(Por Raúl Dellatorre)Los exportadores de cereales y oleaginosas liquidaron exportaciones (es decir, vendieron en el mercado mayorista de divisas) por 3706 millones de dólares durante el mes de junio, y lo seguirán haciendo incluso durante esta semana, a un ritmo de unos 300 millones de dólares diarios. El Banco Central prácticamente no ha comprado divisas, y sin embargo el dólar volvió a subir. Es posible que en una semana, o a lo sumo dos, se agote la entrada de divisas por agroexportaciones y «no vuelva a haber ni un dólar más quizás hasta octubre», como pronosticó esta semana un especialista en mercados agrícolas. ¿Qué pasará en ese momento?


¿Habrá quien responda a esa presión de la demanda de dólares, aunque se mantenga tan sólo una parte de la hoy existente? ¿Quiénes son los que demandan tantos dólares, que compran todos los que ofrecen los exportadores pagando además un precio más alto que en las semanas anteriores?
¿Y qué hará el gobierno, con reservas acotadas y de escasa disponibilidad, para afrontar la presión cambiaria cuando el dólar trepe hasta el límite superior de la banda de flotación?
El gobierno intenta hacer malabarismo entre la política de comercio exterior, financiera y cambiaria, porque el desequilibrio de una podría terminar con las otras dos desparramadas por el piso. Repasemos cómo le está yendo en cada una.
En la política comercial, las cifras muestran que mientras se paralizan las exportaciones, las importaciones siguen trepando. Pero estacionalmente, entre abril y julio es la etapa fuerte de ingresos de divisas por exportaciones del agro y el segundo semestre del año, particularmente en el actual, se espera que sea de sensible aumento de importaciones y de turismo al exterior.
Sin embargo, el gobierno dejó pasar la temporada alta de ingresos por exportaciones –que, además, este año se adelantaron por la baja temporal de retenciones «solo hasta el 30 de junio– sin acumular reservas. El Banco Central resignó la compra de dólares para que esa abundancia de divisas bajara el valor de mercado del dólar, quizás hasta el piso de la banda de flotación. Pero no sucedió. Y ahora se viene la temporada de demanda alta de demanda de dólares para la importación pero baja para la oferta de las exportaciones.
Antes de apurar conclusiones, repasemos la situación en el frente monetario – financiero interno.
El Tesoro Nacional (Ministerio de Economía) puso en marcha en estos dias una operación riesgosa: cancelar un activo financiero en poder de los bancos, las letras fiscales (LEFI) por un monto de 15 billones de pesos. Para el desarme de ese enorme stock se intentó colocar otro instrumento de deuda pública en pesos de no tan corto plazo : las Lecap. Pero de esos 15 billones, en la licitación de esta semana sólo 5,6 billones migraron a Lecap, mientras el resto de vencimientos de LEFI fue cobrado en efectivo por los bancos (9,4 billones). .
El efecto de esa enorme masa de efectivo en poder de los bancos fue que bajaran fuerte las tasas. Tasas en pesos bajas para el público, y bancos extralíquidos, podría traducirse como el peor escenario para quien pretende que el dólar se mantenga nivelado. Por el contrario, cmo era lógico, este cuadro de situación en el frente monetario financiero provocó una demanda extra sobre el dólar. Incluso superior a la «oferta extra» de dólares por liquidación de exportaciones. Conclusión: el dólar tendió a subir.
Para adelante, fines de julio y meses siguientes, lo que se espera es que baje la oferta de dólares de exportación, suba o se mantenga la demanda de dólares para importación y, de mantenerse la actual situación monetaria financiera –con abundancia de pesos en bancos y tasas para los plazos fijos tendiendo a bajar–, la presión sobre el dólar sería todavía mayor.
Sin reservas en abundancia en el Banco Central, ¿le quedan herramientas al gobierno para intervenir antes que ocurra una explosión cambiaria?
Le quedan, aunque habrá que ver cuál es su eficacia. Es casi cantado que va a intervenir de algún modo para evitar que las tasas sigan bajando. O que la baja que ya se verificó el viernes en los préstamos interbancarios a corto plazo (llegaron al 12% anual, cayendo 8 puntos en una semana) se traslade, por ejemplo, a los plazos fijos.
«El gobierno insiste en que la tasa de interés es endógena, la define el mercado. Todo verso!!», exclamó un experimentando analista al ser consultado por este diario. La condición que reclaman los bancos («le impondrán, dicen algunos», señala la fuente) es que el Banco Central siga actuando de «formador de mercado» (market maker), fijando de algún modo el piso de tasas, como lo hizo hasta ahora con las LEFI, aunque quizás en adelante con un instrumento (bono o letra) de plazos no tan cortos.
Es decir, pagando un rendimiento o tasa a los bancos suficientemente rentable para que no se pasen al dólar. Y, a la vez, resulte el piso de tasas para el mercado (plazos fijos y otros instrumentos de renta fija en pesos). Las dudas son: si el gobierno aceptará pagar una tasa que expondría su situación de elevado déficit financiero (pago de intereses es gasto público), y si la tasa que esté dispuesto a pagar el gobierno es suficiente para evitar la corrida al dólar en un clima de expectativa de devaluación.
«Con las letras fiscales (Luis) Caputo podía esconder el déficit por tasas debajo de la alfombra, porque al renovar las letras capitalizaba la deuda por intereses, nunca sumaba el pago de intereses como gasto corriente. Ahora no lo va a poder hacer: cuando aparezca el déficit financiero mes a mes, le va a hacer ruido», explicó el experto en finanzas públicas y profundo conocedor, además, del negocio financiero.
«El gobierno tiene límites fiscales, porque no le queda dónde hacer más ajustes, y límites políticos, porque no puede soportar perder el resultado del equilibrio fiscal y a la vez que se le dispare el dólar. ¿Qué pasa si el dólar se sigue moviendo hacia el techo de la banda?», señaló el especialista consultado.
El programa económico tiene por delante dos semanas clave. La cotización del dólar será la caja de resonancia de todo el sistema armado por el tándem Caputo-Milei. Y a la vez puede ser su flanco débil. Tuvo 45 días de liquidación de cosecha sólo comparable al resultado del primer dólar soja de Sergio Massa, pero el resultado que obtuvo no le dejó nada al gobierno de cara al futuro. El problema estructural de salida de divisas sigue presente en toda su extensión.
Además, en una plaza cambiaria como la Argentina, tan contaminada de movimientos especulativos, el valor de la divisa será también receptor de los desequilibrios de la política monetaria. El excesivo endeudamiento en pesos redujo los espacios del Tesoro nacional y del Banco Central para operar sobre la cantidad de dinero en circulación, como para preservar al sistema de una corrida hacia el dólar.
Mala praxis. Soberbia en el manejo de instrumentos monetarios. Políticas que están provocando perjuicios hasta en quienes acompañaron este experimento. A la conducción económica sólo le van quedando recursos como para prolongar un poco más la agonía.