Edición n° 3317 . 21/12/2025

FELISA, ME MEO (FELIZ AÑO NUEVO)

“La esperanza es la vida misma defendiéndose”Julio Cortázar

La culpa es de la dirigencia. Y no hablo de los oficialistas, que son poco más que una piara de incompetentes angurrientos buenos para nada. Seres que configuran la expresión acabada del famoso “analfabeto político” al que refería Bertolt Brecht: “trapacero, granuja, corrupto y servil” (imagínense si este ejemplar, actuando en sociedad, preocupaba al poeta y dramaturgo alemán, lo que significa tenerlos en la conducción del país).

Digo de todo el resto de los mandamases, en las más diversas tonalidades de ese fracaso que mezcla la
defección, la traición y el abandono. Y hablo de culpa porque su inacción excede al concepto responsabilidad. Su complicidad, su acompañamiento a la destrucción de la Argentina, es sencillamente un crimen. La derrota los aúna y los incluye: políticos, empresarios, sindicalistas, religiosos, deportistas, intelectuales, científicos… Cada cual a su manera; cada uno aportando su “granito de arena a la confusión general”, como le decía Federico Peralta Ramos a Tato Bores.

¿Son todos? Ni ahí. Si se recorre la Argentina, en cada sector y a cada paso uno se cruza con mentes lúcidas, brazos laburantes, intenciones buenas y serias, ideas constructivas. ¿Por qué no están a cargo, entonces? Simple: hay una napa dirigencial que obtura, que tapona, que opera de pisa brote: como Othar, el caballo de Atila, que por donde pasaba, no volvía a crecer el pasto

No hago nombres ni de los unos ni de los otros porque, seguramente, dejaría algunos afuera y no sería justo. Para bien y para mal. Pero suelen estar a la vista: los que defeccionan y decepcionan suelen estar a la vista.

Los otros no, claro. Los otros aparecen cuando uno tiene la voluntad de recorrer, escuchar, abrir la cabeza y el corazón. La mayoría son jóvenes, rondan los 50 años (y para abajo), tienen experiencia. Muchos ya han administrado, algunos en lugares importantes de la Nación o de sus provincias, en áreas neurálgicas de grandes empresas; en gremios y otras organizaciones de la vida nacional. Y tienen un diagnóstico bastante preciso de la situación. También ideas (y energía, y voluntad) para transformar una realidad siempre en deuda con las mayorías.

Pero el país (y el mundo, de alguna manera) vive un auge de la gerontocracia. Octogenarios mandando y decidiendo, con su lógica patética… patética de phatos, naturalmente. Magnetto, 81 años, Eurnekian, 93; Cavalieri, 93; Moyano, 81; Eduardo Menem (el jefe de la banda) 87; Cavallo, 79; Ricardo Arriazu (la voz económica en la cabeza de Milei), 83. Y si nos vamos allende los mares, Donald Trump, 79, Joe Biden 83; Alexander Van der Bellen, 81; Warren Buffett, 95… y así podríamos seguir, porque la mayoría de los que cortan el bacalao ya no pueden masticarlo. Tipos que cuando tenían vida para disfrutar, no tenían ni plata ni tiempo y ahora, con plata y tiempo, tienen poca vida. Pero están ahí, obstaculizando, obstruyendo, muñequeando un mundo que se niegan a soltar.

LA VENGANZA

“Lo que nunca le voy a perdonar a Perón es que durante su gobierno, y después también, el negrito que venía a pelear por su salario se atrevía a mirarnos a los ojos. Ya no pedía, discutía”, sostenía Robustiano Patrón Costa, epítome de lo más detestable de la oligarquía argentina y quien, probablemente, hubiese resultado presidente de no mediar el golpe del GOU de 1943. Ese sentimiento nunca se apagó. Por el contrario, se extendió a otros sectores de la sociedad que, aunque nunca tuvo peones ni esclavos, hubiera deseado tenerlos. La actriz Araceli González, sin ir más lejos. Una piba de Villa Lugano, criada en Haedo, despachándose en la mesa de Mirtha Legrand (el medio es el mensaje) contra los trabajadores y explicando que está a favor de la Reforma Laboral. «… muy difícil despedir. Yo vengo de una familia que todos eran empleados, pero a veces uno tiene la razón como empleador sobre una situación clara y le tenés miedo al empleado. Es como, ey, che, te contraté y ahora te tengo miedo».

Convengamos que esta reforma a la que, falsamente, denominan “Modernización”, no era necesaria. Aunque, bien mirada, su denominación tan mal no está dado que la era Moderna se ubica entre 1492 y 1789 y los cambios propuestos en el articulado de la Ley nos retrotraen a los tiempos de la mita y el yanaconazgo. Esperemos que los sobrevenga una nueva revolución, esta vez Sudamericana porque… segundo Francia.

Vuelvo a la Reforma: no era necesaria. Hay un nivel de flexibilización laboral de hecho que hace que el proyecto torne en poco más que un éxito tardío. Ya a comienzos de los ´90s, el mercado bregaba por una ley similar operada por los mismos que hoy recorren radios, canales y streamings explicando ventajas inexplicables para los trabajadores. Julián de Diego y Daniel Funes de Rioja ya trajinaban por entonces los despachos ministeriales empujando un proyecto casi idéntico al que hoy está en las oficinas del Senado de la Nación.

Han pasado 35 años. No lo necesitan. Con más del 50% de los trabajadores con escasa o nula protección, absolutamente precarizados, el Mercado no requiere ninguna nueva herramienta para hacer y deshacer a su antojo. Pero hay venganza detrás de cada línea del proyecto. Está escrito con sangre de la inquina que el viejo Patrón Costa les legó a los propios y a los desclasados: esta Ley es otra forma del disciplinamiento.

TIRO EN EL PIE

Saltimbanquis del poder. Tránsfugas a la violeta. Cuando un espacio se ordena con los requechos de la política, suele pasar que en su seno surjan flagrantes contradicciones. Como la que ha estallado en estas horas en el corazón mismo de La Libertad Avanza por esa idea de armar una persecución penal para los militantes políticos de los años ´70s, una remake aggiornada de la Teoría de los Dos Demonios que intenta ponerlos en pie de igualdad con los militares que ejercieron el Terrorismo de Estado.

La opereta es grotesca y menor, casi burda. Han preparado un registro de los nombres más rimbombantes de las “organizaciones guerrilleras” (según ellos) e intentan involucrarlos en algunas acciones como la de la bomba que explotó el 2 de julio de 1976 en la Superintendencia de Seguridad Federal. La estrategia parecía buena hasta que, el pasado jueves, durante una audiencia, Myriam Bregman (que interviene en su calidad de abogada) observó que una de las personalidades más distinguidas del constructo libertario, la ex ministra de Seguridad y actual senadora, Patricia Bullrich, figuraba en esos listados.

Rápido, cual movilero estimulado, el juez Barrotaveña quiso tirar la pelota afuera pero el nombre había entrado como la aguja hipodérmica de la teoría de la comunicación y en la sala, el murmullo, hablaba de Pato. Ligada a su cuñado Rodolfo Galimberti, figuraba en un apartado bajo la indicación “otros integrantes de la agrupación terrorista”, al parecer con su “nom de guerre” Carolina Serrano. Claro que, tardíamente, había sido quitada de la nómina pero, para esas cosas, existe la memoria.

Bullrich, seguramente, ha tenido semanas mejores. Abocada casi de manera obsesiva a fogonear la reforma laboral en el Senado, las balas pican cerca de ella. Una de buen calibre es la denuncia que recibió junto a su hijo Francisco Langeri Bullrich y al fundador de Tostado Café, Fernando Goijman, por evasión tributaria, lavado de activos y asociación ilícita. Al parecer los más de 70 locales que operan bajo las firmas Tostado Franquicia S.A. y Tostado Branding S.A servirían para algo más que vender latte macchiato y Avocado Toast. O sea que, más que tostada, la cosa está negra. Debería haber puesto un laverap.

LÁTIGO Y BILLETERA

Sin embargo, Pato -como todo libertario que se precie- va por la vida violentando cuanta normativa vigente le pongan en su camino, Constitución Nacional incluida. Detalles como meter con fórceps la reforma laboral por el Senado a pesar de que contiene leyes que afectan lo tributario o tomar por asalto la presidencia de la Comisión de Trabajo y Previsión y, de paso, cortarle el rostro al senador Mayans son algunos de los botones que han servido de muestra a esta condición de Bullrich de cagarse en la tapa del piano.

Ella cree que este ejercicio violento sumado al poder vicario que le confiere el Casalito Presidencial la proyecta para la presidencia en 2027 (al menos para la fórmula presidencial). Lamento avisarle que no va a ser así: Milei y la Primera Hermana ya la ven compitiendo por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, espacio que necesitan con desesperación porque, a la postre, será su último refugio si la tortilla se da vuelta y, como analizan algunos economistas que no lo quieren bien, esto termina con una hiperinflación con sequía de dólares.

Por ahora, el Papadas compra bien. Y, encima, además, ahora paga. Claro: hay quienes quieren venderse… y no son sólo los radicales y el PRO. También algunos gobernadores “peroMistas” se entregaron por un puñado de ATN: miles de millones, que parecen mucha plata pero, en un presupuesto provincial, son monedas. Como fuere, la mejor síntesis estuvo en boca del formoseño José Mayans cuando Bullrich lo prepeó: “Hacen lo que se les cantan las pelotas”, dijo el presidente del bloque justicialista. Tiene usted razón, senador, hacen lo que se les canta y, al parecer, sólo los frenan sus propios aliados y sus repetidos errores en el cálculo político.

No la movilización, que acaso no haya sido comunicada con total claridad y que, por imperio del compás de espera, dejó demasiadas cuestiones atadas a la voluntad de los trabajadores, un colectivo que pareciera adormecido por las violencias salariales a la que se lo ha sometido en los últimos 10 años y por la constante precarización de la que es víctima. Tampoco las advertencias cegetistas en una plaza que no lucía amenazante para el gobierno.

Fueron los propios libertarios, que una vez más se desayunaron el almuerzo y la cena. Y a la hora de los bifes, no tenían nada de lo que creían tener. La Reforma pasa para febrero. El Congreso tiene sus tiempos. Pepita la Pistolera parece un personaje de historieta con sus ínfulas extravagantes en la Casa del consenso y coso.

EL PODER EVANGÉLICO

Imagínese una especie de “Puma” Rodríguez posmoderno, casi tan mersa como el cantor venezolano y un poquito bastante más facho. Ahora agréguele una buena dosis de CIA (la agencia de inteligencia), periodistas, sindicalistas y dirigentes políticos que ofician de coreutas de esa farsa trágica que es su candidatura a presidente 2027… Listo, ahora tiene la imagen más o menos acabada de la última jugada de la Embajada en nuestra patria: un pastor protestante para la Primera Magistratura de la Nación.

Cuentan que el advenimiento de los pastores pentecostales en este lado del mundo surge como movida de la Agencia Central de Inteligencia yankee que, temerosa de que la Teología de la Liberación inundara de comunistas Sudamérica, los plantó para que difundan sus doctrinas derechoides. Así, en pocos años, de adorar el pesebre, celebrar el natalicio del Niño Dios y esperar la llegada de los reyes magos pasamos a armar unos pinitos nevados en diciembre, colgar medias de lana en la chimenea (o similar) para que el gordo Santa nos traiga regalos y, en el último tiempo, a venerar al Soldado Cascanueces, “símbolo de protección, suerte y el espíritu mágico de la Navidad que se ha mantenido vivo gracias a la tradición alemana”, ¡me cache en dié!

Confundida, errática y, acaso, un tanto atolondrada, nuestra sociedad abraza cambios, modas, conductas sin detenerse demasiado en su significado ni en sus implicancias. Ve apenas un recorte inducido de la realidad. Se deslumbra por las chucherías. Escucha sólo lo que quiere escuchar. Como en el viejo y remanido chascarrillo de aquel abuelo que, durante el brindis del 31 a la noche, sin su dentadura postiza colocada, decía: “Felisa, me meo… Felisa, me meo” pero, en realidad quería decir “Feliz año nuevo”. Que los hados de 2026 nos sean benéficos.

Por Carlos Caramello.-