Cinco años después, la historia se repite, pero bajo circunstancias muy distintas.
Emmanuel Macron pretende convertirse en el primer presidente en ser reelegido por los franceses en 20 años, mientras que su vieja contrincante, Marine Le Pen, cuenta con una verdadera oportunidad de llegar al palacio del Elíseo, mucho mayor que la de hace cinco años, según las encuestas.
Este domingo, el actual presidente de la República francesa y la candidata de la ultraderecha se vuelven a enfrentar tras ser los dos candidatos más votados en la primera vuelta electoral celebrada el 10 de abril.
Con 27,85% de los votos, Macron obtuvo más que Le Pen, quien sumo 23,15%.
La izquierda, representada Jean-Luc Mélenchon quedó en un sólido tercer lugar con 21,95%, y sus votos podrían definir quién será el próximo presidente de la segunda economía más grande de la Unión Europea y uno de sus principales motores.
Pero la incertidumbre pesa sobre los aproximadamente 48 millones de votantes registrados en las listas electorales francesas.
Cuando Macron y Le Pen se enfrentaron por primera vez en 2017, el candidato del entonces recién fundado partido La República en Marcha contaba con al menos dos ventajas que ya no tiene.
Era una cara nueva en un país donde la clase política tradicional estaba -y continúa estando- en decadencia.
También prometía modernizar el país, con un programa más predecible que la radical agenda de su rival de ultraderecha.
Pero su imagen se ha desgastado.
Las clases populares en Francia lo acusan de ser «el presidente de los ricos», mientras que Le Pen se ha esforzado por moderar su imagen y la de su partido, al que incluso en 2018 le cambió su antiguo nombre de Frente Nacional por uno que llama a la inclusión: Agrupación Nacional.
Pase lo que pase, el ganador de esta nueva contienda se mudará al palacio presidencial del Elíseo el 13 de mayo y estará al mando de la séptima mayor economía del mundo por cinco años.
Macron sigue siendo el favorito en las encuestas de opinión, pero esta vez la carrera es mucho más reñida que en 2017, cuando el actual presidente ganó por 32 puntos porcentuales.
- Una encuesta realizada por Ifop-Fiducial ubica la proyección para este domingo en 51% para Macron y 49% para Le Pen, mientras que Ipsos-Sopra Steria le da al actual presidente una ventaja más amplia, de 54% contra 46%.
Estos son los dos rivales en una elección cuyos resultados trascenderán a Europa y el mundo.
Emmanuel Macron contra su imagen de «presidente de los ricos»
El 7 de mayo de 2017, Emmanuel Macron hacía historia al destronar por unos meses a Louis-Napoleon Bonaparte y convertirse, con 39 años y medio, en el presidente más joven de la historia de Francia.
Este domingo intentará hacer historia nuevamente, pero en otra categoría.
Ahora con 44 años, su meta es seguir los pasos de Jacques Chirac en 2002, cuando también se enfrentó a un Le Pen, el padre de Marine, y logró convencer al obstinado pueblo francés de reelegirlo.
Después de él, los expresidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande también buscaron la reelección, sin éxito.
Macron sabe que lo tiene difícil y que necesita al menos una parte de los electores del ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon.
Su llamado, tras conocer los resultados de la primera ronda, fue a detener a la extrema derecha.
«Invito a todos, incluidos aquellos que no votaron por mí en la primera vuelta, a que nos apoyen», pidió. «Complacer al populismo y la xenofobia, eso no es Francia».
Por su parte, Mélenchon insistió en su discurso que «no se debe dar ningún voto a Le Pen», pero no hizo un llamado a sus seguidores a votar por Macron.
Paradójicamente, entre el 18% y el 30% de sus votantes de la izquierda radical esperan votar por la candidata de la ultraderecha en la segunda vuelta, según diferentes sondeos difundidos tras los resultados.
Y es que tanto los votantes de Le Pen como los de Mélenchon provienen principalmente de las clases trabajadoras y les costaría votar por un candidato que algunos tildan como el «presidente de los ricos».
¿La «nueva» Marine Le Pen?
A sus 53 años, Marine Le Pen se presenta por tercera vez a las elecciones presidenciales; esta vez bajo una nueva etiqueta, la de su renovado partido Agrupación Nacional.
Antes de meterse en la política, Marine Le Pen, cuyo verdadero nombre es Marion Anne Perrine Le Pen, fue abogada en el colegio de abogados de París y tuvo una brevísima carrera defendiendo a inmigrantes en situación irregular.
Pero en 1998 abandonó el colegio de abogados y se incorporó al equipo legal delFrente Nacional, un partido en el que estuvo involucrada desde que cumplió la mayoría de edad en 1986.
En 2011, se convirtió en presidenta del partido con el 67,65% de los votos, y reemplazó a su padre, Jean-Marie Le Pen, quien fundó el partido de ultraderecha en 1972.
Jean-Marie es un personaje extremadamente polémico en Francia.
Tanto es así que hasta su hija decidió cortar todo tipo de lazos con él en 2015. Lo suspendió del partido luego de que él hiciera comentarios restándole importancia al Holocausto y elogiando al régimen de Vichy, que colaboró con los nazis.
Tras perder la elección presidencial de 2017, prometió una «transformación profunda del Frente Nacional».
Desde entonces, además de cambiarle el nombre, ha tratado de moderar su discurso antiinmigración y antieuropeísta. Ya no aboga por salirse de la moneda común europea ni por el «Frexit». Tampoco quiere acabar con la doble nacionalidad como antes.
A través de estos años, Le Pen, la menor de tres hermanas, ha buscado proyectar una imagen más inclusiva, con acercamientos a la comunidad judía local y a las nuevas generaciones de ascendencia norafricana.
Sin embargo, su partido, que promueve ideales nacionalistas, sigue siendo vinculado con un discurso racista y antisemita por muchos en Francia.
Le Pen continúa abogando por reducir la inmigración y reforzar la producción local, contraponiendo el patriotismo con la globalización.
Luego de la publicación de los primeros resultados el 10 de abril, Le Pen aseguró que será la «presidenta de todos los franceses» si es elegida este domingo.
También abordó los temas sobre los que hizo campaña, incluida la reafirmación de los valores franceses, el control de la inmigración y la seguridad.
Expertos también opinan que el nuevo contendiente de ultraderecha Éric Zemmour le dio aire a Le Pen.
En esta carrera electoral el polémico periodista mostró posiciones más extremas que la abogada, lo que le permitió a ella mostrarse más moderada y apelar a un grupo de votantes que en la pasada votación la consideraban demasiado «radical».
Zemmour, quien quedó cuarto en la primera vuelta con un 7%, respalda a Le Pen para la segunda vuelta y algunos expertos creen que la candidata de Agrupación Nacionalpuede contar con la mayoría de esos votos.
Pero Le Pen también podría seducir a muchos del otro extremo. De hecho, Zemmour acusó en el pasado a Le Pen de «estar a la izquierda».
Para algunos, su programa económico se parece al del candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon.
Ambos prometen mejorar el poder adquisitivo de la población, pretenden mantener el Estado protector y la celebración de «referéndums de iniciativa popular«.
Todo esto puede hacer que la segunda vuelta electoral sea tomada por muchos seguidores de Mélenchon como una especie de referéndum contra el presidente Macron.
Sin embargo, gran parte del electorado de Mélenchon ha indicado, según encuestas de opinión, que optará por la abstención o por el voto en blanco o nulo (entre el 35% y el 45%).
¿Qué incluye su programa?
Marine Le Pen promete poner fin al «abuso» del derecho de asilo con un referéndum sobre la restricción de la inmigración.
Quiere acabar con la reunificación familiar y tramitar las solicitudes de asilo únicamente en el extranjero.
Además, pretende reservar el acceso a las prestaciones solidarias a aquellos que hayan trabajado cinco años en Francia, darle prioridad nacional al acceso a la vivienda social y al empleo y deportar sistemáticamente inmigrantes ilegales y delincuentes extranjeros.
En materia de seguridad, promete duplicar el número de magistrados y tener 85.000 plazas penitenciarias para 2027.