Desesperación. Los Estados Unidos van por el retorno de Arabia Saudita al redil. Pero la monarquía ya ingresó a Shanghai. Las razones materiales multipolares se acrecientan. OPEP +, BRICS +. Palestina, Irán. Naciones Unidas. Las reuniones y el dinero. Con ustedes ¡Michelle Obama! Atlántico Sur.
( Por Gabriel Fernández *)
Es probable que afrontar un nuevo mundo implique temor y desconcierto. Pero es seguro que fijar las acciones presentes sobre un lugar que ya no existe derivará en el fracaso. De allí que la comprensión del proceso en marcha resulte vital para influir en la elaboración de un futuro.
Todos los protagonistas de esta era de transformaciones han cambiado. Lo han hecho, primero, internamente; luego, en proyección hacia sus alrededores. En el enlace del panorama actual con el mediano plazo, rumbo al planeta en su conjunto. Algunos están acertando en la combinación de sus tránsitos locales con las necesidades globales, mientras otros fingen ante sí mismos que sus configuraciones resultan inmutables.
¿Existe algo inmutable? Una cosa es alzar banderas y concepciones lejanas que contribuyan a sostener espiritualmente los desafíos actuales, y otra es creer que el andamiaje integral es el mismo de siempre. Veamos Asia Occidental, lector, pues resulta un ejemplo de interés.
ESTADOS UNIDOS Y ARABIA SAUDITA. Había una vez. El vínculo entre Arabia Saudita y los Estados Unidos llegó a ser sólido y ensamblado en base a una confianza admirable. En un punto de ese decurso, cuando la gran potencia norteña forzó el nivel productivo de la monarquía hasta límites insostenibles, este periodista sugirió que la relación estaba alcanzando un borde. Con razones y sin razón, se objetó que la alianza era indestructible y que los roles estaban demasiado definidos.
Andando el tiempo, la base material y el renovado horizonte general fomentaron en la casa saudita una reflexión que modificó las células grises que deambulan al interior de los turbantes: no era posible seguir el tren de los norteamericanos sin acotar las reservas a un punto de no retorno, y ¿porqué no diversificar si se contaba con las herramientas materiales para hacerlo? Bastó que Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud (en los edificios vidriados sostenidos por hormigón y acero lo llaman Mohamed bin Salmán y en los medios MBS) considerara el problema junto a sus asesores, para que el entonces consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Bolton, pergeñara un ataque con drones sobre la refinería Aramco; la más grande del mundo. Fue un sábado 14 de septiembre de 2019.
En vez de operar como advertencia para aplanar los anhelos expansivos, la agresión contribuyó a acentuarlos. Qué clase de alianza es esta, dijo MBS. Acto seguido, aceleró proyectos que flotaban el ambiente, convocó a los más importantes arquitectos del mundo y les impuso la tarea de construir impresionantes megalópolis en el desierto, entre las cuales se destaca la asombrosa The Line. Quienes comprendieron la situación de fondo fueron los chinos, seguramente porque contaban con las llaves necesarias para actuar aunque también porque se pusieron a pensar qué hacer con esta oferta propuesta involuntariamente por la intemperancia y el violentismo estadounidense.
Los núcleos de pensamiento estratégico del Dragón sabían lo que significó la hiper modernización de Shenzhen y lo que representa la puesta en marcha de “La ciudad del futuro”, Xiongan, ubicada a 100 kilómetros de Beijing (Pekín). Entendieron la apuesta de los árabes pero también observaron que si no se les presentaba una iniciativa potente, más tarde o más temprano buscarían un nuevo acuerdo con los Estados Unidos.
(Las grandes construcciones asentadas en los adelantos científico técnicos no deben ser catalogadas como triviales debido a sus fines inmediatos. Está claro que la hotelería y el juego resultan centrales para el financiamiento que necesita la monarquía del desierto, pero la proyección de estos experimentos se encuadra en las necesidades a satisfacer para el conjunto de los seres humanos en un período no tan extenso como se podría inferir).
LA OPEP, LOS BRICS Y SHANGHAI. Así fue surgiendo la ampliación de los grandes espacios emergentes. La Organización de Países Exportadores de Petróleo y los BRICS añadieron el signo + a sus siglas y ese sencillo movimiento gráfico implicó una tremenda modificación de la correlación de fuerzas regional y mundial. La OPEP+ se concretó luego de hondas conversaciones entre el presidente ruso Vladimir Putin y el príncipe heredero MBS, amparadas en el sostén técnico de los especialistas de cada nación. La decisión de Ryad de unirse a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) como socio de diálogo refrendó la tendencia. El acuerdo entre los saudíes e Irán en marzo de 2023, elaborado por la perspicacia china, gestó la gran sorpresa y hoy preludia el futuro regional de mediano plazo.
El horizonte puede percibirse como desesperante para los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La gravedad de los traspiés occidentales en esa región debe sumarse a la tentadora visita del presidente chino Xi Jingpin a Europa. La civilización milenaria insistió en aquél proyecto destinado a sumar al Viejo Continente como potencia multipolar y relevar las restricciones surgidas de las sanciones (boomerang) que deprimieron sus economías por el intercambio de inversiones y comercio con las multitudinarias concentraciones poblacionales asiáticas. Como se narró`por entonces, sobre 2021, la irrupción de Joseph Biden desbarató los acuerdos e impuso a China como enemigo sistémico.
Detengámonos aquí, sagaz amigo de nuestras Fuentes Seguras. Hace tres días, Lloyd Austin, Secretario de Defensa de los Estados Unidos, advirtió sobre la posibilidad de un conflicto bélico con la República Popular y, sin tapujos, exigió acelerar la fabricación de armamentos para hacer frente a esa eventualidad. En realidad, el ejecutivo del conglomerado financiero y armamentístico Raytheon, apremia desde el interés privado al Estado norteamericano, haciendo usufructo de un cargo público, para que traspase más recursos a su compañía. Austin, como Biden, sabe que el país del Norte no está en condiciones de confrontar abiertamente con China; lo que busca es multiplicar el ya cuantioso volumen de recursos hurtado al pueblo del país que lo vio nacer.
PALESTINA E IRÁN. Como la situación se ha complicado para la OTAN, los Estados Unidos despertaron a su diplomacia para que influya, utilizando antiguos pero sólidos contactos al interior del reino. Entre otros factores, agitan la necesidad de resolver la cuestión palestina que tiene en vilo a toda la región. El planteo de la administración Biden es que si no se coaligan para brindar una salida, esa posibilidad quedará en manos de Irán, con el respaldo multipolar conocido. Para sostener materialmente el argumento, ofrece mejores condiciones para la producción y los precios del oro negro saudita.
La oferta es, en este período, de baja intensidad. Entonces, los norteamericanos agitan que la “solución” persa se asienta en Hezbollah, el Eje de la Resistencia y los hutíes. Saben que la mención de cualquiera de esas formaciones hace temblar las largas túnicas blancas de los jeques: por años han sido el foco de sus ataques. El cruce de tantos intereses evidencia que, aunque la tendencia es firme, las modificaciones son posibles. Por eso los estrategas de China, Wang Yi, y de Rusia, Serguéi Lavrov, han ratificado en numerosos mensajes a los nuevos aliados, que garantizan estabilidad para el accionar conjunto. Y admitieron abrir las pesadas compuertas de la Organización de Cooperación de Shanghai; algo inusual.
Hay más, con suave roce entre los billetes que se desplazan de mano en mano. Lo explica el experto M. K. Bhadrakumar: “La estrategia amplia que sigue el equipo de Biden es nutrir el nuevo ecosistema en torno a los Acuerdos de Abraham que Donald Trump patentó al prever un acuerdo entre Israel y Arabia Saudita como eje de un acuerdo político más amplio. La Casa Blanca imagina que esto allanaría el camino para la reconstrucción de Gaza y el establecimiento de un Estado palestino que contribuiría en gran medida a integrar a Israel en su vecindad árabe y al mismo tiempo permitiría a Washington dirigir su atención a Asia-Pacífico y Eurasia para impedir el ascenso de China. y erosionar la capacidad de Moscú para proporcionar un espacio estratégico a China en el escenario global”.
REUNIONES Y MORLACOS. Sin embargo, la realidad, esa severa protagonista, parece tener otros planes, al decir del analista citado, diplomático de carrera durante 30 años en el Servicio Exterior de la India: “Más que una estrategia sólida, lo anterior es una quimera asombrosamente ambiciosa dada la creciente lista de desafíos existenciales de Washington: una economía bajo el peso de una carga de deuda sin precedentes; contraestrategias del eje Rusia-Irán-China; la amenaza de una “desdolarización” gana terreno en la economía mundial a medida que cada vez más países del Sur Global experimentan con monedas alternativas en sus acuerdos internacionales”.
Es probable, cabe añadir, que uno de los anhelos estadounidenses sea impulsar a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos para que se desvinculen del proceso desdolarizador. En pocos meses se concretará una nueva cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia. Allí, entre el 22 y al 24 de octubre, se hablará sobre los roles de los nuevos integrantes y se volverá a debatir acerca de los pasos que, sin prisa pero sin pausa, se están desarrollando rumbo a la construcción de una nueva moneda. No será el único encuentro del tramo en curso.
La próxima cumbre que se celebrará este mes en Beijing entre el presidente Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin priorizará el estudio de una reestructuración del orden financiero internacional. Los más recientes registros del Tesoro de los Estados Unidos indican que las tenencias chinas de bonos del Tesoro cayeron a 775 mil millones de dólares en febrero, una baja de 22,7 mil millones de dólares con respecto a apenas un mes antes. El Global Times argumentó que “la reducción marca un ajuste estructural de las reservas de divisas de China, impactado por factores que incluyen la balanza de pagos externos del país y las ganancias de los bonos del Tesoro de Estados Unidos”.
Ese espacio periodístico, vinculado a la orientación económica del coloso asiático, resolvió sincerar: “A medida que comenzó la tendencia global hacia la desdolarización, muchos países han acelerado la diversificación de sus reservas aumentando las tenencias de oro y utilizando monedas locales para pagos internacionales. Las reservas de oro de China a finales de marzo alcanzaron los 72,74 millones de onzas, un aumento mensual de 160.000 onzas, lo que marca el decimoséptimo mes consecutivo en que el país aumenta las tenencias de este activo”.
TOQUES FINALES. Todo esto significa que no emergen situaciones que alcancen para reorientar los acuerdos generados en 2023 sobre Asia Occidental. Una mala noticia para las empresas financieras y armamentísticas que doblegan a los norteamericanos y un buen dato para la humanidad. Se anunció oportunamente en Fuentes Seguras. Otro mazo de cartas para Asia Occidental.
Desde ya que, si Israel no modifica su accionar en Palestina y si los Estados Unidos no logran sumar adherentes al respaldo que le prodiga, el mapa regional puede modificarse aceleradamente. El diario saudita Arab News anunció pocos días atrás que “toda la región está a punto de aplicar los ‘toques finales’ en el contexto de la guerra en Gaza. Esto podría conducir a un acuerdo que haga que algunos caigan de su puesto o corran hacia el borde del abismo. En ambos casos, pagarán un precio difícil”.
Es preciso consignar que la Asamblea General de la ONU votó este viernes la adhesión de Palestina como estado miembro del organismo. Si bien se trata de una decisión no vinculante, su significación política en estas instancias no pasó desapercibida. La resolución, postulada por Emiratos Árabes Unidos, fue respaldada por 143 votos, mientras que se registraron 25 abstenciones. Los nueve países que votaron en contra son: Estados Unidos, Israel, Argentina, República Checa, Hungría, Palaos, Papúa Nueva Guinea, Nauru y Micronesia. La mayoría conseguida a favor de Palestina es muy superior a los dos tercios requeridos.
Enseguida, el periódico citado recogió una reacción de valía: “El Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino dijo que la decisión expresaba claramente el consenso internacional sobre los derechos inherentes del pueblo palestino a la autodeterminación y a establecer un Estado independiente dentro del marco de una solución de dos Estados. Añadió: Si bien el Reino aprecia la posición positiva de los países que votaron a favor de la resolución, pide a los Estados miembros del Consejo de Seguridad que asuman su responsabilidad histórica, no se opongan al consenso internacional y hagan frente a las exigencias morales y derecho legal del pueblo palestino”.
MICHELLE OBAMA. Muchos de los factores analizados en estas líneas están atravesados por las elecciones que se avecinan en los Estados Unidos. Las dificultades atlantistas para lograr una vivificación de las posibilidades de Joseph Biden son conocidas. El desempleo, la baja productiva, la canalización de recursos hacia los emprendimientos bélicos y las compañías que los promueven, la crisis humanitaria extendida, sin salud pública y sin frenos ante la expansión de delitos y adicciones, son algunos de los ítems que confluyen en el descrédito oficial.
En las semanas recientes, una parte del malestar se filtró a través de las revueltas estudiantiles en repudio a la acción norteamericano israelí sobre la Franja de Gaza. Biden volvió a recurrir al manual demagógico habitual, señalando que decidió reprimir con energía para garantizar la democracia. La reiteración del armado conceptual permite a los medios occidentales copiar y pegar sus ejes y así titular por estas horas con las mismas frases difundidas décadas atrás. Como sea, los Estados Unidos están en un laberinto y pretenden zafar del mismo cavando un túnel.
Una versión de cierta expansión en redacciones y círculos políticos arribó a nuestras Fuentes y este periodista la pone a consideración. Se trata del impulso que el poder concentrado del Norte está ofreciendo a una eventual candidatura de la ex primera dama Michelle Obama para que releve al olvidadizo jefe de Estado en la pole position de la nómina comicial. Según el anticipo, durante la convención del Partido Demócrata prevista para el mes de agosto, Biden “hará un gran gesto al anunciar su renuncia como candidato y proponer a la esposa del ex presidente (y premio Nobel de la Paz -risas-) en su lugar”.
Las encuestas del año en curso señalan que la mitad de los potenciales votantes norteamericanos estiman que los demócratas deberían optar por otro postulante a la primera magistratura. Es decir, propios y ajenos consideran que el ciclo de Biden ha terminado. Otros sondeos, dirigidos a los ciudadanos que adscriben específicamente a ese partido, indican que Michelle Obama es el dirigente mejor posicionado para, al menos, retener los sufragios.
De acuerdo con la primera encuesta, “dos tercios de los estadounidenses consideran que Biden, de 81 años, es demasiado mayor para liderar el país” durante otro mandato. Como se puntuó en párrafos precedentes, quienes indagan en las causas profundas de las complicaciones de ese país saben que las razones son muchas más. En general, el ex presidente republicano Donald Trump continúa liderando las indagatorias de las consultoras a pesar de acumular una cantidad sin precedentes de acusaciones. Aunque no le resulta fácil protegerse de las campañas de los medios sobre un público intoxicado por décadas, es probable que cierta perspicacia esté incubando en la razón pública.
Tal vez el vapuleado pueblo norteamericano logre comprender algunas claves que le permitan colocar en su real dimensión el entrevero con Stormy Daniels o la decisión de llevarse unas carpetas para revisarlas en casa. A decir verdad, cuando se repasan las imputaciones que pesan sobre el enérgico rubicundo, es preciso esforzarse para entender por qué el resto de quienes fueron presidentes de los Estados Unidos se encuentran en libertad.
Lo cierto es que Barack y Michelle encarnan un atlantismo vertical. Bajo la gestión del moreno, acompañado por Biden en la vicepresidencia, se desató una catarata de invasiones durante las cuales se utilizó el mayor número de bombas que cualquier nación haya lanzado a lo largo de su historia. Es claro que Lloyd Austin, John Bolton y tantos más, consideran que la presencia de la dama al frente de un estado que todavía tiene mucho para ofrecer a las corporaciones puede resultar una variante en verdad satisfactoria.
ATLÁNTICO SUR. Es tiempo de replegarse ante un otoño que tempranea las bajas temperaturas. Mate y pensamiento. Sobre asuntos cercanos. Resulta que mientras todo esto sucede, la OTAN empieza a operar en la instalación de la base que el gobierno argentino le ofreció sin cargo en el Atlántico Sur.
Ya llegaron a este país cinco naves de la coalición bélica que pretende quebrar el futuro. Sus intenciones son claras: disponer un eje que coordine una trama extendida sobre la región. En sintonía, ligar con la base británica ya existente en las Islas Malvinas.
Lo explica con precisión el especialista Roberto López en un artículo que sugerimos. Se titula La OTAN ya se despliega en el Atlántico Sur y debería ser considerado en profundidad. No sólo porque esta acción lastima el interés nacional sino porque convierte a la Argentina en una piedra en el zapato de una humanidad que intenta levantar cabeza.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal