Por Cecilia Miglio
Macrina Mateo, reconocida artesana y líder de Mujeres del Barro Rojo en Oaxaca, México, nos comparte la historia y el esfuerzo de su comunidad. Estas mujeres zapotecas mantienen viva la tradición alfarera utilizando barro rojo y técnicas ancestrales. Acá te lo cuentan.
En el corazón de Oaxaca, México, se emplaza el pueblo de San Marcos Tlapazola, una pequeña comunidad rural ubicada a solo una hora de la ciudad de Oaxaca. Es aquí donde se encuentran las Mujeres del Barro Rojo, una organización que agrupa a artesanas indígenas zapotecas, que crean piezas únicas de alfarería utilizando barro rojo y técnicas ancestrales.
Historia del Pueblo Zapoteco
La historia del pueblo zapoteco se remonta al siglo V a.C., cuando fundaron la ciudad de Monte Albán, una de las primeras ciudades de Mesoamérica. Los Zapotecos fueron una de las civilizaciones más importantes de la región, y su legado cultural y artístico sigue siendo visible en la arquitectura, la cerámica y la textilería de la región.
Durante el período prehispánico, los Zapotecos desarrollaron una compleja sociedad, con una estructura política y social bien definida. Fueron expertos en la agricultura, la astronomía y la matemática, y su calendario es considerado uno de los más precisos de la época.
Macrina Mateo
La agrupación es liderada por Macrina Mateo, quien, junto a Alberta Mateo, fundó y desarrolló un trabajo comunitario con un numeroso grupo de mujeres. Macrina es una artesana reconocida a nivel nacional e internacional por su dedicación a la preservación de la tradición alfarera oaxaqueña. «Aquí en nuestro pueblo, hace muchos años, carecíamos de muchas necesidades básicas», comenta Macrina. «Pero a pesar de las dificultades, siempre hemos mantenido viva nuestra tradición alfarera, que viene de muchas generaciones, desde nuestras tatarabuelas», precisó.
A los 15 años, Macrina decidió salir del pueblo para capacitarse y mejorar sus habilidades como artesana. Sin embargo, esta decisión le generó problemas con su mamá, quien le dijo que no tenía derecho a salir «porque una mujer cuando es joven no puede salir, porque ahí viene la crítica del pueblo». A pesar de los obstáculos, Macrina enfrentó y luchó contra estos mandatos sociales.
El Trabajo de la Cooperativa
La cooperativa Mujeres del Barro Rojo es más que un grupo de artesanas, es una comunidad de mujeres que se apoyan y se respaldan mutuamente. «Aquí en nuestro pueblo, yo fui la primera mujer que salió a difundir nuestras artesanías», comenta orgullosa Macrina. «Hace 50 o 60 años, mi madre me contaba que ninguna mujer salía a promover nuestro trabajo debido a la desigualdad de género que existía en aquella época». Hoy en día, la cooperativa es reconocida a nivel nacional e internacional. Las mujeres venden sus piezas en ferias y exposiciones a nivel nacional, y también a través de las visitas que reciben en su taller en San Marcos Tlapazola.
Las mujeres artesanas de la cooperativa son las más reconocidas de la región por su contribución a la preservación de la cultura y la tradición zapoteca. Han llevado su trabajo a diferentes partes del mundo, incluyendo ciudades de Estados Unidos e Italia, siendo embajadoras de su cultura y tradición.
El Proceso de Alfarería
La tradición alfarera en San Marcos Tlapazola se caracteriza por la utilización del barro rojo, una arcilla con esa tonalidad que se encuentra en la región. Las mujeres artesanas de la cooperativa extraen el barro de las minas ubicadas en la montaña, a las que suben para recolectar la materia prima. «El barro lo tenemos que traer de la montaña. Las minas de barro rojo están más arriba de la montaña y bajamos los trozos de barro que los almacenamos en bolsas de costales de azúcar y de ahí los cargamos en nuestras espaldas con nuestros rebozos (chal típico mexicano). Lo secamos, lo remojamos, lo batimos y lo limpiamos para prepararlo para su uso», explica Macrina.
Una vez preparado el barro, las mujeres artesanas lo trabajan a mano, utilizando técnicas y herramientas tradicionales. «Aquí trabajamos a pura mano. Vamos trabajando sobre una piedra muy antigua, y utilizamos pedazos de olote (fruto del maíz desgranado), piel y jícaras (vasijas) para dar forma y textura a nuestras piezas. También utilizamos piedras del río para bruñir y dar brillo a nuestras creaciones», comenta Macrina.
Roles Comunitarios y Apoyo Estatal
En la cooperativa, las mujeres salen a ferias y exposiciones no solo para vender, sino también para reunirse y tomar decisiones. «Vamos vendiendo a nivel nacional a través de ferias y exposiciones y a través de las visitas que tenemos vamos difundiendo nuestro trabajo», comenta Macrina.
En cuestión del barro, es un trabajo principalmente de mujeres, mientras que los hombres se dedican más al campo, cultivando maíz, frijol y calabaza. «El apoyo gubernamental ha sido principalmente a través de ferias y exposiciones, y hace años, contamos con el apoyo a la producción del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) que es un Fideicomiso público del Gobierno Federal, y nos lo otorga la Secretaría de Cultura», explica Macrina. A nivel nacional, nosotras mismas buscamos maneras de vender nuestros productos, incluso colaborando con diseñadores.
La Cooperativa Mujeres del Barro Rojo es un ejemplo inspirador de la dedicación y el trabajo de las mujeres artesanas indígenas oaxaqueñas, y un recordatorio de la importancia de promover y valorar los productos artesanales, no solo por su belleza y unicidad, sino también por su sostenibilidad y respeto al medio ambiente. En un mundo donde el plástico y los metales dominan, las piezas de barro rojo de San Marcos Tlapazola son un testimonio de que es posible crear objetos hermosos y funcionales sin dañar el planeta.