Estudiantes y docentes de una escuela agraria de General Villegas trabajan en la recuperación de una fábrica de lácteos que cerró en el vidalismo.
Por Gabriel Dávila
Estudiantes y directivos de la Escuela Profesional Secundaria (EPS), de la Escuela Agraria 1 de General Villegas, trabajan en la recuperación de una fábrica abandonada, emplazada en el predio de la institución educativa.
La fábrica dedicada a la producción de productos lacteos dejó de funcionar en 2017 y en este 2024 volvió a producir quesos de todo tipo y dulce de leche a partir del trabajo de docentes y alumnos que unen su trayectoria educativa con una salida laboral y a la vez generan alimentos para el comedor estudiantil y la comunidad.
La idea no es solo proporcionar una oferta educativa específica, sino fortalecer la industria local que contribuya a generar el ascenso social mediante una salida laboral con alta demanda nacional e internacional.
En 2023 se abrió en la Escuela Agraria 1 de Villegas una Escuela Profesional Secundaria (EPS), una modalidad específica que funciona con estudiantes de entre 15 y 18 años que abandonaron la secundaria y que llevan más de 12 meses fuera del sistema.
Este tipo de instituciones está destinadas a los estudiantes que interrumpieron sus trayectorias educativas, para que en tres años puedan salir con un oficio que, en este caso, es la elaboración de quesos, dulce de leche, ensanchados de leche y todo lo que es la transformación de la materia prima alimenticia.
Se trata de comisiones cerradas de 15 estudiantes que aprenden ejerciendo el oficio en todo el circuito productivo lácteo ganadero.Cesar Julián, el Jefe de Área de la Escuela Agraria, resume: “Nosotros queremos generar que nuestros estudiantes sean agentes transformadores de la realidad, apuntamos a que el conocimiento que brindamos sea una llave para cambiar la realidad de su entorno, de su pueblo. En este caso el que da la elaboración de quesos, dulce de leche, manteca o yogurt”.
Julian destaca el “orgullo”, de los alumnos y alumnas cuando ven el resultado. “Cuando ves la alegría y el orgullo de los chicos cuando consumen lo que ellos mismos hicieron te das cuenta que todo valió la pena”, destaca.
Pero, además, el hoy jefe de área y antes egresado de esta Escuela Agraria remarca este hecho como fundamental para recuperar la producción interna en General Villegas. “Tenemos la necesidad de transformar la materia prima en productos manufacturados como forma de fortalecer nuestra economía local”, dice. Y ejemplifica: “Acá vemos los camiones de leche partir hacia General Rodriguez y volver en sachets, quesos o manteca. Y en Villegas producimos leche, carne, maíz ,soja; y todo el alimento que demanda el mundo, entonces lo que queremos es generar modelo de producción local y multiplicarlo en todo el partido, pero para eso tenemos que trabajar mucho en el perfil del egresado, para que salga con las herramientas necesarias”.
“Nosotros apuntamos a generar trabajo, y el trabajo se genera a través del conocimiento y de tener una persona calificada que pueda transformar todo ese saber para darle valor agregado a la materia prima”, completa.
Un sueño de los 70 que se frustró en 2017
La institución educativa nació en 1971 como una escuela de lechería y después se fue transformando en una Secundaria Agraria, en la que hoy sus egresados salen con el título de técnico agropecuario con orientación lechera. Su objetivo original era generar egresados que apliquen sus conocimientos en todo el distrito.Y de esa manera impulsar la industria.
Pero en 2017 Villegas sufrió la inundación más grande de su historia, en la que por ejemplo se cerraron 55 tambos y la zona de la escuela fue la más golpeada. “El agua subía 10 centímetros por hora. Llegamos a tener un metro y medio dentro del edificio”, recuerda Julian.
La escuela empezó a funcionar compartiendo edificio con la Escuela Técnica. Si bien la fábrica no se inundó porque estaba un poco elevada, la destrucción completa del tambo y la inutilidad de la caldera le hicieron cerrar sus puertas.
En ese aspecto, Julián recuerda: “Fueron momentos muy duros. Por una decisión del entonces gobierno de Maria Eugena Vidal, Villegas se transformó en el reservorio de agua más grande de la Provincia, pero lo que resultó fue que nos transformó en una especie de palangana. El agua no tenía salida ya que a 500 metros de la escuela funcionaba un dique que resguardaba la ciudad pero inundó toda la Agraria . Fue un desastre por falta de obras”.
Desde ese momento se trabajó en recuperar los ciclos productivos del campo, pero según explica “es un proceso muy arduo que lleva muchos años” y especifica: “La erosión hídrica que se produce arrastra toda la materia orgánica y arruina la tierra, lo que hace muy difícil volver a producir”.
Hoy después de mucho tiempo el tambo está nuevamente en marcha, los estudiantes volvieron a su edificio y los chicos de la EPS realizan en la fábrica recuperada sus productos de forma artesanal mientras se pone en marcha lo que para Julian es “el corazón de la fábrica”, que es el funcionamiento de la nueva caldera
La recuperación de la fábrica y la compra de la caldera se realizó a través del Fondo de Educación Técnico Profesional y la asociación cooperadora.
Pero para César y su equipo, los sueños no terminan acá: “Al tambo hay que incorporarle tecnología, porque es lo que se viene. Hoy en día el sector privado está demandando conocimiento en ese aspecto. Ya hay muchos tambos que están aplicando la robótica y es donde nosotros queremos apuntar. Queremos que el perfil de nuestros egresados tenga un nivel de conocimiento aggiornado a los nuevos tiempos”.
“Además apuntamos a una capacitación constante, porque la tecnología avanza a pasos gigantescos. Por eso queremos una escuela abierta donde el egresado pueda volver siempre a preparase, a actualizar sus herramientas”, subraya.
El arraigo como camino
Para el docente lo primordial es “apuntar a egresados que estén listos no solo para saber un oficio, sino para buscar su camino independiente en el ámbito privado, ya sea desde una empresa o desde sus propios proyectos y (por qué no) en su lugar de residencia”
“Es muy triste ver a chicos que se tienen que ir de su lugar porque sienten que no tienen oportunidades», reseña. Y dice: «Nosotros queremos que nuestros chicos y chicas vuelvan a su pueblo con conocimiento para poder generar trabajo. porque si vos no le das una salida laboral, se tiene que ir, aunque amen su pueblo”
En ese punto Julián pone un énfasis especial: “Esto que queremos hacer no es una locura. Nosotros ya lo hicimos en un momento. Teníamos una boca de expendio donde todos los vecinos iban a comprar, dulces, quesos, los cerdos, los pollos; a muy bajo costo porque no había gastos de traslados».
«Todo eso se perdió en 2017 y hoy todo eso es quelo soñamos recuperar, es para lo que estamos trabajando, ése es el camino por el que vamos”, cierra César.