Edición n° 3257 . 22/10/2025

A punto de perder el control/Previsiones cambiaras y financieras para la última semana antes de las elecciones legislativas

Qué hará el gobierno para evitar que se le escape el dólar. El golpe a la economía real

(por Raúl Dellatorre/ Página 12/ Director de Motor Económico) «Hoy no hay quien no te diga que la política económica depende centralmente de la ayuda de Estados Unidos; incluso, los mismos que veinte días atrás te decían que el programa económico no se iba a caer porque era consistente, que las variables macroeconómicas estaban sólidas y que cualquier ataque especulativo no podía sostenerse por más de una semana». 

El comentario del especialista en finanzas resume el clima del mercado en este fin de semana, previo a la última semana de actividad antes de las elecciones legislativas de medio término. 

¿Por qué es tan importante lo que pase en el mercado? Porque el gobierno se quedó con una última carta electoral en la mano (exageró su importancia, pensando que era una carta de triunfo asegurada), que es la de la estabilidad cambiaria y de precios. No devaluación, no más inflación. Sobre la primera, hay casi una certeza generalizada de que tras el desplazamiento del dólar en casi un 30 por ciento desde mediados de abril (en seis meses, según valor de referencia diaria del BCRA), todavía habrá un salto adicional después del 26 de octubre. 

Sobre la segunda, la estabilidad de precios, crecen las dudas. «La inflación es, en todo lugar y en todo momento, un fenómeno exclusivamente monetario», recita a menudo el presidente Milei, por lo cual la no emisión monetaria debería garantizar, per se, la estabilidad de precios. Se le quemaron los papeles. 

Incluso con la «ventaja a su favor» de una recesión brutal que aplastó la demanda, el IPC se trabó en un piso de aumento del 2 por ciento mensual y los precios mayoristas le dieron en septiembre el disgusto de un incremento del 3,7 por ciento, con un pico del 9 por ciento (sí, en tan solo un mes, septiembre contra agosto) en productos importados. La inflación saltó por arriba de la valla de la emisión cero. Empujada por la devaluación, la inflación volvió sin que la inviten.

Los dólares para frenar el empuje de la demanda ya no lo aportan ni el blanqueo, ni los préstamos del FMI ni la liquidación anticipada de exportaciones de soja. Ahora los aporta directamente el Tesoro de los Estados Unidos. Pero no a pedido del ministro de Economía, Luis Caputo, ni del presidente del Banco Central, Santiago Bausili (siguen en sus cargos, aunque no parezca). No. Lo decide directamente Scott Bessent, el jefe del Treasury Department de EE.UU. Para mayor daño de la soberanía nacional, ni siquiera lo anuncia en conjunto con las autoridades argentinas: lo comunica por un tuit. 

Y ni siquiera así se logró la estabilidad cambiaria y financiera. 

«Hay un problema de diagnóstico que comparten Bessent y el equipo económico, además del problema de mala praxis de las autoridades monetarias argentinas», sostiene Alejandro López Mieres, analista financiero de Ipypp que ha venido anticipando el estallido de un modelo que, «por repetido, no podía sorprendernos que terminara así». 

«Atienden la falta de dólares como si fuera un problema de liquidez, ignorando las cuestiones estructurales que son las que han hecho estallar el modelo». El gobierno insiste en que el problema es «el calendario electoral», las especulaciones para ellos «infundadas» de que algo va a pasar con el dólar después del domingo 26. Lo dice Milei, lo dice Caputo y lo repiten Bausili y Pablo Quirno (secretario de Finanzas). 

Bessent, como si hubiera sido convencido por el clan Caputo, va mandando partidas de dólares tods las semanas «para comprar pesos», esperando así dejar compensado el exceso de demanda de divisas del mercado. No resultó: el dólar sigue subiendo.

«El problema estructural es que este modelo no genera divisas. Al contrario, alienta la fuga y los pagos al exterior», explica López Mieres. Este año, con récord de cosecha y superávit energético (más exportaciones que importaciones), hubo que recurrir a préstamos adicionales del FMI (14.000 millones de dólares), endeudamiento privado para adelanto de exportaciones y, ahora, desembolsos del Tesoro de EE.UU., para tapar el bache y espantar al fantasma del default.

Un trabajo de López Mieres, que sintetiza los resultados de la política monetaria y cambiaria de los primeros 20 meses del gobierno de Javier Milei (desde enero de 2024 hasta agosto de 2025 inclusive) demuestra que «el costo que se pagó en intereses, dividendos y utilidades giradas al exterior superó el saldo favorable de la balanza comercial». Puntualmente, 19.257 millones de dólares contra 18.136 millones.

Es decir, que los dólares obtenidos por el comercio no alcanzaron para cubrir el costo de pagar intereses de la deuda y la renta al capital extranjero. 

«Todo el beneficio de las mayores exportaciones de bienes se fue con el gasto del turismo en el exterior y el pago de intereses de la deuda, tanto la pública por los bonos nacionales como los pagos de las provincias, y los intereses de la deuda privada, porque sale todo de la misma caja», resume López Mieres. 

Por otra parte, la mala praxis del equipo económico quedó evidenciada en los sucesivos tropiezos que tuvo desde que aplicó, en abril, la modificación del esquema cambiario, saliendo del crawling peg  (ajuste diario pautado del tipo de cambio) hacia un sistema de flotación cambiaria dentro de una banda con topes de piso y techo para la cotización. El resultado fue que el dólar siguió trepando (28 por ciento en seis meses), pese al sacrificio de no acumular reservas en plena liquidación de la exportación de la cosecha. 

Ejecutaron, al mismo tiempo, una salida del sistema de las LEFI, instrumento regulador de las tasas de interés, criticada por todo el espectro ideológico por la extrema volatilidad que generó en las tasas de interés. El desmadre se prolongó incluso hasta esta última semana, cuando además se verificó que la intervención de EE.UU. había agravado el problema. 

La plaza se secó de pesos por la acción combinada del Tesoro norteamericano y el Banco Central para absorber oferta monetaria, que temían que se derivara a la compra de dólares. La consecuencia inmediata fue que las tasas de interés volaron. La tasa de caución (préstamos interbancarios de muy corto plazo) se negoció hasta en un 150 por ciento anual, y por giros en descubierto sobre cuenta bancaria hubo empresas que debieron pagar el 190 por ciento anual. Y el dólar igual volvió a subir el viernes.

«Perdieron el control del mercado. Las intervenciones de Bessent ya demostraron ser insuficientes. Esta va a ser una semana difícil, el dólar MEP y el contado con liqui quedaron por arriba del techo de la banda cambiaria. Para contener el dólar mayorista, la única arma que les queda es subir aun más los encajes (proporción de los depósitos que obligan a inmovilizar a los bancos)», advirtió el especialista consultado. 

Eso provocaría un alza mayor de las tasas de interés. «A las empresas con saldos en descubierto las están empujando a fundirse. Pero el gobierno no va a cambiar justo en la última semana. Van a provocar un muy alto costo a la economía real para no sincerar el tipo de cambio», opinó finalmente Alejandro López MIeres.