La expresidenta le pidió a Milei que «se siente a administrar el país». Lo acusó de «lunático» y de «joder a los jubilados». El mensaje para la CGT y el trabajo informal.
( Por María Cafferata)
El tiempo de espera terminó: Cristina Fernández de Kirchner se subió al ring de pelea con el gobierno libertario y comenzó a preparar, así, su liderazgo en el desarticulado peronismo. Comenzó con el cruce tuitero con Javier Milei la semana pasada, a raíz de la carta que publicó cuestionando su política económica, y se consolidó el viernes a la tarde en un acto en Merlo, en donde CFK protagonizó una charla magistral en la que se dedicó a desmentir, punto por punto, la grandilocuencia macroeconómica del presidente. «Presidente, lárguelo a (Milton) Friedman, cace el manual argentino y siéntese a administrar el país», le espetó, en un discurso en el que se dedicó a darle a Milei donde más le dolía. Lo acusó de «lunático» y de «mentiroso», así como de haber pactado con la casta «para joder a los jubilados»: un bombardeo que tenía a Milei como principal destinatario y no, como advirtieron con alivio varios de los asistentes, al corazón de la interna peronista.
Habían pasado cinco meses desde la última vez que CFK había protagonizado un acto. El último había sido en abril en Quilmes y, desde entonces, la expresidenta había intercalado un silencio hacendoso –con reuniones con distintas terminales del peronismo, así como una presencia fantasma constante en el Senado– con algunas apariciones quirúrgicas. La expresidenta intervenía cada ciertas semanas, con tuits o cartas, para marcar la agenda y enviar mensajes internos. La Universidad Nacional del Oeste, creada en Merlo durante el gobierno de CFK, venía queriendo distinguirla con un doctorado Honoris Causa hace casi dos años y, finalmente, la fecha terminó coincidiendo con la sanción opositora de la Ley de Financiamiento Educativo. Un evento que la expresidenta usaría como puntapié para la charla magistral que tenía un solo objetivo: concentrar la centralidad opositora contra el gobierno libertario.
Es la economía bimonetaria, estúpido
Continuación lógica de la carta que había publicado la semana anterior, CFK comenzó su exposición con su caballito de batalla: la economía bimonetaria y la escasez de dólares como causas cíclicas de las crisis en la Argentina. «La novedad más grande de estos nueve meses es que nació la criatura y el padre se dio cuenta que las ideas que traía de los austríacos chocaron contra la pared de la Argentina. Afirma una burrada y, sin embargo, su ministro de Economía dice que no puede devaluar porque impactaría en los precios. ¿Cómo? ¿No era que la inflación era, como dice Milton Friedman, un fenómeno monetario?», ironizó, recordando los momentos en los que el gobierno libertario había dicho que «el problema era la emisión y todo se iba a solucionar mágicamente».
La expresidenta no se anduvo con sutilezas, sino que se agarró del último discurso que había dado Javier Milei en Mendoza –en donde el Presidente, en varias ocasiones, había chicaneado con que era para que CFK «tomara nota»– y se puso a desguazarlo. Parte por parte. Primero lo acusó de tener una visión distorsionada de la historia argentina. «Dice que la Argentina era maravillosa hace 100 años. Pero uno puede recordar cuando, en 1904, el General Roca sanciona la ley del servicio militar obligatorio y arrancan las revisiones médicas y el estado de salud de la población era calamitoso. Tuberculosis, raquitismo, mal de Chagas», repasó, apuntando directamente contra la fantasía libertaria (ampliamente extendida) de que la Argentina comenzó su decadencia con el fin del modelo agroexportador.
«Ha creado la imagen de un paraíso perdido que no resiste a la más mínima historia comparada. Basta de engañar a nuestros pibes. Si estábamos tan bien, ¿por qué te crees que vino el peronismo, hermano? A ver si los gorilas de este país se avivan de una vez», apuntó, insistiendo en romper con una idea compartida en parte de la sociedad, así ella lo identifica, de que «es loco pero sabe». CFK buscaba desmitificar, lenta y concienzudamente, la imagen de Milei como gran economista. «Siento que si la educación argentina hubiera podido llegar a todos los rincones estas cosas no pasarían. No podría venir un lunático a decirnos cosas que no sucedieron, que son mentira y no existen realmente», se lamentó.
Milei también ironizó sobre «las dos versiones» que Milei había tenido respecto a su ministro de Economía, Luis Caputo. Llegó, incluso, a pasar un recorte de una entrevista a Milei de hace cinco años cuando criticaba públicamente a Caputo en los canales de televisión por haberse «fumado más de 15 mil millones de dólares».
Repasando las crisis que le había tocado vivir como presidenta, CFK se refirió, en otro momento, al lockout agropecuario a partir de la Resolución 125 –en donde recordó el voto «no positivo» de Julio Cobos y deslizó, entre risas, «hablan de algunos vicepresidentes… dios mío, yo una pinturita»– y la quiebra de de Lehman Brothers. «Ese año tuvimos superávit fiscal con crecimiento e inclusión social. Esa es la virtud. Porque que se mueran todos de hambre y a vos te sobre la plata es fantástico, pero la gracia está en que la gente coma y vos puedas administrar el Estado», retrucó.
Mensaje internos
La charla de CFK se daba en un contexto de gran tensión interna en el peronismo. Unos días antes, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza había salido a acusar por las redes sociales al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y al ministro bonaerense Andrés «Cuervo» Larroque de atacarla con «bots» en un video que había subido (en el que cuestionaba al gobernador Axel Kicillof en el marco de una pelea por el puerto de Dock Sud): el último capítulo de la interna fratricida entre La Cámpora con el gobernador bonaerense que había generado malestar en muchas de las terminales del peronismo.
La decisión de CFK de invitar a Axel Kicillof –que recibió un aplauso atronador cuando ingresó al salón de la Universidad junto al intendente de Merlo, Gustavo «Tano» Menéndez, y «Wado» de Pedro y Oscar Parrilli–, había aplacado los temores de algunos dirigentes de que la interna escalara. Y, una vez finalizado todo el acto, la dirigencia estaba directamente aliviada: CFK no se había demorado ni un minuto en la interna y había dedicado toda la charla a apuntar contra Milei. «Sacó al peronismo por encima de su interna y puso la discusión afuera, en la pelea que se está dando con los jubilados y las universidades», celebraba un diputado kirchnerista, al cierre del acto.
En efecto, CFK se había encargado de invitar a varios senadores y diputados, a quienes felicitó directamente por la sanción de la Ley de Financiamiento Educativo: «A veces nos preguntamos qué hacer frente a todo, bueno, algo como lo que se hizo ayer donde varios partidos políticos votaron el financiamiento para las universidades». Pendiente de la agenda legislativa, se refirió también al veto del aumento a las jubilaciones: «Un triunfo pírrico porque esos cinco radicales que se dieron vuelta porque le compraron el voto pegaron a Milei con la casta. De la casta de la que él hablaba es la casta con la que pudo joder a los jubilados», cuestionó.
Si hubo un mensaje interno durante la charla fue a la CGT, a quien le recriminó que se hubiera quejado cuando, en su última carta, había exhortado a incluir en el análisis de las relaciones laborales la variable del crecimiento del trabajo informal en la Argentina. «Tenemos a otro mundo de trabajadores informales que han quedado sin representación. No podemos hacer como el avestruz y meter la cabeza en un hoyo. No es imputación, es descripción», argumentó, y volvió a insistir en la necesidad de «articular pensamiento, palabra y acción con las nuevas demandas».
«No podemos quedar atados a las demandas del ’45, y nadie tiene que sentirse ofendido. Al contrario, hay que sentarse en la mesa para pensar como pasamos a representar al conjunto de los trabajadores de la Argentina», remató, y el conjunto de dirigentes y jóvenes militantes -muchos de ellos adolescentes– que estaba presente aplaudió con fuerza.
«Cristina presidenta»
Finalizada la charla, CFK salió del edificio de la universidad a hablarle a una multitud de militantes que se había reunido a escucharla afuera. «Tenemos que recuperar el sueño del progreso. Eso era el pasaporte hacia una Argentina mejor: estudiar y trabajar. Y hoy no conseguís trabajo y te dejan sin plata en las universidades. Hay que ponerle mucho corazón a todo esto», les dijo, en un tono que, progresivamente, se iría volviendo más emotivo, hasta casi quebrarse. Desde el escenario, CFK convocó a la militancia a convencer y a «llevar palabras de aliento sin enojarse con nadie». «Tenemos que poner pecho y salir a recorrer los barrios a recuperar lo que se está perdiendo, que es el amor entre los argentinos», exhortó.
Las columnas de militantes, con banderas de La Cámpora y Nuevo Encuentro, la interrumpían, cada cierto tiempo, para cantar «Cristina presidenta» y «Una más y no jodemos más». Encima del escenario, junto a ella y el «Tano» Menéndez, estaban los dos presidenciables cristinistas: Axel Kicillof y Wado de Pedro.
Ya sobre el cierre, visiblemente emocionada, CFK finalizó: «Yo confío en el poder del pueblo. Como dicen ustedes, la Patria no se vende».