(Por Estefanía Cendón) En el Auditorio INAES se desarrolló el conversatorio “Economía Popular: un debate conceptual y político”, espacio de intercambio acerca de las ideas centrales del libro “Economía Popular: entre la emergencia y la estrategia” de José Luis Coraggio y Érika Lóritz. El presidente del INAES, Alexandre Roig, integró el panel de expositores junto a Emilio Pérsico, secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social (MDS); Pablo Chena, director nacional de Economía Social y Desarrollo Local del MDS; y Ruth Muñoz, secretaria de Investigación y de Desarrollo Tecnológico y Social del Instituto del Conurbano, UNGS.
El encuentro fue moderado por Anabella Zamora, integrante de la Unidad de Análisis del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES). «Queremos encontrar el desafío conceptual y político que nos propone la economía popular y la economía social y ciudadana», destacó Zamora. A continuación, inició su exposición Roig: “Para nosotros es muy importante este libro porque durante mucho tiempo la economía popular ocupó un lugar secundario en la investigación académica. Hoy el salto de reconocimiento de la economía popular en la realidad es importante”.
“Este libro es un pretexto para ir ordenando algunos debates. La agenda de la economía popular y la agenda de la economía social transitaban por distintos senderos, esto nos lleva a interrogantes profundos ya que la categoría de economía popular surge de un proceso social, mientras que la de economía social surge de un proceso académico”, distinguió el sociólogo, a lo que precisó: “La economía social es hija del capitalismo industrial, el origen del cooperativismo y del mutualismo surge de la lucha obrera del S.XIX en Europa. La economía popular es hija del capitalismo financiero, nace como consecuencia del desempleo”.
Quien preside el INAES caracterizó a la economía popular como “un fenómeno que marca una ruptura entre trabajo y empleo: se puede ser trabajador sin estar empleado”. “El primer aporte de la economía popular es asumir una distinción conceptual entre trabajo y empleo. Estos trabajadores encuentran en la forma cooperativa un modo de organización legal, a través del formato de fábricas recuperadas”, indicó.
El docente universitario también reflexionó acerca del valor trabajo, el capitalismo y el rol “transformador” del Estado. “La economía popular y la economía feminista ponen en el centro de la sociedad el valor trabajo. La economía popular anticipa que el capitalismo desvaloriza cada vez más el valor del trabajo”, describió, a lo que añadió: “En este sentido, la función del Estado es expresar un conflicto entre capital y trabajo, que es un conflicto disimulado. La función del Estado tiene que ver con regular un conflicto que no está organizado entre capital y trabajo, empleador y empleadores”.
Al finalizar su intervención, Roig destacó el rol de las organizaciones sociales y su vínculo con el Estado: “Es clave que las organizaciones sociales estén en el Estado expresando ese conflicto entre capital y trabajo. No vamos a poder llevar a cabo la transformación de una sociedad si no advertimos que el Estado cumple una función transformadora, trabajando con la comunidad que organiza ese trabajo”. Asimismo, al finalizar su intervención enunció que para valorizar el trabajo de la economía popular se requieren ciertos mecanismos: “Es necesario tener normativas asociadas a las realidades productivas, como un monotributo adaptado a la realidad de los trabajadores; garantizar el acceso al crédito; organizar circuitos comerciales, de mercado; la valorización de saberes, aparte de los procesos de certificación, y del saber organizativo”.
Abrir el debate
“Este debate conceptual y político es un acierto que nos induce a hacer una discusión más compleja. La importancia de discutir qué es la economía popular. Los términos y conceptos marcan las prácticas, no son sólo parte de una discusión teórica”, introdujo Coraggio, autor de libro, al momento de tomar la palabra. «La economía popular hoy es extremadamente importante, no sólo para quienes son actores de la economía popular sino para la sociedad en su conjunto», aseguró.
“Son múltiples las formas de inserción de las capacidades de trabajo de la economía popular. A esto se suma la concepción de una unidad doméstica, una unidad básica de organización de la economía popular”, señaló el economista, quien también distinguió que “en la última década encontramos grandes aportes teóricos sobre la temática de la mano de autores como Grabois, Roig, Chena y Pérsico”.
El autor mencionó algunos de los matices que surgen al momento de definir a la economía popular y sus trabajadores: “Es mejor hablar de ‘los expropiados’, no sólo de explotados. Así como son importantes las relaciones sociales de producción, y no sólo de circulación”. “También existe una tendencia a confundir economía con mercado”, detalló.
“Cuando hablamos de economía social no hay que negar el vínculo con lo social. Puede hacer ruido, pero ayuda tener que explicar que la ‘sociedad conflictiva’ genera y construye la economía. No hay un determinismo económico, todas las economías podemos verlas como una evolución de la sociedad”, expresó el director de la Maestría en Economía Social de la UNGS.
Coraggio distinguió que “cuando se habla de la economía sin patrón, uno de los patrones es el Estado”. También se refirió a la necesidad de “políticas públicas integrales, donde el Ministerio de Educación y de Salud deben contemplar a la economía popular, que no quede sólo circunscripto al Ministerio de Desarrollo Social”. “El papel de la planificación debe ser participativo y no vertical. No se trata de proponer utopías o verdades, se trata de abrir debates», concluyó.
Contrapunto
Cuestión de enfoque
“Discutir este entramado entre academia, política y Estado ancla la discusión en lo concreto. Hay una pregunta cuya respuesta nos define qué discusión estamos dando: si hablamos del proyecto de desarrollo del siglo XX, que no incorporaba a la Economía Popular como parte de su desarrollo productivo y económico; o si pensamos la economía popular como parte del proyecto de desarrollo nacional del S.XXI. Pensar el siglo XXI es pensar la economía popular”, afirmó Chena al iniciar su presentación, marcando dos posiciones que modifican por completo el abordaje de la economía popular.
«La política es construir imaginarios de futuro, si esa construcción es sólo capitalista la economía popular no tiene lugar. Si entendemos que la economía popular no es una economía de subsistencia, ahí hay un pensamiento fuerte para abordar”, declaró el economista. También indicó qué implica definir un nuevo escenario para la economía popular: “Todavía hay imaginarios que reivindican el siglo XX. No obstante, cuando se sale de esa lógica y se comprende que el capitalismo no va a resolver esta situación, cambian los imaginarios y ahí se plantea un escenario nuevo”.
Ante los límites que presenta el capitalismo como sistema productivo dominante Chena, uno de los ideólogos del Registro Nacional de los Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP), interrogó: “¿Qué sucede cuando se ven los límites del sistema productivo dominante? A partir de ahí la discusión se circunscribe en otro lugar”. Acerca de la función de la economía popular como práctica alternativa, precisó: “Esas experiencias muestran que hay un modo de producción alternativo en la economía popular, una economía de los trabajadores y trabajadoras, donde es fuerte la ética de la práctica”
“En la economía popular el concepto de comunitario es vital, lo comunitario es el eje de los valores. Los valores comunitarios y la ética de la clase trabajadora son claves para pensar el desarrollo de la economía popular. En este caso el patrón es la propia comunidad”, distinguió el académico. “Hoy hay un problema que aqueja a la economía capitalista y a la economía popular: la producción está amenazada por clases ociosas. El que se encarga de poner el precio es una clase financiera”, advirtió.
Con respecto a las políticas en desarrollo y aquellas que se deben generar para abordar a la economía popular de forma integral, Chena enumeró: “El primer eje para la economía popular es formalizarla, esto es generar una protección para que no sea invadida por las clases ociosas. La economía popular es sostenible cuando la protegemos de las clases ociosas, de otra forma se convierte en una economía de subsistencia. El proyecto de desarrollo nacional debe incluir un proyecto de desarrollo de la economía popular”.
Interrogantes para el desarrollo
Al iniciar su presentación Muñoz dedicó unas palabras a la memoria de Mario Cafiero, ex presidente del INAES. A continuación, sostuvo que “existen confusiones y ambigüedades ya que hay una vocación muy fuerte por tergiversar de qué se tratan la economía social, popular y comunitaria”. Al respecto, indicó que resulta importante resolver cuatro preguntas vinculadas al “cómo” de ciertos procesos asociados a la economía popular.
“En base a los acuerdos, ¿cómo salimos de un ámbito de convencidos y que no representa al conjunto de la sociedad argentina?”, planteó, a lo que añadió: “Si una de las consigas tiene que ser la economía popular es trabajo, esto es algo obvio ya que representa a más de la mitad de los trabajadores de la Argentina”.
“¿Cómo precisamos nuestros términos?, ¿cómo nos posicionamos frente a esta economía sustantiva, la economía popular, que a veces ni aparece en los manuales de la economía heterodoxa?”, cuestionó la socióloga. “¿Cómo hacemos más sistemáticos los puentes entre las economías? Hoy es necesario incluir lo reproductivo en las concepciones”, aseguró.
La magíster en Economía Social (UNGS) definió a la economía popular como “la economía de las y los que viven o quieren vivir de su trabajo, abriendo la posibilidad de una economía popular solidaria (EPS), superadora de la economía popular existente, propia del sistema capitalista periférico”. “Realizar su potencial requiere enmarcar la atención inmediata a la emergencia social en una estrategia de transformación social a desarrollar desde le Estado y la sociedad”, concluyó.
Una economía en construcción
Al cierre del conversatorio Pérsico tomó la palabra y enfatizó la relevancia del encuentro: “Este debate es importante porque necesitamos la construcción de un proyecto de país que nos vuelva a movilizar. Nos quedamos sin faro, sin modelo alternativo a este capitalismo, pero hoy los trabajadores sostienen la idea de que hay otra economía en construcción”.
“Las universidades y los intelectuales en particular nos ayudan a expresar las ideas vinculadas a la economía popular. Es una forma de sintetizar nuestras prácticas, esto nos permite construir un sueño colectivo”, declaró el dirigente del Movimiento Evita. “La idea de la existencia de tres economías, la economía popular, la economía estatal y la economía capitalista, nos permite convivir”, sostuvo.
«Un modelo de país no puede basarse en buscar la renta extraordinaria y dárselo a los pobres. Necesitamos tener políticas para estas tres economías”, afirmó el referente. «Si no le damos a los compañeros ideas de poder, se cae. Se necesita construir un sueño globalizador. La salida es tener un modelo de país diferente y poderlo defender. Hoy la Argentina tiene 50% de pobreza y 25 % de pobreza estructural. Esto es culpa de las malas políticas, hay que cambiar la política”, argumentó.
Pérsico enfatizó la toma de consciencia por parte de un sector de la sociedad, aquel que, marginado por la vorágine capitalista, logró crear y sostener sus propias fuentes de trabajo: «Hay un avance de conciencia en nuestro pueblo: hoy los compañeros y compañeras piden tierra, techo y trabajo, no planes sociales. Hoy podemos dar una lucha”.
Una vez finalizadas las intervenciones del conversatorio se desarrolló una rueda de preguntas con respecto a las consignas trabajadas, donde el público tuvo la oportunidad de participar. “El pueblo se expresa materialmente. ¿A qué le dice que no la economía popular? A la explotación. Hoy se dan las condiciones de una alianza de todas las fuerzas materiales que le dicen que no a la deuda rentística”, indicó Pérsico. “El sueño obrero del S.XIX era sustituir al patrón, hoy el sueño es el buen vivir”, sumó Coraggio. “El rol de los intelectuales es ser los escribas humildes del deseo popular”, sintetizó Roig, con respecto a la función del mundo académico y su aporte a la economía popular.