Edición n° 3285 . 19/11/2025

Fuentes Seguras. Lo que refleja el Pacífico

De Taiwán a Venezuela, el océano, incluidas sus parcelas de Mar de China Meridional y el Caribe, evidencia una debilidad. La amenaza es seria, pero el vigor multipolar contiene su despliegue. La democracia y sus variadas presentaciones públicas

(Por Gabriel Fernández *) Hace tiempo que se perciben dificultades para encarrilar el sentido de las grandes masas. Seguramente impulsadas por una tendencia económica que ostenta como bandera la combinación de producción y adelantos científico técnicos, proceden de un modo diferente al conocido un par de décadas atrás. Ese andar pone en cuestión la democracia; su fórmula solo es aceptada por la cúspide occidental si ofrece resultados acordes con sus necesidades.

Ya se había detectado en varias regiones. El rechazo a la hegemonía atlantista ha sido intenso en pueblos del centro europeo. Cuando votan, sacan la basura y la dejan fuera en ingenuo aunque sano intento por limpiar el hogar y despejar el ambiente. En tanto, los Estados Unidos vienen atravesando una secuencia de conmociones derivadas de exigencias sociales des alineadas con un Supra Poder cada día menos capacitado para ofrecer soluciones.

El problema es que esos espacios, coordinados por el tándem Davos OTAN, agreden al planeta con el argumento de defender la democracia y garantizar valores como la libertad expresiva y los derechos humanos. Sus referencias, las grandes entidades financieras que deterioran la convivencia, amparan el narcotráfico mientras declaman combatirlo, dicen sostener el capitalismo mientras pretenden aniquilar su perfil productivo. Censuran a quienes abrevan en la realidad.

Eso sí. Cada tanto y con éxito dispar impulsan alguna revolución de colores, trasladando bandas de agentes de inteligencia disfrazados de payasos para agitar protestas contra autócratas, dictadores, populistas; todos, oportunamente denunciados -¡desenmascarados!- por medios y redes que no toleran la libertad de opinión a menos que contenga las opiniones que sus jefaturas autorizan opinar. El complemento no es otro que el empleo de la fuerza, pero no resulta nada sencillo: el gobierno mundial ya no funciona con fluidez.

Este es otro planeta. Repasemos los acontecimientos recientes. Si; apenas los acaecidos en este tramo del año.

ELECCIONES. Los votantes taiwaneses rechazaron un intento de destituir a cerca de una quinta parte de sus legisladores, todos del opositor Partido Nacionalista, en elecciones revocatorias, lo que reduce las esperanzas del partido oficial de cambiar el equilibrio de poder en la legislatura de la isla. El gobernante Partido Progresista Democrático (DPP), que favorece la independencia, venció en las presidenciales del año pasado, pero los nacionalistas favorables al diálogo con China (KMT) y el más pequeño Partido Popular de Taiwán tienen suficientes escaños para formar un bloque mayoritario.

Los resultados mostraron que los intentos de destitución no lograron remover a ninguno de los numerosos legisladores del KMT. Esta vertiente posee, en la actualidad, 52 escaños, mientras que el gobernante DPP cuenta con 51. Para que el DPP logre una mayoría legislativa, al menos seis legisladores del KMT tendrían que ser destituidos y el partido gobernante debería ganar las elecciones complementarias, que deben celebrarse dentro de los tres meses posteriores al anuncio de los resultados.

Para que la revocatoria sea aprobada, más de una cuarta parte de los votantes elegibles en el distrito electoral debe votar a favor, y el número total de partidarios tiene que superar a quienes voten en contra. Si los resultados de la votación del próximo comicio tampoco son favorables para el DPP, significaría que el Gobierno del presidente de Taiwán, Lai Ching-te, podría seguir enfrentando una fuerte resistencia dentro de la legislatura antes de las elecciones previstas para 2028.

Es decir, pese a los esfuerzos del Reino Unido y de su fatigado compañero transatlántico, el pueblo taiwanés, con lazos de sangre y emoción que lo vinculan al que observa desde el continente, está reflexionando a fondo. Piensa en esa historia, pero también en ejemplos cercanos –Un País Dos Sistemas-, en la necesaria paz que garantice el tránsito fluido a través del Mar de China Meridional y, muy especialmente, en la riqueza en desarrollo que implica la fabricación de semiconductores. Ese factor en el cual la República Popular de China viene avanzando de modo arrasador. Como dato trascendente que permanece oculto: este 2025, Taiwán se convirtió en el principal importador mundial de naftas provenientes de la Federación de Rusia.

No diga, lector, que la información carece de gracia. Otra que sanciones.

INVENTAR LA GUERRA. El secretario de Defensa (ahora, Guerra) de los Estados Unidos, Pete Hegseth, lanzó este sábado una advertencia a la región Asia-Pacífico y al mundo: las intenciones de China sobre Taiwán representan una amenaza tal para la paz y la estabilidad globales que exige que “nuestros aliados y socios cumplan con su parte en materia de Defensa”. “No hay razón para endulzarlo. La amenaza que representa China es real. Y podría ser inminente”, dijo Hegseth en un discurso en el Diálogo de Shangri-La, el principal foro del rubro en Asia, realizado en Singapur.

“Pekín se está preparando de manera creíble para usar potencialmente la fuerza militar y alterar el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico”, dijo, señalando que las fuerzas del Ejército Popular de Liberación (EPL) entrenan a diario para tomar acciones militares contra Taiwán. En ningún momento admitió que la prédica -y el accionar, claro- de carácter pacifista viene siendo el eje de los planteos chinos para la región. Queda esta sensación: parece configurarse una operatoria atlantista destinada a dibujar una imagen hostil del Dragón, por encima de los anhelos del mismo protagonista.

Hegseth se permitió decir que el líder chino Xi Jinping ordenó a su Ejército estar listo para invadir Taiwán en 2027. “El EPL está construyendo las fuerzas armadas necesarias para hacerlo, entrenando todos los días y ensayando para el momento real”, aseveró. En línea, completó que el presidente Trump ha prometido no permitir que Taiwán caiga en manos de China durante su mandato, y llamó a los aliados y socios estadounidenses en la región a unirse para enfrentar a Pekín, tanto en el tema de Taiwán como en otras disputas regionales donde “China persigue agresivamente su agenda, como en el mar de China Meridional”.

Sin que la mayor parte de los presuntos afectados lo respalden, el secretario de Guerra norteamericano afirmó que “El comportamiento de China hacia sus vecinos y el mundo es una llamada de atención. Y una urgente”. El presentador televisivo advenido en titular del área bélica oficial, apuntó que su país no puede afrontar la amenaza china solo, e instó a otras naciones a ser “multiplicadores de fuerza”. “Pedimos, e incluso insistimos, que nuestros aliados y socios cumplan con su parte en materia de defensa”, declaró. Como se preveía, Hegseth instó a los países asiáticos a aumentar su gasto en Defensa, colocando cual ejemplo a los aliados de la OTAN que lo han incrementado hasta el 5 % del Producto Bruto Interno.

“Por lo tanto, no tiene sentido que los países europeos hagan eso mientras sus aliados clave en Asia gastan menos en Defensa ante una amenaza aún mayor, por no mencionar a Corea del Norte”, afirmó.

LA ENCERRONA. En realidad, el pueblo taiwanés está siendo empujado a una reyerta que no desea. Como para Occidente la democracia funciona si de su aplicación surge lo que la dupla finanzas y armas necesita, este interés de fondo que combina con lo expresado desde la República Popular, es desoído. ¿No? Preste atención al trasfondo de esta información, lector: Los Estados Unidos aprobaron la venta de aviones de combate y otras piezas de aeronaves a Taiwán por 330 millones de dólares, la primera transacción de este tipo desde que el presidente Trump asumió el cargo en enero.

Los norteamericanos se encargaron de difundir la presunta satisfacción de los beneficiarios. “Taiwán solicitó componentes no estándar, repuestos y piezas de reparación, insumos y accesorios, así como asistencia para la reparación de aviones F-16, C-130 e Indigenous Defense Fighter (IDF)”, según un comunicado publicado por la Agencia de Cooperación en Seguridad de Defensa de Estados Unidos. “La venta propuesta mejorará la capacidad del receptor para enfrentar las amenazas actuales y futuras, al mantener la operatividad de su flota de F-16, C-130 y otras aeronaves”, declaró el Pentágono.

Las autoridades del país milenario, firmes en su premisa de Una Sola China, enseguida apelaron a Trump para solicitar prudencia a la hora de afrontar cualquier cuestión relacionada con Taiwán. Vale recordar que sobre fines del mes pasado el rubicundo se reunió con el líder chino Xi Jingping. El portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado de China, Chen Binhua, instó a los Estados Unidos a “abordar la cuestión de Taiwán con la máxima prudencia”.

Previamente, durante una rueda de prensa, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Lin Jian, había denunciado que la nueva venta de armas de los Estados Unidos a Taiwán supone una “clara vulneración del principio de Una Sola China” por el que se rige el gigante asiático y por el que Taiwán es considerada una provincia más bajo su soberanía. Además, acusó a Washington de incumplir lo establecido en las “declaraciones conjuntas sino-estadounidenses” de los años 70 y 80, así como de “violar el Derecho Internacional” y enviar “señales erróneas a las fuerzas separatistas e independentistas taiwanesas”.

Resulta muy probable que en el resto de Asia los sondeos también favorezcan las propuestas de paz, la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la articulación regional en la producción de chips de altísima gama, el tránsito pacífico del enorme volumen de mercaderías por esa región oceánica. Respetar semejantes inclinaciones sería, para el centro tradicional, aceptar una democracia corrosiva para sus aspiraciones guerreristas destinadas a quebrar todo intento de cooperación. 

VENEZUELA Y COLOMBIA. Sigamos. Reuters – Ipsos presentó el viernes de la semana que concluye, una encuesta que indagaba si los norteamericanos aceptaban “autorizar a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos a matar presuntos narcotraficantes fuera del país sin un proceso judicial”. Esa fue la pregunta lanzada sobre la opinión del Norte. La respuesta sorprendió a los realizadores, aunque también a quienes presentan planteos contrapuestos sobre el tema.

Más del doble de los estadounidenses se opusieron “firmemente”, realza el informe, en comparación con quienes respaldaron la decisión gubernamental. Un 53 por ciento rechazó la violenta campaña en curso, al tiempo que un 22 por ciento expresó su apoyo. Según la canalización periodística del registro, difundida por la agencia con sede en el Reino Unido, “esos números constituyen un verdadero peligro político para Trump, y podrían animar a los demócratas y otros críticos a empezar a expresarse con más fuerza”.

Es que la iniciativa gubernamental carece de todo fundamento. No existe prueba alguna que inculpe a la República Bolivariana de Venezuela con el tráfico de sustancias prohibidas. Tampoco se conoce la identidad ni la condición laboral de los agredidos. El Ejército de los Estados Unidos asegura haber hundido veinte embarcaciones y anulado 75 vidas, además de dejar una persona desaparecida en aguas del Caribe y del Pacífico a raíz de los ataques. El alza de la tensión empezó en agosto con el despliegue de buques del Ejército estadounidense en el Caribe y con Venezuela en el punto de mira, pero ya se ha extendido a aguas del Pacífico, involucrando a Colombia.

Los gobiernos constitucionales de Nicolás Maduro en Venezuela, y de Gustavo Petro en Colombia, acusados por Trump de narcotraficantes, han denunciado los ataques a las lanchas como asesinatos y ejecuciones extrajudiciales. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguró que se trata de violaciones del derecho internacional y pidió a los Estados Unidos ponerles fin. Resulta de interés seguir el rastro del disparate argumental norteamericano.

El 2 de septiembre, los Estados Unidos anunciaron el primer ataque contra una embarcación y aseguraron que iban a bordo once personas del Tren de Aragua que salieron de Venezuela “para transportar droga”. La Administración Trump difundió el video del ataque, pero no aportó más pruebas del vínculo de la lancha con el narcotráfico. El 15 de septiembre, una segunda agresión contra una embarcación segó la vida de tres venezolanos. Sin corroboración alguna, Trump aseveró que también estaban transportando drogas.

El 19 de septiembre, Trump publicó en redes información sobre un tercer ataque contra una lancha, esta vez sin precisar el origen de la travesía, aunque el estado de República Dominicana indicó haber incautado la droga que presuntamente transportaba. Tres personas murieron. El 3 de octubre, Hegseth informó de un cuarto ataque contra una embarcación en aguas del Caribe y el deceso de sus cuatro tripulantes. El 14 de octubre se produce, según los Estados Unidos, una quinta agresión contra un barco cerca de las costas venezolanas, con un saldo de seis víctimas.

El 16 de octubre, un submarino fue atacado por el Ejército estadounidense. De sus cuatro tripulantes, dos murieron. Los dos supervivientes fueron trasladados a sus países de origen, Ecuador y Colombia, sin ningún proceso legal a pesar de que el gobierno republicano los calificó como narcotraficantes. El país del Norte anunció, el 19 de octubre, que dos días antes hundió una séptima lancha. Quizás para dinamizar la imaginación, vinculó el navío con la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN), una de las organizaciones designadas como terroristas por la Administración Trump. Murieron tres personas, según Washington.

El 21 de octubre se registró el octavo ataque contra una lancha supuestamente vinculada al narcotráfico. Fue el primero en aguas del Pacífico, cerca de las costas de Colombia; resultaron asesinadas dos personas. El 22 de octubre, Hegseth dio cuenta del noveno ataque contra una embarcación, que mató a tres personas otra vez en el Pacífico y cerca de aguas colombianas. La Administración Trump anunció el 24 de octubre el décimo ataque contra una lancha que, según afirmó, era operada por la megabanda Tren de Aragua y transportaba a seis personas que murieron. El crimen se produjo en aguas internacionales del Caribe.

El 28 de octubre, los Estados Unidos anunciaron el ataque más cruento hasta la fecha. Catorce personas fueron asesinadas por la destrucción de cuatro lanchas en aguas internacionales del océano Pacífico, mientras que una sobrevivió y la marina mexicana lanzó una operación humanitaria para encontrarlo. Días después, la operación se suspendió al no lograr encontrar al superviviente. El 29 de octubre los norteamericanos se lanzaron sobre otra embarcación, y mataron a cuatro seres humanos.

El 1 de noviembre el Hegseth anunció un nuevo “ataque letal” contra una embarcación en el Caribe que, según él, “transportaba estupefacientes”. El bombardeo mató a las tres personas que iban a bordo. El titular del Departamento de Guerra aseguró el 4 de noviembre que los Estados Unidos hundieron otra nave en el Pacífico Oriental y mató a sus dos tripulantes, a quienes acusó de narcotraficantes. El 6 de noviembre, un nuevo anuncio dio a conocer el ataque sobre una lancha con el resultado de tres navegantes muertos. El 10 de noviembre, los Estados Unidos destruyeron dos lanchas en el Pacífico en dos operaciones en las que murieron seis personas supuestamente “vinculadas al contrabando de narcóticos”. 

PISTAS DEL FRACASO. En los comunicados oficiales no se informa del interés norteamericano por el petróleo venezolano, por la erradicación de dos gobiernos francamente divergentes con su política, por dominar el área según sus intereses, ni por demostrar a la opinión pública local que intenta protegerla del flagelo de las drogas, uno de los ejes de su catástrofe humanitaria irresuelta. Pero esas son las claves que explican su accionar en el mar Caribe y en el Océano Pacífico.

Ante la imposibilidad de brindar satisfacción a las exigencias pre electorales del pueblo norteamericano -industria, trabajo, paz- el gobierno de esa decadente nación sigue disparando fuegos artificiales. Son peligrosos, claro, y ameritan especial atención por parte de los emergentes multipolares; pero resultan emblemas de su debilidad. La gestión republicana no ha conseguido poner de pie una modesta fábrica en su propio territorio y releva ese fracaso acusando estrepitosamente a otros actores de efectuar actividades delictivas que no se pueden comprobar en modo alguno.

• Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

Pinturas. Mar de China Meridional. Océano Pacífico. Mar Caribe.