(Por Redacción EDA) Las políticas económicas del Gobierno de Javier Milei vienen afectando duramente a la industria nacional, al tiempo que sólo favorecen las actividades especulativas. Desde el inicio del nuevo Gobierno cerraron en promedio unas 30 empresas por día. Y, lejos de mejorar, el panorama parece agravarse progresivamente. Aunque el impacto es generalizado para todos los rubros, hay algunos donde una particularmente adversa combinación de factores hace que la crisis sea más profunda, como es el caso de industrias alimenticias, textiles y comercios de venta al público en general.
Después de semanas en las que se hizo evidente una crisis casi terminal de la industria láctea (con cierres o parates productivos de empresas históricas como Sancor, Verónica, La Supachense y ARSA), en estos días se difundieron noticias sobre el crítico escenario que transita la industria panificadora. De acuerdo con Martín Pinto, presidente del Centro de Panaderos de Merlo, el brutal aumento de costos de entre 45 y 50% y el desplome de la demanda en más de un 55% ya provocaron el cierre de más de mil panaderías a nivel nacional en dos años, con una pérdida estimada de 15 puestos de trabajo en el sector. El referente consideró que la actual crisis es más profunda que la de 2001 y que la pandemia. Pinto denunció que la base del problema está en la asimetría entre los costos (incluyendo servicios) que suben constantemente y los salarios que permanecen casi congelados.
Dando cuenta de lo generalizado de la dramática situación, esta semana la planta de de Georgalos de la localidad de Victoria confirmó la suspensión durante 15 días de unos 600 trabajadores, en tandas de 80 personas, argumentando motivos de «fuerza mayor». El delegado Rubén Domínguez, del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia (STIA) confirmó que ya se efectivizaron las primeras 180 suspensiones y consideró, responsabilizando de la crisis al Gobierno nacional: «Entendemos el contexto de la Argentina de Milei con la apertura de importaciones».
El desplome del consumo impacta también en el comercio, tanto en pequeños locales como en las grandes cadenas de supermercados. En las últimas semanas se confirmó la salida de Carrefour del país, numerosos cierres de locales de Easy y Vea, así como también una muy importante reducción de la principal sede del supemercado Libertad, en la ciudad misionera de Posadas. Esta semana, seis sucursales de la empresa mayorista de productos de limpieza y perfumería Caromar cerraron sus puertas sin aviso (en San Justo, La Tablada, Mar del Plata, Rosario, José C. Paz y Burzaco), dejando a cientos de trabajadores sin su fuente de empleo y ofreciendo pagar apenas el 50% de las indemnizaciones correspondientes, también argumentando motivos de «fuerza mayor».
En ese marco, las cadenas de supermercados buscan capear el temporal con ofertas y promociones que no logran recuperar el consumo, y con estrategias de diversificación que aprovechan las facilidades para la importación que brindan las políticas oficiales. Así, supermercados COTO comenzó a presentar en muchos de sus locales góndolas de ropa importada, de la marca H&M, contribuyendo así a la profundización de la crisis del sector textil nacional, que este año vio duplicarse el nivel de las importaciones, con casi el 90% de ellas provenientes de China.


