Largas filas en los centros de testeo, tiendas vacías y pronto quizás menos buses. En Berlín, los contagios de SARS-CoV-2 han crecido de forma explosiva y la incidencia a siete días ya llega a 970.
Los contagios avanzan fulminantemente en Berlín. Ómicron ya domina la ciudad.
Los matrimonios no son, hoy por hoy, una celebración familiar en Berlín. Una pareja que quiera dar el «sí» solo puede ser acompañada por 5 personas en la oficina de registro. Además, hay estrictas restricciones para acceder a los restaurantes y el clima tampoco ayuda mucho.
Pero cuatro jóvenes en el distrito berlinés de Charlottenburg no dejan que eso les amargue el ánimo. Chaquetas gruesas, una botella de champán y una pequeña torta: con todo eso se instalaron en un banco frente a una oficina de registro. Hay buen ambiente. Angela y Johannes se acaban de casar. Es algo así como el amor en tiempos de coronavirus. «La inscripción la tuvimos que hacer por escrito y para la boda teníamos que estar vacunados, recuperados o recién testeados», cuenta a DW la pareja sobre la ceremonia, que duró «entre 10 y 15 minutos».
La nueva normalidad: así hay que casarse hoy por hoy en Berlín.
Un máximo de cinco personas puede asistir a la ceremonia, aparte de la pareja. «Para dar el sí y besarnos nos permitieron quitarnos la mascarilla», dice Angela, quien no desea que el explosivo aumento de contagios en Berlín le arruine la jornada. «Con estos grandes amigos y mi esposo» todo irá bien, estima. «Estamos todos vacunados, seguimos las normas y, de cualquier modo, no es mucho más lo que podemos hacer».
Ánimo sombrío en los barrios de moda
Buen ánimo en Charlottenburg, mal ánimo en el popular barrio de Bergmannkiez, en Kreuzberg. Este fin de semana nublado estuvo inusualmente tranquilo en esta zona de la capital. Un sábado normal es de vibrante vitalidad, con tiendas, restaurantes y cafés llenos y animados. Hoy apenas hay gente. Quien desee comprar en las boutiques o tiendas de moda debe tener su certificado de vacunación o un examen negativo reciente a la mano. Pero en la mayoría de las tiendas no hay movimiento. «Es como una danza de muerte», dice resignada una vendedora, que dice jamás haber vivido un bajón de estas características. Con el creciente número de contagios, pocos se atreven a salir a la calle.
El número de contagios se ha disparado en Berlín en los últimos días. El virus se propaga a gran velocidad especialmente en los distritos más densamente poblados. En Mitte, Neukölln y Friedrichshain-Kreuzberg, la incidencia semanal ya superó con creces los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes. En las últimas semanas, científicos del Centro Max Delbrück han tomado muestras de las aguas residuales, y llegaron a la conclusión de que ómicron desplazó por completo a la variante delta.
Largas filas en los centros de testeo
El creciente número de contagios ha desatado una avalancha de personas ansiosas por hacerse un test para detectar el SARS-CoV-2 en alguno de los 12 centros de pruebas estatales. En la Müllerstraße, en el distrito de Wedding, se formó una enorme fila el fin de semana, que se extendía por varios cientos de metros. Quienes esperan, desean hacerse un test PCR para descartar un contagio. Otros, tras haberse contagiado, quieren hacerse la prueba para librarse de la cuarentena. Otros tantos recibieron una alerta en la Corona-App por haber estado en contacto con alguien contagiado. Como una joven pareja que espera su turno. Llevan una hora esperando y seguramente les queda aún otra hora más. «Nos hicimos dos test rápidos, y ambos dieron negativo», cuenta ella. «Pero tuvimos contacto con una persona contagiada y por eso queremos hacernos un PCR». Tras ellos hay una enorme cantidad de personas que, con este frío, si no tienen covid-19 sí terminarán resfriados.
La espera por un test en Berlín puede tomar horas.
La espera es más breve en los centros de testeo de la firma comercial Coronatest.de, que tiene en todo el país 50 recintos, 20 de ellos en la capital. Ofrecen test de antígenos y PCR, que son analizados en sus propios laboratorios, explica a DW el director de la compañía, Benjamin Föckersberger. Los PCR cuestan entre 14,99 y 120 euros, dependiendo de cuán rápido y para qué se requieran los resultados. Al parecer son estos los únicos test confiables a la hora de detectar la variante ómicron, pero Föckersberger solo puede ofrecer gratis los test de antígenos, que son los que paga el estado de Berlín. «Esa es la discusión que he intentado tener con los políticos todo este tiempo», dice. «Si hacemos los PCR por 12 euros y los antígenos nos reportan 12,50 euros de compensación estatal, es una locura que el estado gaste dinero en esos antígenos. En lugar de ello, deberíamos invertir en capacidad para hacer PCR», sostiene.
Laboratorios al borde del colapso
En Berlín hay solo dos laboratorios encargados de procesar las pruebas tomadas en los centros públicos. Debido a la sobrecarga de trabajo, a veces tardan hasta tres o más días en entregar los resultados. Eso afecta también al Hospital Universitario Charité, pues todo paciente que ingresa debe ser aislado hasta tener el resultado de su examen PCR.
Föckersberger ha ofrecido las capacidades de su firma a las autoridades, pero hasta ahora la administración sanitaria berlinesa ha rechazado la propuesta. El empresario confía en que la nueva jefa de la entidad sanitaria, Ulrike Gote, de Los Verdes, imponga un cambio de actitud.
Benjamin Föckersberger busca, claro, una nueva oportunidad de negocios para su firma. Sin embargo, también debe enfrentar problemas: numerosos trabajadores de sus centros se han reportado enfermos, debido precisamente al coronavirus. Por eso, de momento solo puede trabajar a media capacidad.
Las altas cifras de contagios y la enorme cantidad de trabajadores con baja por enfermedad podría pronto golpear el funcionamiento práctico de Berlín. Las empresas de transportes ya han anunciado que limitarán el número de autobuses en algunas líneas esta semana. Simplemente, no hay suficientes conductores. (dz/ms)