La doble vara del anarco capitalismo que controla la legalidad de la Feria de la Salada, pero a través del presidente Milei invita a evadir impuestos. Una historia que cruza comercio plebeyo, catástrofe ambiental y subsistencia.


Por: Antolín Magallanes
El presidente de la nación en más de un discurso, casi felicitó a los empresarios por evadir impuestos y así evitar que el Estado les confisque las ganancias. En otras ocasiones, trato de héroe a Al Capone por construir un imperio por fuera del Estado. En otra justificó la contaminación de los ríos por parte de quien es dueño de la tierra, pues eso le da derechos: si el agua se contamina, ésta pasa a ser un bien escaso, por lo cual será recuperada por la intervención del sector privado, pues allí hay una oportunidad de negocios. Los cien años de contaminación de la Cuenca Matanza Riachuelo, lo desmienten.
Todo esto está subrayado por la negación sobre el cambio climático.
Otro liberal, fallecido hace poco, y gran escritor, supo ser candidato a presidente de su Perú natal, elección que perdió. Pero en su campaña aseguraba que el Perú tenía grandes condiciones culturales para que el libre mercado actuara. Sugirió que el mercado comunitario andino era similar al libre mercado y que la gente se reúne en él a intercambiar bienes y servicios espontáneamente.
Cosas que se dicen porque el aire es gratis, diría mi madre, en un razonamiento economicista sobre la estupidez humana. La libre competencia del capitalismo comparada con la idea comunitaria de intercambios y encuentro de una comunidad. En esos espacios se redoblan las costumbres culturales, sociales y expresiones colectivas que no tienen nada que ver con maximizar ganancias. Empezando porque allí destacan la solidaridad y el cuidado de la Pachamama. Así como cubrir las necesidades básicas de la población sin crear falsas necesidades.
Con este marco conceptual, nos arrimamos a nuestro objeto de estudio, La Salada, ese espacio a la vera del río Matanza, que fuera balneario antes de la catástrofe ambiental, y que mutó en lugar de grandes ferias. Un polo comercial plebeyo, al margen de la legalidad.
Las ferias se llamaron Urkupiña (1991), Ocean (1995), Punta Mogotes (1999) y La Ribera (2004), está ultima supo estar junto al río Matanza.
Una gran feria a la que le compra el país, a la que se llega en charter desde distintos lugres para buscar mercadería barata.
Estando ACUMAR bajo la gestión del Dr. Juan José Mussi, hubo que generar un ordenamiento del territorio sobre la ribera del río Matanza/Riachuelo y se re localizaron más de 1500 puestos, sin un solo incidente.
Esos puestos a la vera del río eran una fuente de descarte de muchos retazos de tela y otros elementos sólidos, que luego se transformaban en basura flotante. Ese trabajo ciclópeo de ACUMAR, que se metió en ese mundo de feriantes donde todos responden a distintas terminales – del fútbol, la política, la policía, los comerciantes, etc.- ordenó ese borde.
En el momento que el gobierno hace alarde de su poca imaginación y vuelve a pedir los dólares que están debajo del colchón a la población, le da una vuelta más a la noria que siempre vuelve al mismo plan económico y con mismo verso y sin sortija. No llama la atención (¿por qué debería hacerlo?) que no les pida a los empresarios inescrupulosos que traigan sus millones. Cuentas en islas paradisíacas, diseminadas en las rutas donde los piratas enterraban sus tesoros. ¿Cómo pedirle a aquellos que son expertos en evadir? Recordemos aquel empleado de un banco importante, que estuvo preso en EEUU, que era el encargado de asesorar cómo sacar la guita de la Argentina y contó todo. Como siempre el “Estado opresor”, les blanqueó y asumió sus deudas, que pagamos todos.
Castillo, el Rey de La Salada, es un hombre pícaro, inteligente y astuto, digamos todo, un gran pillo que supo encontrar los pliegues para que La Salada sea el “único lugar de práctica de libre mercado en la Argentina” y además proveedor de todo el país, generando una vasta red comercial y de puestos de trabajo que hoy están en peligro.
¿Cómo creen que subsiste nuestra gente? ¿dónde creen que trabajan? En nuestro país la informalidad es moneda corriente, desde que tuvimos puerto y oligarquía prebendaria a la que el Estado oligárquico le regaló sus tierras.
Este presidente, tan grosero como ignorante, nos cansa con sus discursos sobre la Argentina del Centenario y su riqueza.
Habría que mandarlo a imitar a Joaquín V. González, para que contrate a algún catalán, como Bialet Massé, quien recorrió toda la argentina para hacer un informe lapidario sobre las condiciones sociales y de los trabajadores en la Argentina, destacando la desigualdad social de la época.
Es un delito la evasión de impuestos, Castillo lo sabe, pero sabe que no es el único que evade, sabe de otros que tienen otra inserción en la sociedad y otras terminales del poder que aceptan que esas cosas se pueden hacer. Es una relación como la mafia del Padrino y la de Buenos muchachos, una es la grande la que maneja poder groso y la otra es la chica, la que legitima a la grande, pero es más de negocios pequeños. Es la doble vara lo que realmente molesta de todos estos hipócritas. Mis actividades junto a ese río empezaron hace muchos años, fui maestro en alguna escuelita de esos barrios, con niños muy pobres y desvastados en su piel y sus ojitos por pústulas de la contaminación. Sus padres aun trabajaban en frigoríficos que ya no están, en empresas que se fueron, o en la venta de mercadería de talleres de sus paisanos, en un mercado incipiente llamado Urkupiña. Corrían los años 90. Ese mercado empezó crecer. Muchos que atraviesan la pobreza se pueden dar un lujo de comprar pilchas allí y también tener un laburo o una changa.
Allí operan libremente todas las fuerzas de la sociedad y pactan reglas de juego, adentro y afuera de la ley. Como también hacen los de la claque presidencial.
Ahora, cuando estos están sucios como una papa con las cripto monedas, cuando los dólares apenas alcanzan para llegar a las elecciones, cuando el superávit más alto de la región está firme gracias a sub ejecutar presupuesto en educación, salud y obra pública, aparecen las maniobras distractivas. Entonces la orden desde el gobierno nos recuerda a la de aquel querible oficial francés- Louis Renault- de la película Casablanca, “metan presos a los de siempre”. En este caso a los morochos que andan por la ribera practicando el libre comercio sin ser anarco capitalistas. Gente que busca el mango sin el encuadre teórico de la escuela austríaca y que, sin tener su pureza, han logrado cierta prosperidad. A Castillo le exhiben los autos en fila como en una concesionaria.
Nunca se pensó una alternativa para que toda esa fuerza comercial pudiera ir “legalizándose”, paulatinamente, y de manera formal. Cuántas cuestiones comerciales en este país y en el mundo empezaron así. El muchacho que se fue a vivir a Uruguay, el de Mercado libre, participó de una fabulosa promoción para las empresas que hizo el Estado durante el gobierno de CFK, para que su compañía creciera. Empresa que fue sostenida en principio por el gran negocio de su familia, que era una de las más grandes curtiembres en la Cuenca Matanza/ Riachuelo, allí en Lanús, y que durante años contaminó el río: SADESA.
En este invierno triste debemos escuchar el discurso hermético e incompresible, sin ningún tipo de atractivos y lleno de insultos, a periodistas, opositores y cualquiera que disienta, con el Capitán ANCAP (anarco capitalista) y su vehemente remate ¡Viva la libertad carajo!
Por las calles, esos hombres y mujeres suburbanos que deambulan de acá para allá pagando fortunas para viajar o saltando molinetes, o lo que es peor, esperando que el tren arranque para correr y colgarse, que viven en los recovecos calientes de las ciudades, que no consiguen o pierden trabajo, que revuelven tachos de basura, que no saben qué hacer con sus hijos. Todos ellos y ellas, en esa intemperie del dolor, se empiezan a preguntar ¿a dónde está la libertad? y no dejan de pensar que nunca, la han pasado tan mal.
*presidente de Nuevo Encuentro CABA.