Por Diego Lorca*
En los últimos años el mundo del trabajo está cambiando a una velocidad pocas veces vista en la historia de la humanidad y reflexionar críticamente sobre el rumbo de estas transformaciones es una tarea urgente. Recientemente, un informe del International Business Machines Corporation – IBM, llamado “El futuro del trabajo está aquí: desarrolle resiliencia y adaptabilidad con automatización e inteligencia artificial” volvió a poner en agenda el debate sobre la Inteligencia Artificial (IA) y los procesos de trabajo.
En un mundo de capitalismo digital donde el territorio virtual media casi todas nuestras relaciones sociales y donde la IA está transformando los procesos de producción y circulación de bienes y servicios, las visiones sobre este tema son complejas y hasta contradictorias.
En esta nota intentaremos explicar por qué consideramos que la IA no es un peligro para la humanidad, así como a lo largo de la historia el peligro real nunca ha sido la tecnología sino los intereses que se juegan detrás de las personificaciones sociales que conducen el mundo en general, y las conciencias en particular.
¿Reentrenamiento o eliminación de puestos de trabajo?
El informe de IBM antes mencionado nos dice que 1.400 millones de personas, esto es el 40% de los trabajadores del mundo, tendrán que ser re entrenados para adaptarse al crecimiento de la IA generativa en los procesos de producción. El estudio de IBM se basó en dos encuestas en las que participaron 3.000 ejecutivos de alto nivel de 28 países; y en la otra, se interrogó a 21.000 trabajadores de 21 países, incluida Argentina.
El 77% de los ejecutivos encuestados afirmaron que los puestos del nivel inicial ya están viendo los efectos de la IA, aunque la cifra desciende al 22% en el caso de los puestos ejecutivos o de alta dirección. El 87% de los ejecutivos que participaron en el informe creen que no se perderán puestos de trabajo si no que se crearán nuevos trabajos especializados. Este planteo coincide con el Foro Económico Mundial, que vaticina que la revolución de la IA alterará 85 millones de empleos y creará 97 millones de empleos en todo el mundo en los próximos dos años.
Sin embargo, otros actores globales involucrados vienen planteando un escenario más pesimista. Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión y de valores más grande del mundo, realizó un estudio sobre el impacto de la IA en el mercado laboral que fue publicado por el medio británico Financial Times. Entre los principales resultados se destacan que este tipo de tecnologías va a provocar una “interrupción significativa” en el mundo del trabajo y que se podrían automatizar unos 300 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en las principales economías del planeta.
Además, el estudio de Goldman Sachs señala que aproximadamente dos tercios de los puestos de trabajo en EE.UU. y Europa están expuestos a cierto grado de automatización por IA. A escala mundial, aproximadamente una quinta parte del trabajo podría ser realizado por la IA. El impacto en las economías en desarrollo será menor porque en esos países los trabajos manuales representan una mayor proporción del empleo. Por otro lado, otro informe publicado por OpenAI, la empresa de IA que lanzó recientemente el Chat GPT4, concluyó que el 80% de la mano de obra estadounidense podría ver al menos el 10% de sus tareas realizadas por IA generativa, basándose en el análisis realizado por investigadores humanos y el modelo de gran lenguaje de máquina (LLM) de la empresa.
Volviendo al informe de IBM, otra de las modificaciones que trae aparejado el uso de IA son las habilidades necesarias para el trabajo. Las habilidades STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas) que se consideraban como el requisito más importante para obtener los mejores empleos hasta el 2016 han caído considerablemente. En este 2023, “la gestión del tiempo y la capacidad de priorizar” son las habilidades más importantes, le siguen la capacidad de “trabajar en entornos de equipo” y de “ser capaz de comunicarse eficazmente”, según indica el estudio. Además, los resultados indican que los trabajadores que se re-entrenen para especializarse en el uso de la IA tendrán un incremento en su ingresos de alrededor del 36%. “La IA no va a reemplazar a las personas, pero las personas que usen la IA van a reemplazar a las que no”, informó IBM.
Detrás de las apariencias
En esta fase de capitalismo financiero y digital resulta urgente responder algunos interrogantes planteados frecuentemente en la agenda pública, pero siempre de forma superficial y abstracta: ¿Que es la IA?, ¿Qué papel desempeñan los algoritmos en el sistema de producción actual?, ¿Puede la tecnología volverse autónoma de la voluntad humana?, si vamos hacia un mundo donde la IA y los robots van a producir los bienes y servicios: ¿Quienes los van a consumir?, ¿Para quienes producirían esas máquinas?
Para realizar un análisis desde el mundo del trabajo es importante no caer en el fetiche de la IA que nos proponen muchos de los intelectuales orgánicos de las grandes empresas tecnológicas, como por ejemplo, los gurús de Silicon Valley que nos proponen un mundo distópico dónde las máquinas podrían tomar el control del mundo, y hasta destruir a la humanidad.
Estás concepciones, se abstraen intencionalmente del papel protagónico que trabajadores y trabajadoras han tenido histórica y materialmente en el desarrollo tecnológico. Es el trabajo científico y manual de generaciones y generaciones el que nos ha traído hasta la Cuarta Revolución Industrial (4RI). Y así como la digitalización de la economía trae cambios profundos en las cadenas globales de valor, también reconfigura las formas de trabajar. Actores de peso internacional, como Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos y ex Presidente de la Universidad de Harvard, opinan que la IA es la tecnología de uso generalizado más importante desde la invención de la imprenta, la electricidad, la rueda y el fuego.
Para el análisis de la IA proponemos tomar algunas determinaciones esenciales de la producción que son comunes a todas las formaciones sociales que hemos vivido (esclavismo, feudalismo y capitalismo). Estas determinaciones son cuatro: un sujeto que produce/trabaja (la humanidad); un objeto trabajado, materia universal o naturaleza; un instrumento con el que se trabaja, “aunque este instrumento sea sólo la mano”; y un trabajo pasado, acumulado, una pericia del trabajador.
Para el caso que estamos analizando es importante hacer foco en el instrumento de producción y dejar las otras tres determinaciones para futuras investigaciones. Es importante resaltar que la utilización de dichos instrumentos de trabajo han ido desarrollándose fruto del trabajo vivo, desde el uso de la mano hasta las tecnologías más avanzadas que observamos en la actualidad como la IA. Cada mejoramiento del instrumento, y por ende de la tecnología, es la objetivación de años de trabajo manual y científico con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales.
La tecnología teórica surge en el siglo XVIII en Alemania y fue precisamente allí donde J. Beckmann acuñó el concepto en 1766 y fundó la primera escuela alemana de tecnología, que Poppe divulgó, y que J. Karmasch continuó. Si bien, la tecnología fue siempre importante en la producción y el trabajo, es necesario resaltar que ésta se convirtió en un elemento fundamental a partir de la primera Revolución Industrial donde el trabajador quedó subsumido como un apéndice más de la máquina. A partir de ese momento, cada revolución industrial tuvo su tecnología característica que permitió un aumento significativo en la productividad y una modificación en los modos y procesos de trabajo. Llegado a esta fase actual del capitalismo, es necesario definir que la Inteligencia Artificial es un término acuñado por John McCarthy en 1956, Profesor de la Universidad de Stanford para denominar a la disciplina informática que trata de crear sistemas capaces de aprender y razonar como un ser humano.
En términos más concretos, en el modo de producción capitalista, la tecnología se convirtió en capital fijo y en eje central de la disputa entre los diferentes capitales. En esa disputa intercapitalista se enmarca la carta que pide el freno al desarrollo de IA superior a Chat GPT4 firmada recientemente.
En síntesis, la IA como tecnología es en términos generales y abstractos un instrumento de trabajo que en la fase digital del capitalismo, en concreto, se está convirtiendo en un elemento estratégico del capital fijo y por ende de la composición orgánica de cada capital. La disputa por la composición orgánica es la batalla central en el capitalismo por imponer los tiempos sociales de producción, de esto nunca hay que abstraerse. En esta crisis general que estamos atravesando, la lucha entre los capitales se agudiza en cada enfrentamiento, y la disputa por la IA y el despliegue de las redes 5G son de vida o muerte.
La 4RI y el surgimiento de una nueva personificación que amenaza a la humanidad
Desde la crisis del 2008 hemos visto emerger una fracción de clase capitalista que algunos autores definen como una Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica (NAFT) que subsume a los Estados naciones porque su escala y su interés común es global y sus nuevos valores se enfrentan a los valores de la vieja industria del Estado nación imperial. Esto significa que las “gigantes tecnológicas”, devenidas en corporaciones transnacionales articuladas accionariamente a las grandes firmas financieras globales, han puesto en marcha nuevas relaciones económicas y, por ende, sociales.
Todos estos elementos tecnológicos y financieros son claves a la hora de definir quién conforma la fracción del capital que acumula y ostenta el poder económico bajo la exigencia de poseer, además, el dominio político-militar y la hegemonía político-social. Los Fondos Financieros de Inversión Global (FFIG) entre los que predominan BlackRock, State Street y Vanguard, articulados en una compleja red financiera y tecnológica, detentan el control de los sectores estratégicos de la economía mundial, particularmente los de “conocimiento intensivos”.
Por todo lo anterior es que nos preguntamos ¿por qué aparece tanto en las pantallas que la IA es una amenaza para la humanidad?, ¿no será esto una advertencia de la NAFT de que los futuros desastres económicos, bélicos o naturales serán “culpa de una IA incontrolable”?, ¿están preparando el escenario para legitimar el aumento de la explotación del hombre y la naturaleza que han llevado adelante a través de la historia?
En función de lo anterior, consideramos que la tecnología nunca es el verdadero peligro, el peligro viene históricamente de las fracciones sociales que monopolizan estás herramientas y que no permiten que las mismas se pongan como motor del desarrollo social e impulsen el despertar del género humano.
*Lic. En Psicología (UNSL), Diplomado en Economía Política y Relaciones del Trabajo (UBA), Director del Observatorio Internacional del Trabajo del Futuro (OITRAF).