Descartan que seguirá un repunte fuerte de los commodities agropecuarios que pegará en los valores internos. Las metas del FMI y una alerta por las paritarias.
( Por Leandro Renou)
“Lo estamos analizando como el primer caso de COVID en China”, dijo un alto funcionario a Página I12 intentando graficar en qué estadio se encuentra la preocupación sobre el impacto local de la crisis en Ucrania. Una especie de primer acercamiento a efectos que se verán en energéticos, pero, sobre todo, en el principal problema de Argentina: los altos niveles de inflación. Esos dos puntos, además, son grandes condicionantes del éxito o fracaso en el cumplimiento del acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los más activos en seguir la dinámica son los ministerios de Agricultura, Desarrollo Productivo y la Secretaría de Comercio Interior. Los dos primeros, con una mirada más macro de la problemática, de diagnóstico, mientras que la división que comanda Feletti apura algunas medidas que ya estaban siendo trabajadas pero que ahora cobran más sentido ante el rebote sostenido de los precios de los commodities agropecuarios.
En Agricultura, el análisis se está haciendo paso a paso en tándem con otras realidades complejas que suman a la crisis. El ministro Julián Domínguez acompañó al presidente Alberto Fernández a Corrientes, donde se ha sumado un inconveniente serio. Los incendios en esa provincia hicieron que se pierda el 35 por ciento de los 4,5 millones de cabezas de ganado. Es provincia es la segunda en importancia a nivel ganadería. Esa tragedia impactará en menos oferta, perdida de stocks (nacerán menos terneros) y en precios.
El sector carnes, además, también se verá resentido en precios por el impacto de Ucrania. La dinámica alcista del maíz, alimento de pollos y cerdos, pone en alerta a los ministerios. Aquí puede venir a ayudar una de las medidas que tiene en carpeta la secretaría que comanda Roberto Feletti. La referencia es para un fideicomiso del maíz, similar al que se aplica con el aceite comestible y el que se anunciará en días, vinculado al trigo.
Esos fideicomisos preservan en un fondo de precios fijos volúmenes determinados de producto, para garantizar la provisión minorista a valores alejados de la evolución internacional. El que está más armado y se vuelve casi imprescindible en el contexto de guerra en Europa es el del trigo: según confiaron fuentes oficiales a este diario, está muy avanzado que se sumen 750 mil toneladas sobre una producción total de 22,1 millones, un 3 por ciento del total. Ese volumen es para garantizar precios estables para todo el año en harina tres ceros y paquetes de fideos de medio kilo en Precios Cuidados. De hecho, en el Gobierno aseguran que, si no existiera este fideicomiso, luego el 7 de abril (donde vence la etapa de Cuidados) los precios en góndola aumentarían un 22 por ciento.
En los ministerios, en tanto, también barajan la posibilidad de cupos de exportación si es que desde los sectores empresarios se inicia un proceso de remarcación fuerte cuando se están teniendo ganancias récord por precios históricos en el mercado de granos mayorista de Chicago.
En la Unión Industrial (UIA), en tanto, aseguran que preocupa más la cuestión de los precios energéticos. Los empresarios fabriles pulsean por sostener subsidios a la producción, que estiman se podrían perder ante la necesidad del Gobierno de recortar asistencia en el marco de un acuerdo con el FMI y en medio de la guerra en Ucrania y Rusia. Para el Gobierno, el tema gas es serio, dado que la provisión en invierno será más cara en dólares y no se puede dar el lujo de parar una recuperación que es el corazón del acuerdo con el organismo que comanda Kristalina Georgieva.
Todo el asunto del impacto en precios tiene, para el Gobierno, otro coletazo. La evolución de los salarios es central para consolidar la recuperación y la inflación extra tensiona las paritarias. El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, mencionó discusiones por encima de los 40 puntos, pero esta dinámica pone en stand by las previsiones, dado que la pelea contra los precios en 2022 será una cuesta aún más empinada que el año pasado. En el Gobierno preocupa, sobre todo, que esa inflación extra venga a sumarle calor al precio de los alimentos, que son los que monopolizan los ingresos de un país con fuertes desigualdades.