( Por Raúl Hutin*/ Especial para Motor Económico) ¡Somos la gran mayoría de las empresas del país!. Entre las de producción manufacturera, agro, economías regionales, comerciales y de servicios, representamos el 95% de los establecimientos que construimos la Patria y damos ocupación a no menos del 75% de la mano de obra activa privada.
Sobre esa base diferenciadora, nos parece abusivo que el otro 5% maneje a su antojo todas las cadena de valor, poniendo los precios a los insumos difundidos, en su mayoría monopólicos u oligopólicos, a su antojo, sin tener en cuenta los valores de costos de sus materias primas y aplicando aumentos “por las dudas” o para aprovechar el descalabro económico que provocan, para aumentar su margen de rentabilidad.
Lo más granado de este 5% estuvo en la reunión de la Asociacion de Empresarios Argentinos (AEA) donde se conmemoraba veinte años de su fundación. Siguiendo con su estrategia de castigar al gobierno por todos los ángulos posibles y por cualquier razón. Oponiéndose a cualquier iniciativa, como por ejemplo: la “renta inesperada” o herramientas para poder darle paliativos a la inflación, o encontrar el camino posible para separar los precios internos de los de exportación.
A tal extremo que Federico Braun, dueño de la “La Anónima”, se permitió el sincericidio de aclarar “Que el remarca los precios todos los días”. No fue un chiste, ni siquiera de mal gusto. Expreso crudamente la realidad de la forma que vienen comportándose estos grupos.
Este conjunto de empresarios que mantienen al resto de la sociedad en vilo, tanto por su condición de manejo monopólico de los precios, como por el manejo de las grandes superficies comerciales de distribución de productos de primera necesidad, están llevando adelante una campaña de desestabilización de la economía nacional y lo hacen con énfasis y sin tapujos.
Somos nosotros, los MiPymes junto al movimiento obrero, las cooperativas, los pequeños chacareros, las economías regionales, los que estamos pagando los costos de esta aberrante política que apunta lisa y llanamente a terminar con los gobiernos nacionales y populares e imponer gobiernos neo-liberales que les permitan que los ricos sean más ricos y los pobres cada vez en más en proporción y profundidad.
Pero si leemos con detenimiento el proyecto de país al que apuntan llevar adelante en el 2023, vemos con espanto la repetición de experiencias durísimas para el país. Desde la época del tristemente célebre Martinez de Hoz o de Cavallo, ahora repiten el mismo esquema donde el pueblo en su conjunto no tiene lugar y por lo tanto las MiPymes tampoco ya que estas viven, crecen y toman más personal, en la medida que el consumo interno así lo determine.
Pero resulta que la caída del salario real deteriora ese círculo virtuoso. Si encima, en nombre de la libertad, estos grupos minoritarios están dispuestos a abrir todas las fronteras a un mundo ávido por colocar sus productos, en épocas de recesión internacional, debemos saber con claridad cómo termina esta película. Lo sabemos, porque ya lo vimos con mucho dolor en repetidas ocasiones y siempre, sin excepción, terminaron mal.
Nadie nos prometió un lecho de rosas para este mandato presidencial, cierto es que no se está haciendo todo lo que esperábamos y que en el camino se tropezó con enormes dificultades: la pandemia, la guerra, la inconmensurable deuda, entre muchas otras, pero de ahí a suicidarnos en aras de un discurso mentiroso y de nula aplicación, hay demasiada distancia.
Tenemos una inmensa responsabilidad a la hora de la toma de decisiones: con el País, con nuestros con-ciudadanos, con nuestros hijos y nietos y con nuestro personal. No podemos fallarles, tenemos que construir justos un país donde podamos todos y todas vivir dignamente y sin excluidos, con equidad distributiva y justicia social y solo es posible lograrlo manteniendo la unidad conceptual y sin que se produzca la diáspora por el canto de sirenas.
Raul Hutin
Secretario de la Central de Entidades Empresarias nacionales (CEEN)