Bajo la gestión de sus trabajadoras, continúan creando sus icónicos productos para que niños y niñas sigan disfrutando, generación tras generación.
La Cooperativa de Trabajo Mielcitas Argentinas Ltda. surgió en 2019 cuando, víctima de la crisis económica, la empresa Suschen S.A quebró. En ese momento, las trabajadoras decidieron recuperar la empresa, y tomaron en sus manos los medios de producción que sus dueños no pudieron sostener.
Una de las mujeres que tomaron las riendas en aquel momento es Marta Zenteno, quien lleva treinta años en la elaboración de dulces y jugos. En 2019 se empezaba a acabar el gobierno de Mauricio Macri y junto a él, algunos empresarios como Maximiliano Duhalde, intentaban cerrar las fábricas de las que estaban a cargo.
“Entré en el 94 con sólo 17 años. Para salvar nuestra fuente de trabajo hicimos cosas que como trabajadora común jamás imaginé hacer”, afirmó Zenteno. Así, explicó que se rotaban para realizar permanencias en las noches para evitar que se llevaran las máquinas. Al darse cuenta que su trabajo estaba en juego, las mujeres se organizaron, y tuvieron el apoyo de vecinos, distintos sectores de trabajadores, movimientos sociales y partidos solidarios con las luchas obreras.
“Para poner todo en marcha tuvimos que recomponer todas las relaciones que los patrones habían roto. Logramos que los proveedores de la materia prima nos vendan sin reclamarnos a nosotros la deuda que dejaron los Duhalde”, informó.
De la misma manera, tuvieron que reconstruir la relación con los proveedores, lo mismo debieron hacer con la confianza de los clientes: “Vendemos a mayoristas. Nuestros productos llegan hoy a distintos puntos del país como Córdoba, Entre Ríos y Río Negro”, y remarcó que “también despachamos en la fábrica, principalmente a comerciantes del barrio”.
Ejemplo de lucha
En septiembre de ese 2019 empezaron a producir ya sin patrón, como parte del movimiento de fábricas recuperadas. Son integrantes de una nueva camada de trabajadoras que tomaron en sus manos medios de producción quebrados por sus dueños, como también es el caso de las obreras de Alfajores Grandote. Dos ejemplos de la revitalización de un fenómeno que había crecido con fuerza a fines de los años noventa y comienzos de este siglo, con ocupaciones de fábricas y gestiones obreras de establecimientos abandonados por sus titulares.
Las fábricas recuperadas habían brotado para paliar la catástrofe neoliberal generada en los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa. A tal punto entraron de pleno derecho al movimiento, que en febrero del 2020 en Rafael Castillo, la Cooperativa Mielcitas fue la sede del Primer Encuentro de Géneros de Empresas Recuperadas, donde compartieron experiencias de lucha con un centenar de compañeras de otros establecimientos.
“Hoy somos 86 cooperativistas, en su mayoría mujeres. Con nuestro esfuerzo logramos que funcione lo que los patrones decían que no se podía sostener y hasta conseguimos incorporar otros diez trabajadores”, detalló la trabajadora.
Convivir con la crisis
Pese al esfuerzo, la empresa social no escapa a la crisis de producción y consumo popular que genera la política económica del nuevo gobierno de Javier Milei. “En estos meses nos bajaron las ventas”, indicó, y agregó que “pese a que elaboramos un producto barato, de todos modos, se compra menos porque la gente gasta sólo en lo imprescindible”.
La Cooperativa continúa con la elaboración no sólo de los icónicos Naranjú y Mielcitas, sino también de muchos de los productos que se fueron lanzando desde la apertura de la fábrica en 1976: Girasoles, alfajores Suschen, galletitas surtidas o de coco, garrapiñada y maní con chocolate.
En la medida en que crecen los kioscos que a la manera de guirnaldas exhiben colgadas las Mielcitas o dejan reposar en congeladoras el Naranjú, nuevas generaciones toman partido por golosinas que a esta altura ya se convirtieron en clásicos.
Fuente: El Destape.