“Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”. José de San Martín
( Por Antonio Muñiz) Argentina se encuentra, nuevamente, en una encrucijada histórica. Con un panorama de crisis económica y política profundizándose, las políticas de ajuste y concentración promovidas por el gobierno de Javier Milei han abierto la puerta a un replanteamiento estratégico dentro del peronismo y del campo popular.
Ante el avance de un modelo regresivo y orientado a intereses de sectores concentrados, se hace urgente la construcción de un frente amplio, social y político, capaz de enfrentar al bloque de poder que se esconde detrás de las fantochadas del presidente Milei y ofrecer una alternativa que defienda la soberanía y los intereses de las mayorías.
La unidad como condición ineludible.
La unidad del peronismo y del campo popular hoy no es un lujo, sino una necesidad histórica. Así lo ha demostrado el pasado, desde las primeras experiencias de alianzas nacionales en el peronismo de los años 40 hasta los esfuerzos de resistencia ante las reformas neoliberales en décadas posteriores. La construcción de un frente nacional no solo exige la convergencia de partidos politicos, sindicatos, movimientos sociales, cámaras empresarias y figuras emblemáticas, sino que implica un compromiso con los sectores vulnerables, que son los primeros en sentir el impacto de las políticas de ajuste.
Pero este llamado a la unidad requiere pragmatismo. En un contexto donde el país enfrenta índices alarmantes de pobreza, inflación y desocupación, el peronismo no puede detenerse en debates interminables sobre el pasado, ni en rencillas internas por cuestiones personales . La autocrítica, tan necesaria, deberá ir de la mano de la acción, y ser parte de la construcción de una alternativa sólida y confiable.
Un frente patriótico para defender la soberanía y la justicia social
El proyecto de Milei ha puesto sobre la mesa una agenda que amenaza con desmantelar conquistas históricas del pueblo argentino: apertura irrestricta de la economía, recortes drásticos en derechos laborales y privatización de sectores estratégicos. En este contexto, un frente patriótico debe retomar las banderas de la soberanía y la justicia social. La defensa de la industria nacional, la protección del empleo y la redistribución de la riqueza deben ser pilares de un programa que no solo se limite a la resistencia, sino que plantee una visión clara de país.
Desde sus orígenes, el peronismo y otros sectores populares han comprendido que una nación no puede ser próspera si queda en manos de sectores concentrados y ajenos al bienestar general. Las lecciones de históricos dirigentes y pensadores del campo nacional que nos advirtieron sobre los peligros de la dependencia externa y la concentración económica, resultan hoy más vigentes que nunca.
El frente que se constituya no puede ser pensado solo como una herramienta electoral, como ha ocurrido en otras situaciones del pasado, debe tener como objetivo central la construcción de un gran movimiento de liberación nacional. Juntar los pedazos de la sociedad que va dejando afuera las políticas neoliberales y a los desencantados del voto mileista no alcanza. Una construcción que solo sea un frente anti milei esta condenada al fracaso.
Un nuevo frente nacional debe partir de este entendimiento, proponiendo una agenda de construcción de poder, que priorice el desarrollo, el trabajo y la justicia social frente a un modelo que promueve la desigualdad y el enriquecimiento de unos pocos.
El liderazgo de Cristina y la renovación de figuras claves
La figura de Cristina Fernández de Kirchner se presenta, una vez más, como una referencia ineludible en este contexto. Su historia de resistencia y su conexión con amplios sectores populares le otorgan una capacidad única para aglutinar el descontento y proyectar una alternativa. Sin embargo, el desafío de un gran frente necesita más que simbolismos. Figuras como el gobernador Axel Kicillof y otros líderes regionales emergen como actores fundamentales para consolidar una alianza sólida, capaz de mirar hacia el futuro y aprender de los errores recientes.
La revalidación de liderazgos es también clave. El fracaso del último gobierno peronista no puede ser ignorado. La autocrítica es un paso necesario para recuperar la credibilidad y construir una propuesta política que hable, sin hipocresías, a una sociedad que espera respuestas concretas y no excusas, se trata de asumir con responsabilidad los errores y actuar con coherencia. La renovación no puede ser solo una cuestión etaria, sino también de ideas. En un mundo que esta cambiando aceleradamente, al compás del cambio tecnológico y por ende de todo el sistema productivo, muchos viejos paradigmas han quedado en desuso. Pensar el futuro que viene y actuar en consecuencia es uno de los objetivos centrales de una nueva construcción.
Resistencia activa y movilización popular
La historia de los frentes nacionales en Argentina ha demostrado que la movilización y la participación popular son elementos ineludibles para sostener una propuesta de resistencia. Las calles han sido y serán el escenario donde el pueblo exprese su descontento, y la organización de una base movilizada será fundamental para enfrentar políticas que ponen en riesgo el bienestar colectivo. Este frente patriótico debe tener como consigna la participación activa de las bases, a través de marchas, actos y manifestaciones que visibilicen el descontento y sostengan una agenda de cambio. Pero sobre todo debe ser articulado con una lógica de amplitud, aceptación y contención de la participación activa del pueblo, promoviendo el debate y la discusión como ejes básicos. Experiencias anteriores fracasaron por no respetar el disenso y premiar solo la aceptación acrítica del discurso que baja de la conducción.
Una propuesta de país para el futuro.
Finalmente, un frente patriótico debe presentar, como decíamos, un programa de país que mire hacia el largo plazo. No basta con resistir; es necesario construir una visión de Argentina que vuelva a apostar por una economía al servicio de la justicia social y del desarrollo nacional. La historia argentina ha demostrado que los movimientos populares no pueden ser solo son reacción, sino también proyectos de construcción de poder, capaces de plantear alternativas para una Argentina soberana, justa e inclusiva.
En esta coyuntura, la responsabilidad del peronismo y de todas las fuerzas populares es monumental. La patria está en peligro, y el pueblo necesita una respuesta que supere las divisiones y proyecte un futuro diferente al que propone el modelo neoliberal.
La historia enseña que los momentos de crisis son también momentos de definición, y la construcción de un gran frente patriótico que defienda los valores de soberanía, justicia y unidad nacional es el camino para que Argentina retome el rumbo hacia una sociedad para todos, no para unos pocos.
Antonio Muñiz