(Por Belkis D´Aveta * ) Cerca de un tercio de la riqueza privada global está oculta en estas guaridas. Alojan a las empresas que permiten a las personas más ricas del mundo controlar su fortuna evadiendo responsabilidades sociales, mientras que la clase media y los pobres tienen que cumplir con el pago de sus impuestos. Los países periféricos son los principales damnificados por la fuga de capitales.
Una de las caras de la globalización son los “paraísos fiscales”, creados para garantizar la evasión fiscal y el blanqueo de capitales. Según Oxfam, un paraíso fiscal es un territorio donde la tributación fiscal es muy baja o prácticamente nula y pueden hacerse transacciones y operaciones de casi cualquier tipo sin necesidad de registros o controles. Por supuesto, no todos tienen las mismas características. Algunos son los preferidos para las fortunas personales, como Mónaco, y otros son el campo de cultivo perfecto para malas prácticas empresariales, como por ejemplo Panamá o Liberia. Dentro de los paraísos fiscales hay una especialización en diferentes materias fiscales.
Aunque son una pieza clave de la economía moderna, sus orígenes se remontan a la antigüedad. En Relatos de los paraísos fiscales: chiflados, bandidos y estafadores, Charles Adams señala que los paraísos fiscales jugaron un papel muy importante en el crecimiento y estabilidad del Imperio romano. «El gobierno romano premiaba a ciudades que le eran fieles dándoles el estatuto de puertos libres de impuestos o Libertas», indica. En cambio, el tributo, según el historiador Cícero, era más bien un castigo para todos los que se rebelaban contra Roma.
En los años ’50 comenzó a acuñarse el término «paraísos fiscales». Sin embargo, las bases de los paraísos fiscales tal como se conocen hoy en día, es decir, territorios cuya ley fiscal permite cero o muy bajos impuestos a fin de atraer clientes del extranjero, emergieron en el siglo XIX.
En Historia de los paraísos fiscales, el profesor Ronen Palan señala que al comienzo estos territorios no eran naciones independientes, sino los estados norteamericanos de Nueva Jersey y Delaware. Estos distritos, finalizando el siglo XIX, implementaron la política de «incorporación fácil», utilizada por todos los paraísos fiscales actualmente, que permite que alguien «compre cualquier compañía prefabricada y comience a comercializar en menos de 24 horas». La compañía ya está estructurada y sólo hay que poner los nombres de los dueños.
En Europa, a inicios del siglo XX, los cantones suizos, particularmente el empobrecido cantón de Zug, cerca de Zurich, copió esta práctica. De este modo el triángulo Zurich-Zug–Liechtenstein surgió como un verdadero centro de paraísos fiscales en Europa en los años ’20, menciona Palan.
Beneficios
Los paraísos fiscales ofrecen como beneficio el secretismo. Como el dinero suele ser producto de actividades ilícitas, por lo cual no fue declarado impositivamente, no se revela la titularidad de las cuentas bancarias. El secreto bancario surgió en Suiza en 1934 y sirvió a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En los paraísos fiscales transita la corrupción, al disponer de todas las facilidades para lavar dinero sin saber su origen, evadir impuestos, triangular utilidades o gastos de las multinacionales para sobre o subfacturar y así disminuir la carga impositiva.
Por otro lado, otra herramienta fundamental del esquema de paraísos fiscales es la residencia virtual de una empresa, creada por los británicos. Esto permite a compañías incorporarse al Reino Unido sin pagar impuestos, un desarrollo que algunos creen es la pieza clave del fenómeno de los paraísos fiscales.
Actualmente, los paraísos fiscales conforman una parte importante de la economía mundial y aproximadamente un tercio de las 200 personas más ricas del mundo, con un patrimonio estimado en 2,9 trillones de dólares, controlan parte de su fortuna personal a través de compañías ubicadas en estas guaridas. Así se facilita que el llamado «1 por ciento» evada sus responsabilidades sociales, mientras que la clase media y los más pobres tienen que cumplir con el pago de sus impuestos.
Como señala el profesor Mario Rapoport, “los paraísos fiscales están en todo el mundo. Inglaterra tiene como 20, empezando por la misma Londres y en islas que dependen del Reino como las Bermudas y las Vírgenes. En el corazón de Europa están Luxemburgo, Mónaco, Andorra junto a Irlanda y Delaware en Estados Unidos”.
El FMI y un economista norteamericano, James Henry, estiman que cerca de un tercio de la riqueza privada global está oculta en el sistema global de paraísos fiscales. En el caso de Argentina, Jorge Gaggero estima que 500 mil millones de dólares, casi un PBI argentino, se encuentra allí alojado.
Algunos de los paraísos fiscales más importantes están bajo soberanía de las principales potencias del mundo, que se benefician ampliamente de su existencia. El problema surge cuando sus propios contribuyentes migran a otras regiones y escapan a su control. El entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama decía: el problema es que la existencia de paraísos fiscales es legal. Por otro lado, Estados Unidos exige a Europa y a otros países información exhaustiva de las cuentas de residentes norteamericanos en bancos europeos, pero no ofrece información de los residentes europeos y ni de otros países con cuentas en bancos de EEUU.
Multis
Apple está acusada por senadores de Estados Unidos de evasión fiscal al haber creado entidades offshore para no ser residente en Estados Unidos a los efectos fiscales. Así evitó el pago de 9 mil millones de dólares en 2012. La mayor parte de la producción de Apple está radicada en Singapur, China y otras regiones de Asia, lo que aumenta el déficit comercial estadounidense.
Las llamadas “Big Four” (es el término inglés utilizado para referirse a las firmas más importantes del mundo en el sector de la consultoría y auditoría) en sociedad con bancos y estudios jurídicos desarrollan lo que se conoce como “Planificación fiscal internacional”, que es una manera de en eludir y evadir impuestos en favor de las grandes empresas.
Así por ejemplo Apple, a través de la creación de dos filiales en Irlanda, donde los impuestos son menores, redujo sus obligaciones fiscales, dado que en Estados Unidos el pago de impuesto se rige por la residencia de la persona jurídica, en este caso Irlanda. Pero para este último, el pago de los impuestos es donde se encuentra el control y la dirección de la empresa, que es Estados Unidos. Esta discusión tomó protagonismo en la negociación de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea debido al riesgo que el Reino Unido se transforme en una “megaplataforma” de evasión fiscal.
Aproximadamente el 40 por ciento de las sedes sociales europeas de las 250 principales multinacionales están en Londres. El Brexit abrió dos posibilidades: 1) que las empresas se muden al continente con una importante pérdida de la recaudación fiscal para los ingleses; 2) que Inglaterra se transforme en una suerte de “mega plataforma” de evasión fiscal, que hoy en parte ya lo es con las Islas Vírgenes, Bahamas, Bermudas, Alguilla, Caimán, Maldivas, Turcas y Caicos, Man, Yersey, Guernesey e Islas Malvinas, que están bajo soberanía inglesa. Esto preocupa a Alemania y Austria por su propio paraíso fiscal Liechtenstein, a Francia por Mónaco, Andorra y Luxemburgo. La apuesta es impresionante ya que esos paraísos fiscales tienen depositados 7,5 billones de dólares, 80 por ciento de los cuales provienen de la evasión fiscal.
Periferia
Los países periféricos, como Argentina, resultan ser los principales damnificados por la fuga de capitales en provecho de los países centrales, que dominan las más importantes plazas offshore.
Según el Boston Consulting Group, para el caso de América Latina, los activos externos de sus residentes se distribuyen en Suiza, con el 29 por ciento; Estados Unidos, con el 28 por ciento; Caribe y Panamá, con el 29 por ciento y un 7 por ciento que va al Reino Unido y sus dependencias como Guernesey, Jersey e Irlanda.
Dese 1970, la fuga de divisas representa un problema estructural para la Argentina, asociado al comportamiento de los grupos económicos locales y multinacionales, que en pos de maximizar sus ganancias evitan el pago de impuestos y localizar sus activos financieros en guaridas fiscales, fuera del alcance de las autoridades locales. A lo largo del tiempo se mantiene un piso constante de salida de divisas, independientemente de la estabilidad económica y política del país. Si bien los flujos se agudizan en momentos de crisis, también se registran niveles elevados en épocas de estabilidad política y crecimiento económico.
Así, la tasa impositiva efectiva que paga el decil mas alto es del 8 por ciento (CEPAL, 2016) en comparación con el 14 al 20 por ciento del mundo desarrollado. Por otro lado, la recaudación impositiva que financia la inversión o gasto público se basa mayormente en impuestos indirectos, donde el rico y el pobre pagan el mismo porcentaje de impuestos.
En Argentina, la contribución o presión fiscal no es alta sino que es tremendamente desigual. Una estimación de Alex Cobham y Petr Janský (2017), arroja una pérdida de impuestos para Argentina de 21.400 millones de dólares en el año 2013, debido al desvío de ganancias de las empresas multinacionales, lo que representa una pérdida anual del 4,42 por ciento del PIB. Por otro lado, la fuga de divisas disminuye el nivel de inversión interna, que requieren los países de la periferia para alcanzar un mayor grado de desarrollo económico. Los niveles tan significativos de fuga de capitales Argentina han sido financiados mediante una política de indiscriminado endeudamiento externo, que tienen consecuencias actuales en la problemática de cómo pagar al FMI.
Qué hacer
Hay muchas medidas que se pueden tomar para controlar esta sangría de recursos y mejorar la distribución del ingreso mediante políticas publicas acordes. Es central fortalecer los sistemas de control de los Estado, utilizar todos los instrumentos tecnológicos y jurídicos disponibles e instalar el tema con fuerza en la opinión pública.
Para países como Argentina es crucial visibilizar las maniobras delincuenciales de los operadores del comercio exterior argentino que se conocen en el resto del mundo. Durante el macrismo, China se asombró de la discrepancia entre las cifras oficiales de exportaciones argentinas a ese país, inferiores a las importaciones que registra la República Popular provenientes de los puertos argentinos.
Es importante fortalecer el intercambio de información tributaria entre países y realizar un registro global y publico de beneficiaros finales, es decir, saber quiénes son los verdaderos dueños de las multinacionales. También controlar a los “facilitadores” que hacen posible estas artimañas evasivas y elusivas y unificar las listas de paraísos fiscales incluyendo a la City de Londres y Delaware. Encarar reformas fiscales globales para terminar con las exenciones impositivas y terminar con el secretismo bancario.
* Contadora Pública (UBA), Maestranda en Historia y Políticas económicas (UBA). belkisdaveta@gmail.com