Ajuste de la paridad acompañando la inflación y acumulación de reservas para flexibilizar el control de cambio
La especulación de la city contra el peso apostando a una brusca devaluación resultó fallida. El equipo económico considera que el tipo de cambio no está atrasado, evaluación que comparte el FMI que no exigió un fuerte ajuste de la paridad antes de firmar el acuerdo. Uno de los principales objetivos es sumar dólares en cantidad en el Tesoro del Banco Central para aflojar el «cepo».
( Por Alfredo Zaiat ) Cuando la corrida cambiaria amenazaba con descontrolar las variables económicas, la cotización del dólar blue tocó un máximo de 223,50 pesos, a fines de enero pasado. Los dólares Contado con Liquidación y MEP, en operaciones de compraventa de billetes verdes que se concretan en la plaza bursátil con títulos públicos y acciones, habían llegado, en esas jornadas financieras caóticas, a 244,61 y 223,75 pesos, respectivamente. Mientras, el tipo de cambio oficial era 110,50 pesos.
La brecha cambiaria se había ampliado al record de 122 por ciento.
La apuesta de muchos en la city era el default con el FMI porque en esos días evaluaban que el Gobierno no iba a pagar cuotas de capital e intereses del crédito, que tomó la administración Macri, por un total de 1090 millones de dólares y, además, estaban convencidos de que el equipo económico no llegaría a tiempo a definir el nuevo programa con el organismo antes del siguiente vencimiento de 2800 millones de dólares en marzo.
La jugada especulativa les salió muy mal.
El último cierre de las cotizaciones de esos dólares fue respectivamente 200, 201 y 196 pesos, lo que implica una caída de 10 a 20 por ciento desde esos máximos.
Con el tipo de cambio oficial en 113,69 pesos la brecha cambiaria se redujo a 76 por ciento.
El dólar blue cotiza igual que en octubre 2020
Esta diferencia porcentual es una pérdida fenomenal para quienes apostaron a que fracasaría la negociación con el Fondo Monetario Internacional o para quienes pensaban que si había acuerdo se aplicaría previamente una fuerte devaluación.
Este quebranto financiero en dólares es impresionante porque lo han contabilizado en apenas treinta días. Se trata de un cálculo especulativo exclusivo para jugadores de las finanzas, puesto que existe lo que se conoce como costo de oportunidad en las inversiones. Esto significa que ese dinero lo podían haber colocado en otra opción con renta positiva en lugar de comprar dólares, operación que además les entregó un saldo negativo.
No es una evaluación para quienes se abrazan a dólares sin importar el precio que pagan porque compran billetes verdes en todo momento al considerarlos refugio seguro debido a las varias crisis económicas padecidas en el pasado.
A fines de octubre de 2020 el dólar blue cotizó 195 pesos y dieciséis meses después, con fuertes oscilaciones en este período, se ubica casi en el mismo nivel.
En algún momento (semanas, meses, años), teniendo en cuenta los antecedentes de varios episodios críticos de la economía argentina en las últimas décadas, puede haber un salto de la paridad cambiaria que permitiría compensar ese quebranto. O puede subir sin llegar a compensarlo. Esto hoy no se sabe, pero lo que sí se conoce es que desde hace muchos meses la apuesta al dólar está siendo fallida.
El miedo a la disparada del dólar
Luego de tantas crisis económicas es una obviedad que el sector externo es el talón de Aquiles de la economía local.
La sucesión de crisis ha incrementado el rasgo bimonetario de la economía, lo que genera comportamientos preventivos por el temor a padecer las consecuencias de una debacle cambiaria.
La cotización del dólar, por lo tanto, se ha convertido en una variable muy sensible en la generación de expectativas sociales, económicas y políticas.
O sea, la paridad no cumple la exclusiva función de fijar condiciones macroeconómicas básicas, sino que es una variable fundamental para crear un determinado clima social vinculado con la situación económica.
La capacidad de intervenir en un proceso de desestabilización, generando miedos colectivos por eventuales desbordes con el dólar, se potencia por la existencia, en una economía bimonetaria, de un régimen estricto de control de cambio.
Qué dice el acuerdo del FMI de la relación del dólar con la inflación
La experiencia argentina revela que los gobiernos que aplicaron un ajuste cambiario de gran magnitud perdieron legitimidad política hasta terminar abandonando la Casa Rosada.
En este escenario cambiario tan sensible es clave conocer qué dice sobre el dólar el acuerdo que firmó el gobierno de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional.
El proyecto de ley para aprobar la refinanciación de la deuda de 44.500 millones de dólares con el FMI incluye la «Exposición de motivos». En 58 páginas se detalla sin tantas cuestiones técnicas y con varios aspectos conceptuales cada uno de los capítulos del acuerdo con el FMI.
Uno de ellos es el vinculado al mercado cambiario.
La primera idea que propone es que lo que sucede con la paridad cambiaria tiene impacto en la inflación. Lo dice del siguiente modo:
«La inflación doméstica también se relaciona con factores financieros y cambiarios. Tanto el Gobierno Nacional como el staff del FMI entienden que el actual nivel del tipo de cambio real es acorde a las perspectivas macroeconómicas de la Argentina, por lo que se procurará mantener la competitividad externa en un proceso que evite movimientos disruptivos que atenten contra el objetivo de reducción de la inflación y normalización de la economía».
Para agregar una definición clave para entender la dinámica de la economía local: «La experiencia argentina enseña que modificaciones abruptas en los tipos de cambio generan una inmediata reacción de la inflación y en muchos casos reflejos recesivos en la producción, mientras que la contribución a través de una mejora en las exportaciones tiende a demorarse o, incluso, no manifestarse».
Concluye que, «en particular, la evidencia enseña que el traspaso a precios de saltos abruptos en el tipo de cambio es más violento que las oscilaciones moderadas».
¿Está atrasado o elevado el tipo de cambio oficial?
En ese documento que acompaña el proyecto de ley, el equipo económico señala a los legisladores que «tomando en cuenta el nivel adecuado de partida de la competitividad externa de la economía argentina, este programa evitará un atraso sistemático del tipo de cambio real multilateral y para ello se usará la flotación administrada como estrategia cambiaria«.
Explica que el tipo de cambio es un componente relevante en la estructura de costos de la economía local y que sus variaciones tienen implicancias directas sobre el proceso inflacionario. Por eso adelanta que mantendrá el actual nivel del tipo de cambio real en los niveles de enero de 2022. O sea, la paridad oficial acompañará la evolución mensual de la tasa de inflación.
Esta decisión la justifica diciendo que, en consideración del Gobierno Nacional y del staff del FMI, el nivel del tipo de cambio real es competitivo porque está en torno a los niveles de los últimos 10 años. Afirma entonces que «(la actual cotización real) es adecuada a las capacidades exportadoras y las necesidades de importación que demanda el crecimiento económico».
Detalla que en cuanto a los factores que explican la competitividad del tipo de cambio, resaltan tanto el nivel de los términos de intercambio (en los cuales juegan un rol sobresaliente los precios de commodities exportados por el país) como el superávit comercial y de la cuenta corriente del balance de pagos actual y esperado.
El compromiso en el acuerdo con el FMI es que no habrá una fuerte devaluación
La historia de los programas pactados con el Fondo Monetario muestra que, antes de la firma, los gobiernos aplicaban una fuerte devaluación, medida exigida por ese organismo internacional. Se trata del tradicional reclamo de la ortodoxia económica explicado en que depreciando la moneda nacional aumentarán las exportaciones y, por lo tanto, mejorarán las cuentas externas para garantizar el pago de la deuda externa.
Como se mencionó antes, esta opción fue descartada por el equipo económico y aceptada por los técnicos del FMI. El gobierno de Alberto Fernández continuará con la actual política de tipo de cambio de flotación administrada, cuya trayectoria se determinará en función de los precios domésticos, «evitando saltos disruptivos que anulen los esfuerzos antiinflacionarios», aclara el informe de Economía.
Así queda neutralizada la opción de una fuerte devaluación, al tiempo que queda explicitada la estrategia oficial de ajuste periódico del tipo de cambio oficial acompañando la tasa de inflación. Este mismo recorrido cambiario se efectuó en el 2020 hasta el primer bimestre del año pasado, para desde ese momento desacelerar las correcciones mensuales como herramienta antiinflacionaria.
Retomar el sendero de ajuste mensual de la paridad cambiaria en línea con la tasa de inflación del mes anterior sumará un poco más de tensión en los precios de bienes y servicios, aunque sin provocar descalabros como el que hubiera generado una fuerte devaluación.
La promesa de no rifar las reservas y qué pasará con el «cepo»
El equipo económico, teniendo en cuenta la autocrítica del Fondo por haber convalidado la entrega de reservas para facilitar la fuga de capitales durante el gobierno de Macri, se comprometió a que las intervenciones del BCRA en el mercado oficial de cambios serán consistentes con el objetivo general de acumulación de reservas netas. O sea, no rifará dólares para satisfacer la demanda especulativa del mercado.
Asegura que esa política cambiaria «permitirá consolidar un proceso de acumulación de reservas, que actualmente se encuentra presionado por la creciente demanda de importaciones como consecuencia de la recuperación económica, los flujos de desendeudamiento del sector privado y los pagos de servicios de interés y amortización de capital de la deuda pública».
Para el proceso de acumulación de reservas se menciona que se considerarán las particularidades propias de la economía argentina en términos de la estacionalidad correspondiente al sector externo, las situaciones de tensión típicas de períodos de incertidumbre y la necesidad de abastecer de bienes de capital e intermedios importados, necesarios para las actividades productivas.
Además, las regulaciones cambiarias se realizarán con el objetivo de proteger este proceso de crecimiento de las reservas internacionales.
El informe de Economía adelanta cómo será la flexibilización de ese control de cambio, al señalar que, una vez ordenados los flujos de pago para los próximos años de las obligaciones externas del sector público y privado, «la acumulación de reservas internacionales será la base para una gradual adaptación de las regulaciones cambiarias y de la cuenta capital».
Para precisar que «dicha adaptación priorizará en su inicio las inversiones destinadas a aumentar las exportaciones, sustituir importaciones o aumentar la productividad y competitividad de la economía argentina». Es decir, el actual control de cambio continuará (lo que se denomina «cepo»), anticipando que si el Banco Central tiene más dólares, estos billetes verdes serán destinados para el sector productivo y no para facilitar la dolarización de excedentes de particulares y empresas.