Si se mantuviera el ritmo de obras previsto en el presupuesto para 2026, se necesitarían 280 años para cerrar el déficit de infraestructura del país. El alto costo de dar prioridad al equilibrio fiscal pero no al de necesidades satisfechas
(Raúl Dellatorre/Página 12/ Director de Motor Económico)“Con las inversiones reales en obras que prevé ejecutar el gobierno nacional en 2026 según el Presupuesto, se requerirían 280 años a este ritmo para recuperar el déficit de infraestructura que hoy tiene el país”. La sentencia fue formulada por un reconocido experto en Planificación, Claudio Velazco, ingeniero con amplia trayectoria en obras de infraestructura, que desde hace más de dos décadas viene debatiendo, y proponiendo además, los lineamientos de una propuesta integral de obras públicas que atienda las necesidades urgentes y de largo plazo que tiene el país. “Hoy se están pagando las consecuencias de dos años completos con la obra pública totalmente frenada, y cuando se dice que se va a destinar 2 por ciento del Presupuesto Nacional a obras de infraestructura, se está mintiendo, porque sólo el 0,4 o 0,5 del presupuesto irá realmente a obras: el resto se va a ir en transferencias de capital, pagos atrasados de certificaciones de obras ejecutadas y otras deudas que vienen de dos años de parate en la obra pública; porque cuando se vuelven a poner en marcha, es lo primero que hay que pagar”, sostuvo el especialista en diálogo con Página/12.


Claudio Velazco realizó un detallado análisis del conjunto de obras de infraestructura incluídas en el presupuesto que acaba de aprobar el Congreso. Suman el equivalente a 2368,2 millones de dólares. Por lo dicho más arriba con respecto a transferencias y pagos atrasados al reinicio de una obra mucho tiempo paralizada, “se podría suponer que la inversión real en obras va a ser el 20 por ciento, como mucho el 25, de lo que dice el Presupuesto”. Es decir, en vez del 2% del presupuesto total, será el 0,4 o el 0,5 por ciento.
El minucioso estudio de Velazco, publicado en su blog, presenta el conjunto de obras con una claridad que el Presupuesto Nacional no expone. Separa los montos proyectados en el Presupuesto 2026 en cinco áreas de inversión con el siguiente resultado:
Infraestructura Vial: 843,3 millones de dólares;
Obras Hidráulicas y Saneamiento: 224,9 millones;
Vivienda y Urbanismo: 597,3 millones;
Infraestructura Social: 323,3 millones:
Infraestructura Energética: 379,5 millones.
Dicho cuadro totaliza la inversión en infraestructura total presupuestada en 2368 millones de dólares, aproximadamente.
En un estudio previo, culminado pocos meses atrás, Velazco había hecho “una estimación global, a partir de haber analizado los déficits en diferentes áreas de infraestructura claves para una mejor calidad de vida a nivel nacional, como ser Obras Hidráulicas, Agua Potable, Cloacas, Caminos y Ferrocarriles”. El resultado se expone aquí.
Total de inversiones básicas requeribles, por área de infraestructura considerada (para ser aplicadas en un plan plurianual):
Obras hidráulicas (sólo para mitigar inundaciones): 70.601 millones de dólares;
Agua potable: 10.780 millones;
Cloacas: 32.424 millones;
Caminos: 7667 millones;
Ferrocarriles: 11.279 millones.
“La inversión estimada total, requerible para revertir la situación de los servicios analizados, es del orden de los 132.751 millones de dólares”, señala el trabajo. “Frente a este esbozo de situación compleja presentada, obviamente que sería ilógico pensar en planteos de soluciones a corto plazo”, aclara de inmediato el autor en su ensayo. “Es por eso que, desde un concepto planificador, y acorde con la realidad de la economía que nos impera, es posible pensar en diferentes alternativas de plazos” para el abordaje de tales necesidades.
Sin embargo, confrontando esas necesidades de obras con las inversiones reales previstas en el presupuesto 2026, que Velazco estima en torno a los 500/550 millones de dólares, se necesitarían entre 260 y 280 años para recuperar el déficit de infraestructura actual.
Prioridades opuestas
Uno de los grandes méritos del análisis de Velazco, en criterio del autor de esta nota, es que fija el eje del análisis en la necesidad de eliminar el déficit de infraestructura, en vez de poner la prioridad en eliminar el déficit fiscal. Es decir, desde el punto de vista conceptual, se para en la vereda de enfrente del gobierno nacional actual.
“El punto de partida de cualquier análisis sobre la necesidad de obras públicas es discutir a qué país apuntamos; esto es la esencia de la planificación, fijar los objetivos y en función de ellos, ir en busca de los recursos para alcanzarlos. Es también una forma de mostrar la importancia de un Estado presente”, describe Velazco en charla con Página/12.
“El cálculo del gasto necesario para cloacas o agua potable es fundamental en un presupuesto de obra pública si se piensa en el bienestar de la gente y su calidad de vida”, señala..
“Cuando se discute de obras viales, la partida que le destina el gobierno nacional al rubro es importante, pero gran parte está destinada a obras que están concesionadas, las de la vía troncal. Los caminos provinciales o las rutas que unen pequeños pueblos del interior no le interesan a este gobierno. Por eso elimina Vialidad Nacional”, critica el especialista.
“Temas como inundaciones o el cambio climático no deberían estar ausentes en el debate sobre la infraestructura necesaria. En uno de mis trabajos señalo una recomendación del Banco Mundial, cuyos expertos opinan que cada año en Argentina se pierde por inundaciones el equivalente al 0,7 por ciento del PBI”. Con un PBI estimado en más de 600 mil millones de dólares, esa pérdida equivaldría a unos u$s 4 mil millones por años


“Si por diez años consecutivos nuestro país tomase la decisión política, y tuviese los fondos, para invertir alrededor de la misma magnitud de lo que se pierden por inundación por año, en una década tendríamos un país mejor preparado en infraestructura hidráulica, y romperíamos el lamentable pero real porcentaje estadístico que señala el Banco Mundial”, subraya Velazco.
El experto en planificación de obras deja un último concepto que confronta con el que primó en el presupuesto que el gobierno de Javier Milei logró hacer aprobar. “Cada cálculo hidráulico que proyecte obras que mitiguen inundaciones, cada análisis de potabilización de agua (con sus correspondientes proyecciones de crecimiento poblacional), cada nuevo servicio de red cloacal a argentinos que nunca podrían pagarlas, cada obra de tratamiento de líquidos cloacales que signifiquen la no contaminación de afluentes de las napas acuíferas, serán beneficios para la sociedad y un mundo más limpio para los que nos precederán. Todo eso, y mucho más, sólo serán posibles con un Estado Presente”.


