Edición n° 3231 . 26/09/2025

Fuentes seguras. El banquete en el castillo de Windsor

La visita de Donald Trump al Reino Unido. El gran banquete y sus protagonistas. Las charlas con Carlos III y Keir Starmer. La City londinense y sus empresas. Palestinos.

(Por Gabriel Fernández *)

Mientras los BRICS + hacen esfuerzos intensos -y exitosos- por limar los desacuerdos históricos y se posicionan conjuntamente ante varios desafíos internacionales, el centro occidental fuerza el tranco para agrupar naciones que, además de padecer una dramática caída económica, no logran acordar el perfil bélico que ha dinamizado su accionar en el pasado inmediato. Un ejemplo bien singular se observó en la semana que concluye, durante la visita estelar del presidente Donald Trump al Reino Unido.

El día miércoles, el rey Carlos III informó al mandatario norteamericano acerca del malestar del bloque financiero coordinado desde la City londinense y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ante el impulso -irregular, por cierto- del gobierno republicano para apaciguar tensiones guerreras y re dirigir sus recursos hacia la economía interior. La profundización y, eventualmente, la invención de conflictos armados, han pasado a configurar el estandarte trascendente del atlantismo.

“En dos guerras mundiales, luchamos juntos para derrotar a las fuerzas de la tiranía”, dijo Carlos al presidente Trump en un banquete de estado bajo la bóveda del Salón St. George del Castillo de Windsor“Hoy, mientras la tiranía amenaza una vez más a Europa, nosotros y nuestros aliados nos unimos en apoyo a Ucrania para disuadir la agresión y asegurar la paz”. En sintonía, dos altos funcionarios del área de Relaciones Exteriores británica plantearon, aparte y en detalle, la situación a delegados equivalentes de la formación visitante.

Según los analistas de la CNN con acceso a uno de los protagonistas directos, “fue un recordatorio notable, aunque amable, a su invitado de que la participación estadounidense en el esfuerzo occidental para disuadir la guerra de Rusia sigue siendo un imperativo necesario y urgente, incluso cuando Trump parece dudar en aplicar nuevas sanciones a Moscú y parece, nuevamente, molesto con el líder de Ucrania por no aceptar un acuerdo”.

Al decir del informante, el Reino Unido efectuó una recepción ostentosa al rubicundo para que se perciba la importancia que le asigna a la continuidad de acuerdos militares, aunque también económicos, en la relación entre ambas naciones. “La cuestión de Ucrania se destaca como un área que pondrá a prueba la capacidad del legendario poder blando del Reino Unido para convencer a Trump de que aumente su presión sobre el presidente Vladimir Putin” explicó. El lector ya comprende que el alineamiento geopolítico está en juego.

Los estudiosos que conocen a fondo la interioridad de la Unión Europea (UE) saben que más allá de la distancia que impuso el Brexit, los países de ese nucleamiento se encuentran expectantes en la vivificación de la guía histórica que implica la corona sobre los comportamientos de las colonias americanas. Al respecto, otro periodista que sigue el desarrollo de estos vínculos, resaltó ante quien redacta que “la esperanza de algunos funcionarios europeos es que esta ofensiva pueda inculcar en Trump una nueva apreciación de la larga historia del papel de los Estados Unidos en la seguridad europea y una nueva perspectiva de acciones contra Rusia”.

TANTA PROPAGANDA. Como se sabe, en los meses recientes se desplegaron campañas mediáticas abrumadoras sobre una presunta ofensiva de la Federación contra el Viejo Continente. Casi nadie por allí escuchó las severas desmentidas de Putin y el consecuente planteo de la República Popular China sobre la necesidad de resolver los litigios en paz, a través del diálogo. El combinado compuesto por la UE, la OTAN y el Reino Unido parece necesitar casi desesperadamente que las Fuerzas Armadas rusas generen algún tipo de agresión que pueda justificar una réplica potente. Por lo pronto, pretenden forzar la continuidad del contraste en la frontera euroasiática y anular toda búsqueda de distensión.

El tema estuvo presente en la conversación del jueves entre Trump y el primer ministro Keir Starmer. Según la información surgida en la isla, el laborista intentó persuadir al rubicundo para que adopte una postura más dura hacia Moscú. Ese armado consiguió un éxito suave, pues el viernes Trump señaló que la posibilidad de un acuerdo pacífico se había alejado. Vale leer lo acaecido de este modo: el poder real, profundo, atenuó la declamación pacifista que caracterizó al estadounidense hasta poco tiempo atrás.

En Chequers, la residencia de campo del primer ministro en Buckinghamshire, ambos dirigentes recorrieron el archivo de Winston Churchill; la puesta en escena fue interpretada como otro recordatorio del papel que los Estados Unidos desempeñaron durante la Segunda Guerra. No fue una visita de estudios destinada a mejorar la formación historiográfica del estentóreo. Sin embargo, nadie se anima a indicar qué sucederá de aquí en más, pues la volatilidad de las opiniones de Trump viene sorprendiendo a diestra y siniestra. El como te digo una cosa te digo la otra, se ha instituido cual forma expresiva cotidiana.

Al decir de la CNN los comentarios de Carlos III “fueron redactados con la colaboración del gobierno británico. Y el rey —quien, según fuentes, está al tanto de las negociaciones del alto el fuego— ha mostrado previamente su disposición a apoyar la causa ucraniana. En marzo, Carlos recibió al presidente Volodymyr Zelensky en Sandringham, su residencia privada, tres días después del explosivo altercado entre el líder de Ucrania y Trump en el Despacho Oval”.

Antes de emprender el viaje, Trump había apuntado que Zelensky “tendrá que ponerse en marcha y llegar a un acuerdo. Tendrá que llegar a un acuerdo. Zelensky tendrá que llegar a un acuerdo”, Está claro que, entre la Casa Blanca y Windsor, cambió su parecer. Vale recordar que el mandatario norteño subrayó que “Europa tiene que dejar de comprar petróleo a Rusia. ¿De acuerdo? Ya saben, ellos hablan. Pero tienen que dejar de comprar petróleo a Rusia”, añadió.

Todo esto se desliza, lector, ante los ojos de quienes quieren ver mientras Europa padece los resultados del atentado norteamericano – noruego contra el Nord Stream, mientras sus economías canalizan ingentes recursos hacia la Defensa para contentar a las grandes corporaciones financiero armamentísticas, mientras se deteriora el vínculo con los mercados asiáticos y mientras recibe menos recursos naturales de la díscola Africa. El resultado, todavía incipiente, de semejante retracción es el comportamiento rebelde de grandes masas en Francia, con esquirlas sobre Alemania, Grecia e Italia. Y en el mismísimo Reino Unido.

Volvamos a la (pre) suntuosa presión británica.

Los periodistas Shawn McCreesh y Maggie Haberman presentaron un detallado y atractivo repaso analítico sobre los invitados al gran banquete. Este narrador estima grato asomarse a la crónica.

EL PODER REAL“En lo que respecta a los banquetes de mendigos, este fue bastante rico.

Allí estaban sentados, codo con codo, algunas de las personas más ricas, influyentes y con mejores contactos del mundo, todos juntos ante una larga mesa dentro de un castillo de casi mil años de antigüedad. El invitado de honor estaba en el centro de la mesa, vestido de etiqueta rigurosa, y lucía más feliz que nunca. Estaba siendo tratado como un rey por un rey de verdad.

La cena de Estado que el rey Carlos III ofreció para el presidente Donald Trump el miércoles por la noche en el Castillo de Windsor pareció una nueva cúspide para Trump: un escaparate reluciente de los poderosos superándose a sí mismos para ganarse (o conservar) el favor de un presidente cuyo segundo mandato se ha caracterizado por las demostraciones de poder bruto. Esas demostraciones han adoptado cada vez más la forma de represalias contra enemigos percibidos en casa y alianzas destrozadas en el extranjero.

“El vínculo entre nuestras dos naciones es realmente extraordinario”, dijo Carlos. “Al renovar nuestro vínculo esta noche, lo hacemos con una confianza inquebrantable en nuestra amistad y en nuestro compromiso compartido con la independencia y la libertad”.

El presidente parecía sumamente complacido por todo aquello; no pareció molestarse lo más mínimo cuando el rey aprovechó su discurso para aludir delicadamente a cuestiones medioambientales y a la necesidad de apoyar a Ucrania.

Trump se levantó y galanteó: “Es un privilegio singular ser el primer presidente estadounidense recibido aquí” (otros presidentes estadounidenses han sido recibidos en Windsor —incluido Trump en su primer mandato—, aunque no en una cena de Estado. Normalmente, estas cenas se celebran en el Palacio de Buckingham, en Londres, pero ese viejo palacio está en obras de reforma).

El objetivo del Reino Unido está claro: la realeza trabajaba junto con el gobierno británico, prodigando atenciones y honores al presidente el miércoles para que sea más flexible en las negociaciones con el aliado más antiguo de Estados Unidos en su reunión diplomática del jueves con el primer ministro.

¿Pero qué pasa con el resto de la mesa? Había 160 personas sentadas en esa sala de banquetes. Y 1452 cubiertos sonando y raspando en manos de magnates de los medios de comunicación, financieros, políticos y magnates de la tecnología. Entre los poderosos había algunos miembros del gabinete de Trump y los asesores de más alto rango de la Casa Blanca.

La lista de invitados de la cena del miércoles debería guardarse en el castillo y estudiarse dentro de otros mil años como un documento fascinante sobre la historia de Occidente. No se trataba de una mesa de cantantes de pop, estrellas de cine, famosos o figuras de la moda, cuya compañía Trump a menudo ha buscado. No se trataba del poder de la celebridad. Se trataba del poder real.

El primer ministro británico, Keir Starmer, estaba sentado junto al financiero neoyorquino y director ejecutivo de Blackstone, Stephen Schwarzman. El asiento del director ejecutivo del Bank of America, Brian Moynihan, estaba en ese lado de la mesa. También el del niño rey de la inteligencia artificial de Silicon Valley, Sam Altman, a quien pusieron al lado de Kemi Badenoch, la líder del Partido Conservador británico. Demis Hassabis estaba allí (dirige DeepMind, el hermético laboratorio londinense de IA propiedad de Google), y también Satya Nadella, el mandamás de Microsoft, y Marc Benioff, el cofundador de Salesforce. Tim Cook, el director de Apple, también estaba allí.

La presencia de Cook en particular parecía notable. Hace solo unas semanas apareció en el Despacho Oval, con las cámaras rodando, para entregar a un radiante Trump un trozo de cristal de Corning hecho a mano en un soporte de oro de 24 quilates. Era un trofeo destinado a mostrar la inversión de su empresa en Estados Unidos, pero también a ayudar a arreglar su relación con Trump, a quien molestó que el ejecutivo de Apple decidiera no unirse a sus colegas titanes de la tecnología en Medio Oriente el pasado mes de mayo con motivo de la visita del presidente a la región. Trump se percató de la ausencia de Cook y se mofó públicamente de él durante dos paradas del viaje.

Así pues, allí estaba Cook el miércoles, sentado junto a Tiffany Trump en la sala del banquete. Aparte de la primera dama, Melania Trump, que estaba sentada entre la reina Camila y el príncipe Guillermo, Tiffany y su marido eran los únicos parientes de Trump que asistieron.

Pero hubo un invitado a la cena del miércoles cuya presencia pareció especialmente reveladora. Al otro lado de la mesa, frente a Cook y unos cuantos asientos a la derecha, estaba sentado el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch. Él y Trump tienen una larga y complicada relación intermitente. Sin duda, la situación está en crisis en estos momentos: hace unos meses, The Wall Street Journal —la joya de la corona del imperio periodístico de Murdoch— publicó una historia sobre la antigua amistad de Trump con el difunto delincuente sexual Jeffrey Epstein, lo que llevó al presidente a negar la historia y demandar al periódico y a su propietario. La demanda de Trump se convirtió en algo especialmente personal; exigió, con éxito, que Murdoch, de 94 años, proporcionara información actualizada sobre su estado de salud, después de que el presidente presionara para que fuera depuesto en cuestión de días.

La posición de Murdoch en la sala del banquete estaba lo suficientemente alejada en la mesa como para quedar fuera del campo de visión del presidente y, sin embargo, allí estaba, escuchando un discurso sobre la grandeza de Trump. (Curiosamente, el barón de la prensa estaba sentado al lado de Morgan McSweeney, el jefe de gabinete y mano derecha del primer ministro, quien actualmente es muy criticado en los medios de comunicación, especialmente en las páginas de —lo has adivinado— los periódicos de Murdoch).

Incluso en esta noche de máximo beneplácito, el apetito de Trump por represalias no se sació. Cuando terminó la cena, publicó alegremente en las redes sociales que la cadena ABC había retirado indefinidamente del aire el programa de Jimmy Kimmel, comediante y crítico de Trump. También publicó que designaría al movimiento “Antifa” de “GRAN ORGANIZACIÓN TERRORISTA”. Todo esto lo hizo mientras se preparaba para pasar la noche dentro del castillo.

El Castillo de Windsor es descrito a menudo como el castillo habitado más antiguo y grande del mundo, pues ha estado en uso casi continuo desde que Guillermo I lo construyó después de la conquista normanda de 1066. Tiene un foso, gruesos muros de piedra y un laberinto de habitaciones. El inmenso salón de banquetes contiene los escudos de los Caballeros de la Jarretera, que datan de 1348. Las armaduras pulidas miran hacia la mesa desde plintos tallados en los muros.

Fuera de las puertas de ese castillo, Trump debe volver a un mundo que no necesariamente lo ve —o, al menos, no necesariamente lo tratará— de la misma manera que lo hicieron los poderosos hombres y mujeres reunidos en el Castillo de Windsor. La semana pasada, cuando el presidente salió de la Casa Blanca para cenar fuera en Washington por primera vez desde su regreso, dentro de un restaurante le gritó un grupo de manifestantes que, mientras apoyaban a Gaza, lo comparaban con Adolf Hitler. Fueron sacados del lugar

Sin embargo, en el Reino Unido, la noche anterior a la cena de Estado, manifestantes proyectaron en los muros del castillo imágenes de Trump socializando con Epstein, un recordatorio del furor político que le espera en su país.

Al fin y al cabo, las fortalezas están diseñadas para mantener al mundo fuera. Y ningún banquete dura para siempre”.

LOS PARAÍSOS. Ya que se llegó a esta instancia, es de valor emplearla cual trampolín para llegar más lejos. Pocos meses atrás, en estas páginas se presentó una investigación destinada a conocer las compañías que caracterizan a la City de Londres y, como extensión, a las que transmutaron espacios internos norteamericanos y pasaron del acero al óxido. El material completo, textos previos y derivas posteriores, se encuentra en la nueva edición de Fuentes Seguras. La era de los BRICS +, de reciente publicación. Evoquemos sintéticamente, los ejes.

La City londinense ha sido equiparada al Vaticano y a Wall Street pues, aunque no es un Estado propiamente dicho, contiene una excentricidad administrativa que presta poca atención a las instrucciones del gobierno central, del Parlamento y, bastante grave, de la Justicia británica. En realidad, los analistas más perspicaces señalan que el proceso es inverso y esta milla (2,6 kilómetros cuadrados) auto centrada influye sobre esas y otras instituciones. Hasta cuenta con su policía y con una suerte de intendente (Lord Major) que recorre el mundo proclamando las virtudes del libre comercio.

En realidad, se trata del paraíso fiscal más grande del planeta.

La City está ubicada en el centro de Londres. Allí viven unas 10 mil personas y cada día entran a trabajar 350.000, más del 80% empleadas en el sector financiero. Hace tiempo superó a la región parasitaria de Nueva York. Cada tanto, aparecen manifestantes ante la Catedral de St Paul; denuncian la avaricia de los financistas. Como tantos luchadores en el mundo hacen saber que el poder político, de hecho, lo tienen las grandes empresas.

Sin embargo, son escasos los empresarios realmente importantes que habitan allí. Sus mansiones están ubicadas en parajes inaccesibles y controlados por una seguridad a medida. Las instrucciones llegan a las gerencias mediante los elementos que ofrecen las nuevas tecnologías. Algunos concurren a Davos, otros a los cónclaves del Club Bilderberg -se ha puesto de moda decir que esos dos centros del capitalismo rentístico carecen de poder e importancia, lo cual no es cierto-, pero siempre que pueden evitan el contacto directo, envían sus decisiones a la distancia e interactúan tecnológicamente.

Este párrafo merece ser tomado en cuenta pues son varias las confusiones propias de la idealización que merecen despejarse. Una de ellas es que toda persona que tiene grandes casas y autos de alta gama es parte del poder centralizado. Nada de eso. Luego, que siempre hay alguien más detrás de las grandes corporaciones, donde radica el misterio del orden planetario. Tampoco. Detrás de las megaempresas financieras, están las megaempresas financieras. No hay marcianos, como hemos apuntado oportunamente.

Sin demasiados arabescos, la BBC señala que “Es un centro de negocios más que un sitio donde vive la gente”. En su momento, mediante un diseño institucional adelantado a su tiempo, la City jugó un importante papel histórico destinado a limitar y orientar a la monarquía. Sus particularidades son “inmemoriales”, aunque hay quien asegura que datan de Guillermo el Conquistador, normando que se hizo con el trono de Inglaterra en 1066. Desde entonces, la City ha disfrutado de una serie de privilegios que se acrecentaron periódicamente.

Como indica el historiador y militante Maurice Glasman, “están fuera del alcance de la ley”; “La City actúa como un Estado dentro del Estado”. Al lector le interesará descubrir que Glasman ha creado el Blue Labour, una vertiente interna del Partido Laborista (PL) que cuestiona el progresismo y se proclama industrialista. Como si eso fuera poco, este referente fue el único dirigente de ese espacio político que asistió a la reciente investidura de Donald Trump. Lo invitó especialmente el ahora vicepresidente, JD Vance, con quien ha trabado amistad.

Según Tom Nairn, filósofo y periodista escocés, la apuesta por convertir la City en un centro financiero llegó con la caída definitiva del Imperio británico. Audaz, apuntó que “Cada vez menos competitiva en el marco de la nueva economía mundial, la élite gobernante buscó compensar su pérdida del control del mercado mundial del dinero construyendo un centro financiero en el corazón de Londres”. “Una parte de la capital de Inglaterra fue en efecto convertida en un paraíso fiscal del capitalismo internacional, con una considerable independencia del menguante capitalismo nacional”Nairn, promotor de una nueva izquierda y de la independencia escocesa, fue hostigado hasta su muerte, apenas dos años atrás.

LOS PROTAGONISTAS. Ahora bien, ¿Cuáles son las empresas que operan con epicentro en la City? La pregunta no es antojadiza, pues de su respuesta surge el conocimiento parcial de los titiriteros de aquellos políticos europeos que actualmente debaten allí.

La City alberga firmas como Barclays PLC, HSBC Holdings plc y Lloyds Banking Group plc. Otras empresas importantes son Barclays Bank PLC (Barclays), British Petroleum PLC (BP), AIG Europe Ltd., Deutsche Bank AG London Branch y Lloyd’s of London. Hay bastante más y vamos a recorrer sus nombres y sus contenidos.

Al igual que en otras ediciones de esta secuencia, este redactor intenta identificar a quienes denomina habitualmente grandes corporaciones.

Aldermore Group plc. Aldermore Group plc es un banco con sede en el Reino Unido que ofrece servicios de banca personal y empresarial. La empresa se fundó en 2007, tras ser adquirida por Resolution Trust Corporation (RTC) a NS&I Life Assurance Society plc. Opera desde Londres, Birmingham, Leeds, Glasgow, Liverpool y Manchester. En 2017 contaba con unos activos totales de 19.000 millones de libras esterlinas y más de 13 millones de clientes.

Anglo American plc. Anglo American plc es una empresa minera y metalúrgica que opera en Sudáfrica, Estados Unidos, Brasil, Chile, Australia entre otros países. Es una de las mayores compañías mineras del mundo. Tiene su sede en la City de Londres y oficinas en todo el mundo.

Ashtead Group plc. Es una multinacional británica de servicios inmobiliarios con sede en Londres, Inglaterra. Ashtead está especializada en servicios de gestión e inversión inmobiliaria para particulares, empresas e instituciones, incluidos propietarios y ocupantes de inmuebles, bancos, compañías de seguros y fondos de pensiones. La empresa ofrece una gama de servicios tales como gestión de activos, soluciones de externalización (como gestión de instalaciones), gestión de proyectos (incluida la promoción inmobiliaria), servicios de arrendamiento.

Ashmore Group plc. Se trata de una gestora de inversiones. La empresa fue fundada en 1968 y tiene su sede en Londres. Ashmore Group plc opera como filial de Ashmore Investment Management Ltd., que actúa como sociedad matriz de sus filiales. La empresa presta servicios de gestión de inversiones a inversores institucionales y particulares con grandes patrimonios a través de cuentas separadas, fondos de inversión y otros vehículos de inversión colectiva en una serie de clases de activos como bonos, acciones, materias primas y divisas.

Associated British Foods plc. Associated British Foods plc es una multinacional británica de transformación y distribución de alimentos. Opera en el Reino Unido, Europa, África y Norteamérica y emplea a más de 60.000 personas en todo el mundo. A 28 de diciembre de 2017 tenía una capitalización bursátil de 13.000 millones de libras. La corporación se creó en 1929 cuando George Weston Limited (fabricante de Primula) se fusionó con United Biscuits Limited (fabricante de Jaffa Cakes) para formar Associated Biscuits Limited. En 1958, la empresa cambió su nombre por el de Associated British Foods al fusionarse con G M Balfour & Co Ltd (productores de Bird’s Custard Powder), Ryvita Ltd y Twinnings & Co Ltd (productores de Twinings Tea). En 1970, adquirió el fabricante estadounidense de confitería ITT Sheraton a International Telephone & Telegraph Corporation por 27 millones de dólares (12 millones de libras).

AstraZeneca plc. AstraZeneca plc es una multinacional farmacéutica y biofarmacéutica británico-sueca con sede en Londres, Reino Unido. Es la tercera empresa farmacéutica del mundo por ingresos (después de Johnson & Johnson y Pfizer) y la mayor empresa biotecnológica por capitalización bursátil. Cotiza principalmente en la Bolsa de Londres y forma parte del índice FTSE 100. En 2015, operaba en más de 90 países y su sede central se encontraba en Hounslow, al oeste de Londres. AstraZeneca ha desarrollado más de 300 nuevos medicamentos desde el año 2000 en diversas áreas, como el tratamiento del cáncer (inmuno-oncología), enfermedades cardiovasculares (inhibidores de PCSK9) y neurociencia/psiquiatría (trastorno bipolar).

BAe Systems plc. BAe Systems plc es una multinacional británica de defensa, seguridad y aeroespacial. Opera en los ámbitos aéreo, terrestre y marítimo, así como en el espacial. En 2015 era el cuarto mayor contratista de defensa del mundo por ingresos de defensa y estaba entre las 30 mayores empresas británicas por ingresos. Como las demás, también tiene su sede en Londres, donde se encuentra su oficina ejecutiva principal; otras oficinas importantes incluyen Farnborough (Reino Unido), Washington D.C., Arlington County Virginia EE.UU., Ottawa Canadá y Melbourne Australia.

Barclays plc. Barclays plc es una multinacional británica de servicios bancarios y financieros con sede en Londres. Es un banco universal que opera en banca minorista, mayorista y de inversión, así como en gestión de patrimonios, préstamos hipotecarios y tarjetas de crédito. Cuenta con más de 7.500 sucursales en 60 países y territorios de África, Asia, Europa, Norteamérica y Sudamérica. Barclays emplea aproximadamente a 130.000 personas, aunque esta cifra varía debido a sus numerosas adquisiciones a lo largo de los años; cotiza tanto en la Bolsa de Nueva York (BARC) como en la de Londres (BCS). Barclays tiene dos estatus principales: cotiza en bolsa para los inversores de EE.UU. con el símbolo BCS desde 1971; cotiza en bolsa privada para los inversores de fuera de EE.UU. con el símbolo BARC desde 1998.

BG Group plc. BG Group plc es una multinacional británica del petróleo y el gas con sede en Londres. Opera en más de 70 países y se dedica principalmente a la producción de gas natural y gas natural licuado (GNL) en todo el mundo. Opera en cuatro segmentos: GNL, transporte y almacenamiento de gas, exploración y producción de petróleo y condensados; energías renovables; productos químicos; servicios petrolíferos; operaciones en terminales de GLP; actividades comerciales de crudo y productos, LGN y condensados (incluidos productos petroquímicos), así como otras actividades de apoyo a sus negocios upstream. La empresa fue fundada por Sir Marc Rich el 15 de diciembre de 1976, cuando fusionó sus dos empresas con la tercera filial británica de Shell – Shell Gas Limited – para crear BG Group plc. Más tarde, en 2007, vendió la mayoría de las acciones a Royal Dutch Shell por 5.000 millones de libras, pero conservó una participación del 11%, que aún posee. Sus actividades incluyen la exploración y producción, el refinado y la comercialización, la generación de energía y el comercio.

BHP Billiton Ltd. (Australia). BHP Billiton es una multinacional anglo-australiana de la minería, los metales y el petróleo con sede en Melbourne, Australia, y en Londres. Se constituyó el 30 de noviembre de 2001 mediante la fusión de BHP y Billiton plc. Es la mayor empresa minera del mundo por ingresos en 2013 y el mayor productor mundial de mineral de hierro y carbón. Las principales áreas de negocio de BHP Billiton son el petróleo (exploración y producción de petróleo), el cobre, el mineral de manganeso, el mineral de níquel y la producción de carbón; la producción de mineral de hierro; la fundición de aluminio y algunos negocios relacionados, como los servicios petrolíferos para plataformas de perforación en tierra y plataformas marinas, que son operados por Saipem SpA bajo contrato con BHP Billiton Oil & Gas (BOG).

Estas son algunas de las corporaciones que han crecido en base a la renta y los beneficios especiales de los Estados, a los cuales penetraron y forzaron a trasladar recursos originados en otras zonas de sus sociedades. Por eso, el primer ministro británico Keir Starmer es el anfitrión de la dirigencia política europea que se encuentra atada al control de la OTAN. El Reino Unido, por así llamar a estos conglomerados, observa que su principal ariete, los Estados Unidos, está siguiendo un sendero inadecuado.

De allí el acelerado respaldo ofrecido desde la UE al presidente ucraniano Volodímir Zelensky, después de su fortísima discusión con Trump y Vance. Los referentes políticos del Viejo Continente, cuyo poder electoral va cayendo progresivamente, no ligan con el interés geoeconómico profundo de sus pueblos y regiones, sino con las necesidades de las empresas concentradas. Esa es la clave de los tiempos que transcurren y allí radica el talón de Aquiles de las fuerzas que declaman democracia y libertad mientras operan en detrimento de la humanidad y en contra del empleo adecuado de sus más recientes avances científico técnicos. (*)

LA EVOLUCIÓN. Es difícil entrever las posibilidades con que Trump cuenta para realizar un juego propio. De entrada, nomás, resulta pertinente indicar que ese juego no es personal. Depende en buena medida de las empresas que necesitan un horizonte productivo para persistir sin diluirse en un mundo económico especulativo, del vigor interno de los estados y de su porosidad para absorber los intereses sociales; de su capacidad para utilizar las nuevas tecnologías y disponer de armas potentes cuya fabricación no ponga en problemas el equilibrio económico de la nación, de su sagacidad para afrontar la acción de las agencias de inteligencia.

El sendero hacia la Multipolaridad persiste y se relanza, como demuestra el acuerdo para construir Power of Siberia 2 desde Rusia, a través de Mongolia, hacia el noreste de ChinaGazprom se afinca profundamente en la región. Como describió The Cradle“El poder de Siberia 2 implica forjar un nuevo eje energético para eludir la hegemonía occidental”.

Sin embargo, carece de lógica estimar que el decurso está resuelto. Existe un día a día que resulta costoso: tal vez el caso más dramático, aunque no el único, sea el arrasamiento del pueblo palestino. De hecho, continúa y, más allá de algunos pronunciamientos enfáticos, nadie (rpt nadie) está quedando bien parado.

¿Qué derivación tendrá este genocidio? Es difícil saberlo, pero algunos elementos permiten inferir que será más densa que un alto el fuego. Por lo pronto, haciéndose eco de una idea que empezó a circular un año atrás, Egipto ha propuesto forjar un “bloque militar árabe”. Es preciso considerar el concepto: más allá de las dudas generadas por el gobierno emisor de la propuesta -a decir verdad, no hay protagonistas absolutamente confiables- cabe valuar la proyección de la unidad.

Desde hace tiempo, la Liga Arabe y, con más potencia, la Organización de Países Exportadores de Petróleo ampliada (OPEP +) muestran una tendencia a la coordinación y al acercamiento a los BRICS +. Está claro que la propuesta puede evaluarse tardía si se analiza la gravedad de los acontecimientos. Aunque también, que la conjunción de los tres espacios puede canalizar un vigor de enorme magnitud.

Cuando escucharon la iniciativa planteada por el presidente Abdelfatah Said Husein Jalil el Sisi, las agencias británicas retomaron operatorias en busca de su desplazamiento. Nunca confiaron en este general, pese a formarlo en el Joint Services Command and Staff College del Reino Unido. En su andar porta un aura que algunos identifican con historias muy intensas registradas décadas atrás.

Como se verá, los ingleses siempre andan por ahí. Volveremos sobre la cuestión más adelante, lector. Ahora, unos mates y a repasar aquello que valga la pena subrayar, y comentar.

  • Fuentes Seguras. La era de los BRICS +. Por Gabriel Fernández. Ediciones Itarg. Buenos Aires. Agosto 2025