Dos grandes desafíos económicos para iniciar con relativo éxito un nuevo período de gobierno serían poder encontrar una respuesta efectiva a la inflación y al endeudamiento externo. Pero en las últimas semanas se agregó a la agenda otra cuestion central: qué hacer frente a quienes utilizan los mercados financieros y cambiarios no sólo como espacio de agitación y desestabilización, sino como una herramienta fenomenal de apropiación de excedentes y concentración económica, a través de maniobras de defraudación en el comercio exterior.
Las respuestas de los espacios políticos que disputan la presidencia son, en algunos casos, hasta diametralmente opuestas. Ello tiene que ver con el tipo de relación que se prevea plantear con el poder económico, que tiene su propia conducción y estrategia política.
La búsqueda de una solución a la inflación no puede soslayar la identificación de los sectores formadores de precios y encarar, frente a ellos, una pulseada o una negociación que no es «entre iguales», sino que el gobierno debiera asumir la postura de representar los intereses de la mayoría, los consumidores. Incluso de los pequeños comercios y pequeños industriales que no están representados por esa conducción política del poder dominante.
En la cuestión de la deuda, la nueva etapa política reclama una nueva relación con el Fondo Monetario Internacional. La continuidad del programa económico del Acuerdo de Facilidades Extendidas ya no se discute: es imposible de cumplir, lo que se debate es de qué modo se sale, si con un acuerdo distinto o a través de una refinanciación con intervención de los nuevos «socios financieros» del país. Alternativa que se abre a partir de los acuerdos con el grupo de los BRICS, el banco de inversión de los BRICS y la nueva relación con los fondos oficiales de inversión de varios países árabes, por ejemplo.
El tema de la extendida red de fraudes, evasión y fuga de dólares que va quedando a la luz a partir de las investigaciones que alcanzan a los principales actores del mercado ilegal de divisas abre otro frente de disputa con tanta centralidad como los dos anteriores. Subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones se han convertido en mecanismos lamentablemente habituales de saqueo a los dólares de las reservas internacionales.
El armado de estructuras financieras en el exterior para facilitar las transferencias de los dólares del fraude al extrerior, e incluso para retornar los dolares «en negro» al país para revenderlos a mayor precio en el mercado blue, es otra evidencia de los condicionantes que se habían impuesto tanto a la democracia como a un funcionamiento «ordenado» de la economía.
¿Cómo puede subsistir una economía jaqueada por la falta de dólares y las deudas en moneda extranjera, cuando los dólares que genera legítimamente con sus exportaciones son desviados por maniobras ilegales tan afianzadas en el esquema económico vigente?
De allí la importancia de erradicarlas. No enfrentarlo es aceptar el sometimiento a las condiciones impuestas por estos poderes fácticos.
Fuente: Página 12