(Por Matias Strasorier y María Rizzo)
El capitalismo propone agricultura sin agricultores, el reemplazo de los hombres y mujeres que trabajan la tierra. En Estados Unidos se impulsa “el modelo para el campo del futuro”, basado en una producción sin productores agropecuarios, ni asesores en el campo, es decir el reemplazo del capital vivo por capital constante. Estos capitales constantes basados en las nuevas tecnologías logran, en la unión de lo real, lo virtual y lo biológico, producir con nula participación de hombres y mujeres. Sin lugar a dudas es la inteligencia artificial (IA) la que generó un punto de disrupción, siendo el eslabón que mueve la “maquinaria productiva”, uniendo la IoT, la robótica, el blockchain, la biotecnología, etc. De este modo logra automatizar todas las tareas simples, desde tripulación de maquinaria hasta asesoramiento técnico.
Esto aparece como respuesta al problema de envejecimiento poblacional de mano de obra, ya que en EEUU la edad promedio de agricultores o farmmers es de 65 años. Ante lo cual, una agricultura sin agricultores como modelo del campo del futuro, resulta la salida. El sistema capitalista ve al Ser Humano que trabaja, como una mercancía más del sistema: mercancía fuerza de trabajo. Marx, en los Manuscritos de 1844 plantea que el trabajador tiene la desgracia de ser un capital vivo, que “físicamente fue y es concebido su SER, su vida como una oferta de mercancía, a semejanza de cualquier otra mercancía” (Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, Ed Colihue, pág. 123). Es decir que el trabajador o la trabajadora, en tanto mercancía fuerza de trabajo, depende de la necesidad del Capital de emplearlo a cambio de un salario. Cuando esta necesidad es cubierta por un medio de producción, la mercancía fuerza de trabajo es reemplazada. El capital aumenta su ganancia y mejora la competencia frente a otros capitalistas.
Esta es la esencia del capital, no es novedoso, ya sucedió en la producción agrícola cuando los implementos y maquinarias agrícolas reemplazaron a la fuerza animal. Los tractores reemplazaron a los bueyes y caballos de trabajo. Con lo cual no resulta novedoso que el tractorista sea reemplazado por un robot, como tampoco resulta novedoso que un ingeniero agrónomo o un médico veterinario, sea reemplazado por la IA.
La irrupción de las nuevas tecnologías, con la IA a la cabeza, cobran centralidad en esta nueva fase del sistema capitalista, con una exponencial inversión en capital constante. Una de las personificaciones que tiene el capitalismo de esta nueva fase es, el magnate Elon Musk, quien, desde Estados Unidos, promueve un proceso de “destrucción creadora”, la cual se basa en una masiva y drástica transferencia de los factores (capital y trabajo) a los sectores de mayor productividad. Es decir, a los sectores de las nuevas tecnologías, con el objetivo de reducir los tiempos sociales de producción para maximizar ganancias y de este modo apropiarse de la mayor cantidad de plusvalía.
El desarrollo de estas nuevas tecnologías está basado en la apropiación del conocimiento y saberes producto del trabajo de la humanidad a lo largo de la historia, del trabajo de la humanidad en su conjunto dominando la naturaleza para producir, que hoy se convirtió en propiedad privada de los capitalistas dueños de los nuevos medios de producción.
Para ser contundentes y claros, en los últimos 25 años se produjo la apropiación de los datos de georreferenciación, de suelos, de precipitaciones, de ganancia de peso diario, de nacimientos por parto, de rendimientos por hectárea, etc. Datos obtenidos del trabajo de productores, asesores, etc.
Es decir, que el avance tecnológico reemplaza lo obsoleto, descarta lo que no necesita. Y en este punto el ser humano, en tanto trabajador, ya sea un trabajo físico o de conocimiento, es tomado por el capitalista como una mercancía fuerza de trabajo, por lo tanto, reemplazable y prescindible en tanto “cosa” que pueda realizar la tarea en menos tiempo, menor costo y mejor calidad, que el ser humano.
Lo que se esconde detrás de la aparentemente positiva “destrucción creadora” y el despertar “animal spirits” (pasión por invertir e innovar) que se impulsa desde Estados Unidos, con Musk a la cabeza, es la explotación y la exclusión (o descarte) de parte de los seres humanos que trabajan, que crean, que innovan. También se esconde la concentración de la riqueza (solo incluye los necesarios para generar riquezas), un capitalismo que permite a dos o tres vivos del mundo a viajar por el espacio, mientras otros apenas logran subsistir.
Es tan grande la alienación de algunos agricultores argentinos, que celebran el modelo para el campo del futuro, una producción sin productores. Parece que no ven que peligra su existencia, en tanto las nuevas tecnologías resulten medios de producción dentro del sistema capitalista.
La existencia humana de algunos agricultores y asesores agropecuarios argentinos se define solo por su capacidad de trabajo, su capacidad de producir soja, maíz, trigo, carne, leche, etc., por lo que han perdido su conexión con la realidad y la conciencia de sociedad. El capitalismo logro y logra tal alienación, que estos hombres celebran ser reemplazados por la IA y robots. Sin encontrar el punto de contradicción y de disputa de fondo, quiénes son los dueños de estas nuevas tecnologías, quiénes son los que les arrebataron el conocimiento de generaciones de agricultores, para transformarlas en propiedad privada de unos pocos. Obsoletos en la defensa de la propiedad privada, no percibieron el robo de lo más valioso en estos tiempos, el conocimiento de ellos y de sus padres, abuelos, bisabuelos, etc.
Es necesario despertar la conciencia y conectarse a la realidad de lo que sucede. Comprender que el problema no es el uso de las nuevas tecnologías, muy por el contrario, es necesario su uso efectivo. El problema es que el uso esta direccionado por la lógica capitalista de apropiación, concentración y acumulación de las riquezas en una reducida elite, a costa de los tiempos de la sociedad global en su conjunto.
Cabe la reflexión, ¿podría ser la “destrucción creadora” una condición de posibilidad para destruir lo inhumano-animal, y crear al “nuevo ser humano”? Donde la producción y el trabajo no sean “descartes” sino oportunidades de crear lo común