Las fábricas redujeron horas por la caída del 50 por ciento en la demanda y los trabajadores pierden 30 puntos de ingresos. Analizan cierres y suspensiones por la apertura importadora.
No hay lugar seguro para protegerse de los efectos de la recesión auto generada por el gobierno de Javier Milei. En el polo maderero de Misiones-Corrientes, la crisis está pegando como pocas veces en la historia: la caída promedio del 50 por ciento en las ventas desde diciembre a hoy moldeó un combo de suspensiones, reducción de horas de trabajo -en consencuencia baja de salarios- y amenazas de cierres por la apertura de las importaciones.
Fuentes del sector le contaron a Página I12 que el rubro era un gran proveedor de la obra pública, suspendida de manera indefinida por Milei, por lo cual hay empresas que perdieron hasta el 70 por ciento de la demanda. El resto, salvo contadas excepciones, pasaron de trabajar 10 horas de lunes a sábado a trabajar 8 de lunes a viernes.
Esa decisión, impulsada por niveles de consumo anormalmente bajos, les pegó directo en el bolsillo a los trabajadores: según cálculos sindicales y de los empresarios, la reducción de horas hizo que los trabajadores perdieran 30 puntos de sus ingresos. Con un plus: la liberación total de los precios de la economía que definieron los libertarios llevó los costos de los obreros a niveles que les restan aún más ingresos.
El dato más importante en ese contexto es que, en Misiones, el boleto de colectivo pasó de costar 400 pesos a 900 pesos. Muchos trabajadores de la zona de Montecarlo y El Dorado, dos de los polos madereros más fuertes, llegan a tomar hasta 4 colectivos por día porque trabajan en horarios cortados, es decir, vuelven a su casa y luego al trabajo.
A continuación, se verá el impacto por sectores, pero en este escenario fuentes del sector adelantaron a este diario que semejante contexto frenó, además, decisiones de inversión que se venían tomando aún en el escenario ultra inflacionario del gobierno anterior.
Los rubros que padecen
Lejos de Buenos Aires, el polo neurálgico de la política y el debate económico, el caso del derrumbe de la industria maderera trascendió luego de que este diario contara que uno de los empresarios grandes del rubro y presidente de la federación de madereros FAIMA, Román Queiroz, se quejara ante la cúpula de la Unión Industrial (UIA) por la pasividad de la central fabril ante la crisis que está generando el gobierno de Milei.
Esa crisis está golpeando, parejo, sobre los tres sectores más importantes de la actividad, el de Terciado, Aserradero y Muebles. En el primero de los casos, el símbolo del derrumbe se percibe en un caso emblema: la fábrica Henter, un gigante que supo tener 250 trabajadores y ahora tiene 120, suspendió a su personal por la caída de la demanda y les abona el 50 por ciento del sueldo hasta el 31 de marzo. La fábrica, que tiene 70 años en el mercado y en general elabora insumos y placas para puertas, tiene parada su planta. De allí para abajo, es una pandemia.
En el caso de los Aserraderos, la FAIMA denunció que la caída en el rubro es del 40 por ciento y muchos están parando plantas. Son pocos los que trabajan con normalidad. El 30 por ciento de la producción en general se exporta y aquellos que se dedican al mercado interno están trabajando, según fuentes sindicales, con «cargas horarias mínimas».
La Carpintería tiene, además de la caída de la demanda, un problema extra: la decisión oficial de abrir las importaciones de muebles terminados amenaza con terminar con las empresas de producción nacional. En este sector es dónde más se analizan por estas horas los pasos a seguir, pero no descartan entrar en el mismo proceso de suspensiones.
Todo esto ocurre mientras reina la incertidumbre en el sector: la mayor parte de los consultados por este diario aseguran que «no hay perspectiva de mejora», sobre todo porque se conjugan caída de actividad con derrumbe de los ingresos.
Leandro Renou
Periodista especializado en economía.