidos. Todos esos países rectores del centro occidental se encuentran atosigados por el alza de las remesas destinadas a la Defensa y por el precio del combustible, tras el ataque al Nord Stream.

Como en el imaginario albiceleste esas siguen siendo naciones prósperas y poderosas, la conclusión difundida por medios y redes, impregnada en bloques enormes de la sociedad, es que cabe seguir su ejemplo y vincularse con las mismas. En los hechos, mientras la multipolaridad avanza y los modelos productivos se imponen, aquí se apuesta a la retracción y al establecimiento de sociedades junto a quienes se hunden inexorablemente. De resultas, entre una versión historiográfica que invierte los términos e identifica al peronismo con la debacle, y una mirada global que invierte los términos e identifica al neoliberalismo con el crecimiento, la confusión reina en el plano local.

Pero hay más. Créame. En el mundo psicológico se indica que Los errores son siempre resolubles, si uno tiene el coraje de admitirlos, y que El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor. A qué vienen estas premisas. Bueno, el otro elemento que evidencia el éxito narrativo occidental se asienta en que, junto a esos puntos, nuestro país todavía supone que América latina se encuentra absolutamente subordinada a los Estados Unidos y que resulta inadecuado intentar desde aquí un sendero que se posicione en el interés propio. Se desconoce la existencia de una pulseada de proporciones.

Vale mencionar algunas de las naciones que han optado -con diferentes estilos- diseñar su camino. A vuelo de pájaro: México, Colombia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Brasil, Uruguay, Bolivia, Perú. El único protagonista importante que escogió la subordinación y la recesión es la Argentina. Nuestros compatriotas no lo creen: hasta ignoran que Venezuela lidera el indicador de crecimiento PBI en la región, que Bolivia no ha pegado el esperado volantazo sino que mira su interior para resolver la transición, que Perú -aún con su oligarquía canalizada en el Congreso y con injusticias palpables- ligó su andar económico al de China mediante el mega puerto de Chancay. Para no hablar de la orientación adoptada por el gobierno azteca, o del posicionamiento resuelto por el vecino más cercano tras sacudirse al bolsonarismo y pisar fuerte en la construcción multipolar.

Es decir, nuestro querido país habita en El Error. Elabora su futuro en medio de un diagnóstico extraordinariamente tergiversado. Supone que quien cae, está de pie y que quien trota, está sentado.

Sendas delegaciones de China e India, nada menos, lo explicaron con nitidez en su momento e invitaron a esta potencia sureña a sumarse al signo + de la historia naciente. Desde estas líneas respaldé ese decir pues era conveniente para el interés nacional. Las dirigencias y los empresarios, pero también muchas referencias políticas populares, numerosos periodistas y unos cuantos analistas internacionales, tantos economistas, toda la vocinglería escandalosa que surge de las pantallas más variadas, continuaron enfrascados y gobernados por la propaganda que desenfoca el presente, y siguieron utilizando sus oficios como drones dirigidos a disgregar una de las regiones más importantes del mundo.

Todo esto es un Error. Un Error instalado con toda intención y beneficiarios detectables. Es imposible salir adelante si se disuelve la verdad y se establecen carreteras deficientemente bosquejadas desde su origen.

Lunes, 13 de octubre de 2025.

*Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal