Edición n° 3238 . 03/10/2025

Fuentes seguras.Dos reuniones.Virginia y Copenhague

El Pentágono analiza la nueva situación. La Unión Europea prepara su guerra. Informes reservados que revelan acciones por venir. Graves cruces internos en Occidente.

Por Gabriel Fernández *

El abrumador aluvión de informaciones internacionales sin eje ni aparente vínculo, viene complicando una observación certera del panorama. Es de interés trazar algunas líneas con epicentros adecuados para apaciguar las estridencias y determinar algunos factores que, sin agotar la lista de causales, permitan orientar la mirada. Muy en general, resulta necesario subrayar sucesos de vigor acaecidos y en desarrollo sobre el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Europea.

La semana anterior se concretó la visita del presidente norteamericano Donald Trump al tándem gobierno y corona británicos. Las conversaciones del rubicundo con el rey Carlos III y el primer ministro Keir Starmer resultaron lo bastante intensas como para modificar asertos previos y delinear un horizonte preocupante para los emergentes multipolares; mientras estos insisten en establecer razones y ligar asertos con comportamientos, la gestión del Norte modifica continuamente sus premisas.

Tras la promisoria reunión en Anchorage, Alaska, el cónclave de Windsor, regenteado por las corporaciones asentadas parcialmente en la City londinense, redireccionó el planteo norteamericano en aspectos relevantes. Por un lado, Trump apuntó que Kiev podría abrazar los territorios recuperados por la Federación de Rusia en la contienda fronteriza; también, que los países que adquieren combustible fósil ruso tendrán que abandonar ese comercio; y como colofón, reposicionó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como protagonista global.

Este narrador estima que, al observar el conjunto de las “nuevas” consideraciones trumpianas, puede inferirse que el mandatario fue puesto en caja -al menos circunstancialmente- por el poder financiero. Ya no vapuleó al presidente de Kiev, Volodimir Zelenszky, ni se burló de Starmer indagando qué haría sin el respaldo estadounidense. Esos y otros gestos potentes, con orientación pacifista, habían sido presentados ante la opinión pública mundial desde el Salón Oval. Entre Washington y Windsor, pudo percibirse un cambio apreciable.

VIRGINIA. En el medio, mucho ruido, temas colaterales presentados por los medios concentrados como portadas relevantes, y escasa información de base acerca de la profunda caída de los Productos en las naciones centrales de Occidente. Puede comprobarse, desde ya, que los incendios callejeros en Francia, el creciente malestar en Alemania y las dificultades productivas en el Reino Unido (entre otras consecuencias de la transferencia de recursos hacia las compañías especulativas y armamentísticas, y la modificación de la estructura comercial petrolera y gasífera), no tuvieron difusión relevante.

Por estas horas empiezan a desplegarse dos reuniones importantes que evidencian la polémica interna atlantista acerca de forzar el horizonte en sentido flamígero. En Virginia, se congrega la conducción uniformada de la Defensa norteamericana; en Copenhage, también agitando banderas bélicas, se agrupa la Unión Europea. Ambos encuentros cuentan, usted lo sabe lector, con el auspicio general de las megaempresas que regentean los estados desterritorializados de Occidente y exigen guerra y finanzas para poder subsistir. Veamos.

El secretario de Guerra de los Estados Unidos, Pete Hegseth, convocó con urgencia a los altos mandos militares en una base del Cuerpo de Marines en Virginia. A la cita están llamados cientos de generales y almirantes apostados en todo el mundo. Los medios estadounidenses la calificaron como una convocatoria “sumamente inusual”. Las fuentes especializadas en Defensa respondieron con azoramiento las consulta: “¿Estamos sacando a todos los generales y oficiales de primera clase del Pacífico ahora mismo?”, indagó retóricamente una de las más avezadas. “Todo esto es extraño”.

Según los especialistas en la realidad militar norteamericana esta decisión está vinculada a cambios dispuestos por la Administración de Trump en el Pentágono y coincide con una nueva estrategia de defensa nacional. Cabe recordar que a comienzos del mes que concluye, el estentóreo suscribió una orden ejecutiva que otorgó al Departamento de Defensa el título de Departamento de Guerra. “Creo que es un nombre mucho más apropiado, especialmente a la luz de la situación actual en el mundo”, afirmó al anunciar la medida.

“Este cambio de nombre no se trata solo de cambiar el nombre, se trata de restaurar. Restaurar el ‘Ethos’ Guerrero, restaurar la victoria y la claridad como instinto, restaurar la intencionalidad en el uso de la fuerza”, explicó Hegseth ese mismo día. Uno de los politólogos consultados por esta secuencia apuntó que “los Estados Unidos estarían considerando reorientar sus estrategias y cambiar sus prioridades”. Sin embargo, el sentido de la reorientación no se presenta tan claro.

El medio especializado Político señaló que, en el borrador del documento, en manos del secretario de Defensa, se propone “poner las misiones domésticas y regionales por encima de contrarrestar a adversarios como Pekín y Moscú”. Indicó que este paso representaría un alejamiento importante de trocha recorrida por las anteriores administraciones estadounidenses, incluido el primer mandato de Trump, cuando también él calificaba a China como el principal rival de su país.

Para absorber la dimensión de la niebla impuesta sobre los acontecimientos, otra fuente experta familiarizada con el documento, aseveró que este giro “no parece estar en absoluto alineado con las posturas agresivas del presidente Trump hacia China”.

Politico señaló que la elaboración del documento fue dirigida por el subsecretario de DefensaElbridge Colby, conocido por sus opiniones “aislacionistas”. Precisó que, “a pesar de su trayectoria como halcón con respecto a China, Colby se alinea con el vicepresidente, J.D. Vance, en el deseo de desvincular a Estados Unidos de compromisos extranjeros”. Anteriormente, Colby había desempeñado un papel clave en la breve suspensión de la ayuda militar estadounidense a Ucrania, así como en la revisión del acuerdo de submarinos con el Reino Unido y Australia en el marco de AUKUS.

De ser así, el Como te digo una cosa te digo la otra, pasará a configurarse como táctica oficial del gobierno norteamericano.

COPENHAGUE. En tanto, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reunirán en Dinamarca el próximo 1 de Octubre para debatir cómo reforzar la defensa común de Europa y el apoyo a Ucrania. Según analistas del Viejo Continente, lo harán “en medio de la alarma generalizada provocada por las incursiones de drones y aviones rusos en el espacio aéreo de varios Estados miembros y aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en lo que parece ser una nueva fase de provocaciones por parte del gobierno ruso”.

El dislate está a la vista, pero los convocantes se encuentran muy convencidos de sus diagnósticos. En un paper difundido pocas horas atrás, uno de los estrategas -por asi llamarlo- de la UE, puntualizó que “El presidente ruso ha decidido escalar su panoplia de ataques híbridos mediante invasiones del espacio aéreo, interferencias de los sistemas de navegación de aeronaves civiles que transportan líderes políticos europeos, sabotajes de nuestros aeropuertos, sobrevuelos de naves y bases militares, con vistas a testar nuestra reacción en términos militares y políticos”. ¿Para qué? “En primer lugar, evalúa nuestras capacidades de respuesta militar (tiempos de reacción, recursos movilizados, procedimientos de toma de decisiones, cadenas de mando y control) y, en segundo lugar, pone a prueba nuestra determinación política colectiva, unidad de acción y coherencia interna. Es de temer que continúe e incluso incremente su campaña de provocaciones en el futuro”.

El análisis destinado a entornar las conversaciones en Copenhague evidencia cruces internos bien fuertes y su lectura da cuenta de varios contrastes con la postura norteamericana. Fíjese: “Contra drones rusos fabricados de gomaespuma y madera portadores de una carga explosiva y un algoritmo, de un coste de unos 1.000 euros la unidad, los europeos debemos activar carísimos misiles ´Patriots´ o despegar sofisticados cazas de combate F-35. Esta desproporción abismal de costes es insostenible. A día de hoy no disponemos de sistemas terrestres de artillería multinivel (largo, medio y corto alcance) capaces de derribar baratos y básicos drones enemigos. Esta incuria de planificación estratégica y operativa aliada tras tres años y medio de la guerra en Ucrania es inexplicable”.

La algarada, que parte de la premisa de calificar la situación como una ofensiva rusa contra Europa, continúa: “Nos situamos pues en una incómoda posición defensiva, reactiva a la ofensiva híbrida de Moscú. Y es que una de las características inherentes de toda amenaza o ataque híbrido es que el agresor cuenta con la inestimable ventaja de la iniciativa, decidiendo a su arbitrio el ritmo y alcance de la escalada o desescalada de la confrontación, mientras que el agredido opera a oscuras, ignorando la naturaleza, intensidad y propósito último del ataque o serie de ataques”.

Preste atención: “Eso obliga a la víctima a calibrar y ponderar cuidadosamente la respuesta, pues si no reacciona con la contundencia precisa anima al agresor a una escalada, pero si sobre reacciona provoca una escalada no deseada del conflicto. Y hasta dotarnos de las capacidades antidrones necesarias, bien haríamos en aprender de nuestros amigos ucranianos que han desarrollado una eficaz industria nacional de drones, cuya utilización no requiere permisos de terceros, con un alcance y precisión crecientes, capaces de abatir entre un 80-90% de los drones rusos y de alcanzar objetivos legítimos (refinerías, oleoductos, depósitos de armas y combustible, infraestructuras militares críticas) en territorio ruso”.

Entonces, al punto: “Por ende, la ayuda más eficaz, así como la mejor garantía de seguridad que podemos ofrecer a Ucrania, es reforzar sus capacidades militares y convertir sus Fuerzas Armadas, que ya son las mejor preparadas para la guerra de toda Europa, en suficientemente potentes para repeler la criminal agresión rusa y disuadir futuros ataques. Para ello, hemos de integrar con celeridad sus capacidades militares en la Europa de la defensa, nuestros estados mayores, estructuras de mando y control, con especificaciones homologadas y estandarizadas de equipos y sistemas, la participación en programas conjuntos de armamento y tecnológicos duales, así como en cursos de formación y adiestramiento”.

Señala el documento que “Todo ello requerirá unas disponibilidades financieras suficientes, previsibles y constantes. La Comisión ha aprobado en marzo pasado un ambicioso programa de movilización de unos 800.000 millones de euros hasta 2028, año de comienzo de las próximas perspectivas financieras plurianuales, en las que se prevé un fondo de defensa europeo dotado con unos 135.000 millones. Es muy alentador que los 150.000 millones de euros del programa SAFE para adquisiciones conjuntas militares, en forma de préstamos en condiciones muy ventajosas (con intereses muy bajos y un periodo de carencia de 10 años), haya sido ya atribuido en su totalidad a los 19 Estados miembros que lo han solicitado”. De las secuelas de semejante aspiradora de recursos, ni una palabra.

Por si quedan dudas: “La Comisión ha propuesto utilizar 140.000 millones de euros de los fondos soberanos rusos confiscados y retenidos en bancos europeos para financiar el esfuerzo bélico de Ucrania y la posterior reconstrucción del país. Una decisión, sin duda, controvertida para muchos por su indudable impacto negativo en la credibilidad del sistema financiero europeo basado en su seguridad jurídica, fiabilidad y previsibilidad. Pero en esta coyuntura bélica tan excepcional es una medida justificada. Putin ha de resarcir a Ucrania por su injustificable guerra de agresión”. Después se preguntan porqué los BRICS + fortalecen su banco.

Algo de franqueza contribuye a fundamentar el incomprobable examen. El vaciamiento de los Estados no está siendo suficiente para afrontar la firme determinación multipolar. A ver. “El esfuerzo de financiación pública ha de verse acompañado por la movilización de recursos privados. Hasta ahora, la inversión de la banca privada en seguridad y defensa estaba considerada de alto riesgo por los dilatados plazos temporales de los posibles retornos y la necesidad de aprovisionar fuertemente los créditos, por lo que las agencias de calificación internacionales penalizaban a las entidades financieras que lo hacían. Además del coste de prestigio en que se incurría por la mala imagen de la inversión en defensa. La decisión del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de triplicar en 2025 su financiación de proyectos de defensa hasta los 3.000 millones es muy encomiable, no tanto por el modesto importe de los préstamos cuanto por el efecto arrastre que puede provocar en las entidades privadas europeas, una vez roto el hielo”.

Y un garrotazo para aquél gallinero: “No podemos ni debemos renunciar, pese a la resistencia opuesta por algunos Estados miembros, a discutir la conveniencia y oportunidad de emitir deuda mutualizada en forma de bonos europeos de defensa. Sería erróneo descartar a priori recursos y palancas de financiación disponibles, proporcionales al desafío existencial a nuestra seguridad compartida”.

Finalmente, junto a las amonestaciones, las instrucciones: “Pero, más allá de la urgente necesidad de dotarnos de recursos y medios militares adecuados y de movilizar disponibilidades financieras suficientes, hemos de articular una respuesta política firme, unitaria y sin fisuras a las provocaciones de Putin. El autócrata ha de interiorizar nuestra resolución a defendernos y derrotar su aventurerismo bélico. En todo momento y lugar. Hasta forzarlo a cambiar sus erróneos cálculos estratégicos y llevarlo a la mesa de negociación de una paz justa y duradera para Ucrania. Este es el mensaje que acordarán sin duda nuestros líderes políticos en las dos reuniones (informal y formal) del Consejo Europeo de octubre”.

DEGENERADOS INSIGNIFICANTES. Como cierre, vale considerar la réplica lanzada con altavoz por el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y ex presidente del país, Dmitri Medvédev, Esta mañana indicó que los líderes europeos no serán capaces de desatar una guerra contra Rusia pese a su retórica belicista. En su canal de TelegramMedvédev argumentó que los países europeos “son vulnerables y están desunidos”, solo “pueden perseguir sus propios intereses intentando sobrevivir en el caos económico actual” y, por tanto, “simplemente no pueden permitirse una guerra con Rusia”.

Fue más lejos, y se sabe que encarna intereses profundos del Kremlin. Dijo que otra razón por la que Europa no puede iniciar una guerra contra Moscú son sus líderes. “Los líderes europeos son unos degenerados insignificantes, incapaces de asumir la responsabilidad de ningún asunto serio. Carecen de pensamiento estratégico, y mucho menos de la pasión necesaria para tomar decisiones militares acertadas”. Añadió que la ciudadanía europea, en su mayoría, es “inerte y decadente” y no está dispuesta a “luchar por ningún ideal común, ni siquiera por su propia tierra”.

El reciente discurso del canciller ruso Serguéi Lavrov, es imperdible. Ahí va:

Este es un tramo apasionante de la historia, lector. Harto riesgoso, como se observa.

En tanto, Trump sigue generando inquietudes a diestra y siniestra.

  • Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal