Edición n° 3119 . 06/06/2025

EL TIEMPO, ESE ANIMAL SIN TIEMPO/UN GOBIERNO QUE NOS ARRIMA AL PRECIPICIO SOCIAL Y ECONÓMICO

(Por Raúl Hutin *) Cuando asumió el  Presidente de la Nación, Javier Milei, en diciembre de 2023, muchos argentinos y argentinas le pusieron una puntada de confianza. Había ganado el ballotage con los votos prestados por el PRO y caudal propio minoritario, sin embargo gran parte de la ciudadanía vio en Milei algo distinto, disruptivo, y estuvo dispuesto a darle tiempo y paciencia.

A fuerza de buscar en los intersticios del pensamiento los motivos profundos del comportamiento, encontramos que la gente venía de varios gobiernos que no le solucionaron sus problemas cotidianos: el salario a la baja, la inflación en alza, la educación y la salud en franco deterioro, el trabajo cayendo, entre otros.

Le pusieron una ficha a este gobierno en consecuencia. Pero el tiempo está pasando,van 17 meses de gobierno, y todos esos problemas en lugar de solucionarse, se incrementaron. Lo peor es que siempre el culpable es el otro: el gobierno anterior, la deuda externa, el riesgo país, la crisis mundial. Nunca es responsabilidad de las políticas diseñadas para hacer feliz al pueblo que te eligió.

Hoy el deterioro se ve en cualquier lugar de Argentina: en la calle, en los hogares, en las fábricas, en los locales vacíos, en los precios de los productos de primera necesidad, en los pibes revolviendo tachos de basura o durmiendo en los zaguanes. Ya no se pueden esconder bajo la lluvia de trolls. La realidad siempre aparece y nos golpea en la cara con fuerza para que reaccionemos. Ya estamos  viviendo un gerontocidio,un industricidio, un cientificidio. ¿Hasta cuándo?

La industria está en su menor uso de su capacidad instalada, similar a la época de la pandemia.

La industria textil está trabajando al 41%, la del tabaco al 41,2%, plásticos y caucho al 42%, metalmecánica al 42,8%, edición e impresión al 48,9%, automotriz al 48,9% y podríamos seguir nombrando más cadenas de valor y los resultados del mes de abril serian similares.

Los locales de venta al público acusan una baja de entre el 30 al 40% de su facturación, los supermercados llevan 16 meses consecutivos de caída y en el último mes sumaron otro 3%. Solo en la provincia de Buenos Aires cerraron 1.000 panaderías:¿algún producto más esencial que el pan?

No es cierto que el salario de nuestros trabajadores,(que son los que forman el mercado interno), lleve 5 meses en alza. Los números son contundentes en ese sentido desde que asumió el nuevo gobierno: los empleados públicos perdieron un 16% del salario real, los jubilados de la mínima, (que son la gran mayoría), el 34%, los trabajadores formales perdieron sólo el 6,5%, pero los informales que suman casi el 50% perdieron hasta el 20%. Hay una comparación que es por demás elocuente.

La población en promedio podía comprar al mes 2 canastas básicas, en este momento solo les alcanza para 1,5 de la misma canasta, con lo que se demuestra a las claras el deterioro en la capacidad de consumo.

Es cierto que cayó la pobreza del 52,9 al 38,1, pero este descenso esconde fuertes desigualdades y una recuperación por demás heterogénea. Hay sectores calificados que escapan más rápido a la pobreza, mientras que  los jubilados o los trabajadores informales quedan atrapados entre sus garras y se van hundiendo cada día más.

También podemos admitir que no subió tanto como imaginábamos el desempleo, (muy distinto a la crisis de De La Rua), donde el que se quedaba sin trabajo no conseguía otro y termino en una crisis social sin precedente, ahora al que lo echan de su trabajo se consigue una bicicleta se pone una mochila de heladerita y sale a trabajar de repartidor. Los que cobran una buena indemnización se las arreglan (por ahora) con el autito laburando en Uber.

Pero eso lleva al peor signo de la época: la caída de la calidad de vida de nuestra sociedad. Además la ruptura de su condición de obrero le hizo perder su afiliación sindical para asumir que se las tiene que rebuscar como puede, y la realidad “es que nadie se salva solo”.

En este panorama oscuro y confuso, donde todo está mal pero a la hora de votar lo vuelven a elegir, ¿Cuánto tiempo de vida nos queda a las PYMES? Y ya no nos referimos solo a las industrias manufactureras, incluimos las comerciales, las de servicios, las economías regionales fuertemente castigadas. Y la respuesta es tétrica: entre las empresas formalizadas y las informales tenemos 20.000 menos y repito van 17 meses de gobierno y aún nos quedan 31.

Las que alquilan y fueron perdiendo el capital propio y hoy deben recurrir a los bancos son boleta, aquellos con gastos ampulosos gerenciales o retiros de otras épocas,las seguirán y en definitiva y con mucha suerte solo resistirán unos pocos que trabajaran con capital propio y ocupando todos los puestos en forma personal.

Las PYMES que de estas crisis ya pasamos 4, tenemos la experiencia suficiente y necesaria para no dejarnos guiar como vacas al matadero. Si nos van a matar, moriremos peleando, trabajemos nuestro PLAN DE LUCHA, como los jubilados, como los científicos, como los médicos, como los estudiantes, como los trabajadores y demostremos que madera estamos hechos.

Raul Hutin*/ Secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales