( Por Antonio Nuñez ) En estos días, a pocos semanas de elecciones presidenciales que marcaran el destino del país, tal vez por varias décadas, nos encontramos nuevamente discutiendo viejas recetas, ya fracasadas, con candidatos que prometen como solución a nuestros problemas trasladarnos al siglo XIX., Añoran un paraíso perdido, un pasado según ellos venturoso, pero que lamentablemente nunca existió.
Argentina se dirime una vez mas entre dos modelos, como lo hacemos desde hace mas de 150 años.
Así llevamos décadas de continuas crisis económicas, sociales y políticas, sin encontrar un modelo sustentable en el tiempo, que a su vez pueda contener e integrar al total de la población.
La contienda siempre permanente en la historia argentina entre un modelo basado en la exportación de commoditys dependiente y un modelo autónomo de desarrollo industrial y pleno empleo no ha podido ser saldada.
El fracaso del modelo neo liberal financiero agro minero exportador, vigente, aunque con intervalos, desde 1976, nos llevó a esta crisis estructural que hoy padecemos. El proceso de desindustrialización acelerada iniciada con las políticas económicas durante el gobierno militar continuadas luego por los gobiernos democráticos, completando un círculo perverso de ruptura de todo el entramado social y el aparato productivo industrial.
No son casuales los índices de pobreza e indigencia, escandalosos para nuestro país, sin industrias no hay trabajo y sin trabajo estable bien remunerado no hay sociedad integrada.
Esta situación de crisis permanente y alternancia en los modelos, debería llevarnos a pensar un nuevo modelo desarrollo productivo que tenga como objetivo una rápida industrialización y un programa de desarrollo social y económico sustentable e integrador.
Romper ese estancamiento requiere un modelo con objetivos claros, junto con una estrategia de largo plazo, que vaya más allá de manejo a corto plazo de la macro economía. Debemos pensar un modelo de desarrollo a 20/30 años, cuyos objetivos estratégicos no se modifique de acuerdo a cada nuevo gobierno.
Una de las enseñanzas de las ultimas décadas en que un proceso de desarrollo industrial basado solo en el sustitución de importaciones es demasiado lento para nuestras necesidades de alcanzar un alto nivel de desarrollo y una integración social que baje rápidamente los indices de pobreza, indigencia y desempleo.
Pero a sus vez hemos perdido demasiado tiempo, los países desarrollados nos han sacado mucha ventaja y sera difícil alcanzarlos dentro del esquema tradicional de industrialización.
Si bien el mundo esta en una profunda crisis, de todo orden, el avance científico no se detiene, por lo que argentina necesita dar un salto tecnológico que la ponga en un lugar en la vanguardia.
Por supuesto que un modelo de estas características deberá lograr un gran consenso social y político. Una gran acuerdo nacional que fije claramente políticas de estado para el largo plazo.
¿Qué es la innovación?
Como decíamos es indudable que estamos frente a un mundo cambiante. Nuevas tecnologías, nuevos productos e Industrias enteras aparecen mientras otras van quedando obsoletas y desaparecen con el tiempo.
Si bien la definiciones difieren entre los analista es indudable que estamos ante la cuarta ola de la revolución industrial, la inteligencia artificial, la internet Industrial de las Cosas, la automatización, etc, entre otras cosas, empiezan a ser una realidad. Prometen potenciar la eficiencia y la productividad industriales a niveles hoy desconocidos.
Un país donde su sector productivo permanezca estancado y donde no se desarrollen nuevas líneas de producción o productos y tecnologías innovadores tanto para las industrias manufactureras,como para la vida diaria de sus ciudadanos, tendrá dificultades para sobrevivir en el futuro inmediato ya que no podrá insertarse y competir en el mercado global.
Aunque las definiciones varían, la “Internet Industrial de las Cosas” suele considerarse parte de la Industria 4.0, la cuarta ola de industrialización desde la Revolución Industrial del siglo XVIII.
Mientras la segunda ola se centró en las líneas de producción y la globalización, y la tercera en Internet y los robots, la cuarta, se centra en el uso de big data o datos masivos, sensores conectados, máquinas autónomas e inteligencia artificial. Para ello, toma la Internet de las Cosas –el ecosistema de dispositivos conectados que hace funcionar objetos como el asistente para el hogar Google o las pulseras deportivas Fitbit– y la aplica a un contexto industrial.
Los países del mundo están invirtiendo grandes sumas en el desarrollo del sector. Los chinos intentan mantener la ventaja competitiva que han logrados en estos años, EEUU intenta que vuelvan las empresas manufactureras que se instalaron en Oriente, Europa, Israel y los tigres asiáticos fomentan la creación de industria inteligentes,
Es probable que dentro de 20 años las fabricas habrán cambiados tanto que nos resultaran irreconocibles para los estándares de hoy.
Estos cambios tecnológicos cambiaran la vida cotidiana, cambiaran las formas de trabajar, producir, viajar, consumir, etc.
Es por ello que cualquier país o mercado si está interesado en lograr o mantener una ventaja competitiva deberá alentar a las empresas a involucrarse constantemente en la búsqueda de nuevos productos y tecnologías y construir sus anclas competitivas futuras. La búsqueda constante y sus implementaciones en I+D son la materialización de la innovación, que es la capacidad de dar mejor o más adecuada respuesta a las necesidades existentes o identificar nuevas necesidades y mercados para los que se pueda crear un nuevo producto o servicio.
La OCDE define la innovación como: la implementación de un producto (bien o servicio) nuevo o significativamente mejorado, o un proceso, un nuevo método de comercialización o un nuevo método organizativo en las prácticas comerciales, la organización del lugar de trabajo o las relaciones externas. (Manual de Oslo).
Está claro que este nuevo mundo será para aquellos países que tomen la delantera y diseñen una estrategia de desarrollo en ese sentido en el largo plazo.
Argentina está hoy en un momento crucial, mas allá de la crisis heredada de la deuda y la destrucción del sistema productivo, puede y debe pegar un salto tecnológico, que permita al país recuperar el tiempo perdido y ubicarse a la vanguardia.
Para ello debe darse una política de desarrollo basada en la nueva tecnología, en áreas estratégicas como agro ganadería, alimentos, salud, energía, militar, aeronáutica, logística, etc.
Para ello es necesario el apoyo al desarrollo de un ecosistema de innovación proporcionando herramientas para afianzar la I+D de la industria, articulando al Estado, las universidades, los sectores empresariales más dinámicos, buscando desarrollar una investigación científica avanzada y un escenario de capital de riesgo maduro.
La participación del Estado
La experiencia mundial indica que los modelos de desarrollo exitosos requieren de un estado activo. Tal el ejemplo de los países orientales, China, Corea, Japón, los tigres orientales, el mismo Israel, que en los últimos 50 años pegaron un salto cuali – cuantitativos significativo, desplazando en muchos casos a los países occidentales como Europa y EEUU.
En primer lugar el estado en el único agente que puede funcionar como articulador entre todos los sectores involucrados, fijando reglas claras, objetivos estratégicos y sobre todo recursos financieros.
Las actividades de I+D son un alto riesgo, la tasa de mortalidad de los proyectos es muy alta, y aun en proyectos viable la tasa de retorno puede no ser la esperada, lo cual dificulta el desarrollo de un mercado de capitales maduro en el sector. El estado puede y debe compensar estos desfasajes, reduciendo el riesgo de las empresas y alentar sus inversiones en la I+D requerida.
Un modelo exitoso y posible de instrumentar es la Autoridad de Innovación de Israel. Esta agencia monitorea continuamente el desarrollo en el ecosistema de innovación israelí y actualiza su política y herramientas de apoyo a la industria en consecuencia. La Dirección Estratégica y Financiera de la Autoridad de Innovación brinda apoyo continuo a dicha operación mediante la realización de actividades de investigación, planificación, evaluación y control presupuestario.
El Estado puede instrumentar una batería de herramientas que pueden ser medidas de apoyo directo e indirecto. Las medidas directas incluyen inversiones gubernamentales directas en forma de subvenciones o préstamos para I+D dedicados al sector empresarial o para actividades de I+D intergubernamentales, como la I+D militar o la adquisición de tecnologías. Las herramientas de apoyo indirecto incluyen principalmente varios incentivos fiscales para las empresas que se dedican a la I+D y la innovación.
La falta de participación gubernamental, según la experiencia histórica, dará como resultado una situación en la que la inversión privada en I+D es significativamente inferior a lo socialmente necesario.
En una primera etapa es necesario desarrollar y fomentar una cultura empresarial y un audaz espíritu de innovación. Capital humano de calidad tenemos, falta desarrollar una cultura empresarial innovadora, liderazgo tecnológico y un ecosistema bien establecido. Hay que sumarle el compromiso del gobierno de apoyar las actividades de investigación y desarrollo innovadoras.
En el caso argentino, existe hoy una política activa en el desarrollo del sector, existe desde hace tiempo diversos organismos estatales que aportan al desarrollo. Con sus más y con sus menos, y a pesar de políticas neoliberales de destruir cualquier esbozo de desarrollo autónomo, existen además de las universidades, organismo como el Conicet, Inti, Inta, etc, que tienen una historia y un “know-how”, que pocos países cuentan.
La herramientas financieras:
Una de las debilidades históricas del esfuerzo argentino en este campo, es lograr e implementar nuevas políticas públicas que apunten a promover una mayor interacción y trabajo conjunto de los numerosos agentes e instituciones públicas y privadas que trabajan en el sector I+D, otra de las limitaciones a modificar son las reglas del juego en la asignación de los recursos públicos a la investigación, simplificando y desburocratizando programas de financiamiento. En este sentido se promover planes estratégicos y mecanismos de evaluación en los organismos públicos del área y a inducir una mayor participación de la inversión privada.
La larga historia del sector muestra que el sistema financiero argentino no está preparado para financiar inversiones de largo plazo en las áreas productivas. Es necesario en esta área buscar mecanismo de trasferencia de recursos por fuera de la lógica bancaria.
La actual ley de entidades financieras es una ley dictada por el gobierno militar, con el claro objetivo de la apropiación de los recursos y su inversión en actividades especulativas y nunca productivas. Es necesario buscar mecanismo como fideicomisos o empresas público privada que permitan mayor celeridad y claridad en la asignación de recursos.
Es necesario instrumentar programas permanentes de financiamiento y asistencia técnica y de gestión desde la idea proyecto hasta el producto final, puesto en el mercado global.
Otra de las imitaciones a que hacíamos hincapié más arriba tiene que ver con romper el aislamiento de los sectores y organismos involucrados. Es clave romper las barreras que impiden trabajar en forma conjunta a las instituciones científicas, el sistema educativo y el sector productivo. Estas limitaciones normativas y conceptuales restringen su éxito en la práctica de conformar un ecosistema innovador, donde la I+D sea una premisa fundamental.
El objetivo debe ser construir sociedades innovadoras, o sea toda la comunidad inmersa en este objetivo.
Antonio Muñiz