Edición n° 2953 . 22/12/2024

La sombra del hambre y la inflación se cierne sobre el mundo

Se desata la guerra, los agricultores ucranianos no pueden producir, Moscú limita las ventas de granos, los fertilizantes encarecen. ¿Estamos ante una tormenta perfecta?

Mientras la guerra en Ucrania sigue su curso, en las cocinas de todo el mundo se siente el aumento de los precios de los alimentos, y la sombra de una extensión del hambre en el mundo empieza a cobrar fuerza. Según el Instituto de Recursos Mundiales, la zona del Mar Negro es un granero planetario y Rusia y Ucrania representan el 29 por ciento de las exportaciones mundial de trigo, el 19 por ciento de las de maíz y el 78 por ciento del aceite de girasol.

Pero la guerra ha interrumpido la producción y distribución e inflado aún más los precios de los alimentos. Al hecho de que los granjeros ucranianos no saben si podrán realizar la próxima cosecha, se suma la prohibición de exportar granos decretada por el Kremlin.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destacó que el índice de precios de los alimentos alcanzó un máximo histórico en marzo, aumentando un 12,6 por ciento en comparación con febrero. A través de ese índice, la FAO mide la variación de precios de los productos básicos alimentarios. Por su parte, en la Unión Europea, el precio de la comida, el alcohol y el tabaco subió un 4,1 por ciento en comparación con febrero, mes que ya había visto un incremento del 3,5 por ciento en comparación con enero.

Los más afectados con la crisis serán, como siempre, los más pobres.

Ariel Brunner, subdirector y jefe de políticas de BirdLife Europa y Asia Central, una organización conservacionista, explicó que en la UE los precios ya se habían disparado debido al aumento del costo de los combustibles fósiles. «Es importante recordar que la amenaza real a la seguridad alimentaria se cierne sobre los países pobres, especialmente aquellos muy dependientes de las importaciones desde Ucrania, como el Medio Oriente y el norte de África. En Europa es más un problema de inflación”, explica a DW.

También escasez en la Europa más pobre

La naturaleza inflacionaria de los precios de los alimentos en la Unión Europea ha sido algo común después de que la pandemia aumentara los costos de la energía y el transporte, pero la guerra en curso ha provocado que esos precios sigan altos o incluso aumenten todavía más, llevando al Banco Central Europeo (BCE) a cambiar su previsión inflacionaria para la UE, esperando ahora que llegue al 5,1 por ciento en 2022.

Respecto a una posible reducción de los suministros de alimentos desde Ucrania y Rusia, Brunner advierte que esto podría generar en el futuro escasez en las comunidades más pobres de Europa, además del resto del mundo. «Cereales, aceite de girasol y algunas otras cosas seguramente se verán impactadas y habrá menos oferta. Es importante entender que eso será más adelante, no es que nos estemos quedando sin comida ahora”, sostiene.

Escasez de aceite en supermercados alemanes.

Sommer Ackerman, una agricultora y activista medioambiental residente en Finlandia, asegura que la UE no debe temer por una posible escasez de alimentos. «La Unión Europea es una exportadora neta de productos agroalimentarios. Sin embargo, el ataque de Putin a Ucrania ha generado un aumento en los costos de producción. Esto incluye los precios de la energía, que impactan en los combustibles necesarios para producir y exportar los alimentos y los productos agrícolas. Esto golpea principalmente a los hogares más pobres, haciendo aún más difícil el acceso a los alimentos a aquellos que ya tienen dificultades para ello”, señala.

Precios que no dejan de aumentar

La guerra también ha aumentado el precio de los fertilizantes, encareciendo aún más el costo de suministro de alimentos y generando problemas a los agricultores de varios países de Europa. En Grecia y Francia, por ejemplo, ha habido protestas en demanda de apoyo a Bruselas para enfrentar los elevados costos de los fertilizantes, que muchos temen pueda impactar en la producción.

Pekka Pesonen, secretario general de Copa y Cogeca, asociaciones de agricultores europeos, destaca que los precios de producción son un tema acuciante para la comunidad campesina. «Ya antes de la guerra hubo un incremento en los valores de los fertilizantes, la energía y la mano de obra. Si esto sigue, no podremos llegar a fin de mes», explica.

Los agricultores que antes producían alimentos, como en esta foto del año 2017 en Járkov (Ucrania), hoy deben tomar las armas.

Brunner, por su parte, señala que la guerra ha evidenciado las debilidades de la agricultura. «La enorme dependencia de los combustibles fósiles es un problema evidente, y algunos agricultores empiezan a darse cuenta de que deberían usar menos fertilizantes nitrogenados artificiales. También muestra la vulnerabilidad de la hiperespecialización, donde muchos agricultores han pasado de ser multiproductores a concentrarse en un solo producto. Y, en general, de las dificultades que supone este modelo, que es extremadamente vulnerable a las fluctuaciones en los precios de los commodities”.

Cómo garantizar la seguridad alimentaria

Si bien la Unión Europea no está al borde de una crisis alimentaria, Bruselas desea abordar este problema, que afecta la seguridad mundial. El comisario europeo para la Gestión de Crisis, Janez Lenarčič, dijo en un comunicado que «el aumento de los precios de los alimentos pone a los más vulnerables en todo el mundo en una situación aún peor. La invasión de Rusia a Ucrania aumenta la presión sobre los sistemas alimentarios y amenaza a millones en todo el mundo con el hambre. Estamos en un punto de inflexión y se requiere una reacción urgente”.

A su juicio, la UE debería trabajar en conjunto con Naciones Unidas para abordar este problema. La semana pasada, en tanto, miembros del Parlamento Europea señalaron que la pandemia y la guerra han demostrado cuán importante es que la UE reduzca su dependencia de las importaciones y recurra a fuentes orgánicas de producción agrícola.

Para Pesonen, en tanto, la UE necesita aprender del pasado y volverse más resiliente. «Hace unos 100 años Finlandia era parte del Imperio Ruso. Y debido a problemas políticos y las guerras revolucionarias, Finlandia cerró las fronteras. Esto significó que, especialmente en el sur del país, hubiera escasez de comida. Como se ve, no somos ajenos a este tipo de interrupciones en el suministro de alimentos”, explica. (dzc/ms)