El choque entre el diagnóstico oficial y las pretensiones del sector exportador. Anunciarán nuevos cupos para 2022. Oferta adicional para antes de las fiestas acordada con frigoríficos.
(Por Raíl dellatorre/ Página 12 / Director de Motor Económico) Según las mediciones recogidas por el gobierno, en la primera semana posterior a las elecciones legislativas el precio del asado aumentó, en CABA, a un valor promedio en mostrador (o góndola) de 950 pesos. En el conurbano, primer y segundo cordón, el precio osciló en torno a los 850 pesos. Representan valores que se ubican entre 200 y 250 pesos por arriba de los vigentes una semana antes (estaban entre 650 y 700 pesos). La alarma encendida se reflejó en una serie de encuentros con distintos representantes del sector privado a lo largo de las últimas dos semanas, ante quienes se expuso que el gobierno no va a tener una actitud pasiva frente al tema. Al respecto, se está trabajando sobre medidas de emergencia y otras de mediano plazo. Algunas, saldrán a la luz en los próximos días, particularmente buscando evitar nuevos aumentos de aquí a las fiestas de fin de año. Otras, involucran decisiones fuertes que afectan las exportaciones. Pero también se analizan medidas de fondo para cambiar el actual sistema de formación de precios y que garanticen, a futuro, una canasta accesible también en materia de productos frescos, que incluya carnes, frutas y verduras.
Desde el Ministerio de Agricultura y Ganadería se trabaja en dos anuncios que, es probable que se den a conocer dentro de las próximas dos semanas. Por un lado, se habría alcanzado un acuerdo con los principales frigoríficos exportadores para que, a partir de mediados de diciembre, pongan a disposición del mercado una oferta adicional de 20 mil toneladas de cortes populares de carne vacuna.
Se trata de saldos de las exportaciones a la Unión Europea (cuota Hilton) y a Estados Unidos (también por convenio), mercados que absorben los cortes más caros (lomo, bife de chorizo) pero dejan, de la faena, otros cortes disponibles que usualmente los establecimientos grandes guardan para exportar a otros destinos. Conociendo que estos volúmenes alcanzaban niveles importantes, Julián Domínguez viene trabajando hace varias semanas en obtener que esos cortes sean liberados para el mercado interno.
Dada la delicada situación provocada por las nuevas subas de precios, y la proximidad de las fiestas de fin de año, Domínguez apuró el acuerdo con el consorcio de frigoríficos exportadores para que, al menos, un volumen de 20 mil toneladas de esos cortes se sumen a la oferta en el mercado en la segunda quincena de diciembre. Así, se espera, se neutralizaría la presión sobre los precios de la mayor demanda estacional para esas fechas.
Un segundo anuncio de la cartera agropecuaria se relaciona con los cupos de exportación que podrían establecerse para el año 2022, que se anunciarán antes de fin de año. El diseño de la medida no está terminado, aunque trascendió que respetará los compromisos de los acuerdos internacionales (Cuota Hilton, convenios con Estados Unidos e Israel, por ejemplo), pero habría un cupo inferior para exportaciones a China y otros destinos.
También se analiza si la cuotificación sería acompañada por otras medidas de administración del comercio exterior, como podría ser el cobro de retenciones a la exportación de determinados productos, y otros instrumentos orientados a «desacoplar» los precios internos de los que rigen en la plaza internacional. El Ministerio de Economía ocupa un rol relevante en el estudio de estas medidas.
«Es una mala lectura de la realidad vincular los aumentos locales de la carne con los precios internacionales: están absolutamente desconectados», opinó ante una consulta de Página/12 Miguel Schiaritti, titular de Ciccra (cámara de la industria y el comercio de carnes). «Hoy los precios de la carne en Argentina son los más bajos del mundo; acá no hay posibilidad de concentración ni de especulación en el mercado. Habiendo 220 mil productores, 4000 compradores de hacienda, 60 mil carnicerías, ¿cómo va a haber acuerdo para especular?», se defendió. Sostuvo que las «malas políticas, como el cierre de exportaciones, van a provocar una caída en la producción».
La producción local está asistiendo a una caída que parece responder a motivos diferentes a los que señala Schiaritti. El excesivo libre comercio llevó a que durante 2019, cuando irrumpió en el mundo la megademanda china de carnes, la Argentina de Macri creyó estar ante una brillante oportunidad y exportó casi el 30% de su producción. Vino el cambio de gobierno y durante 2020 se mantuvo esa libertad para exportar. La consecuencia fue que se redujo la cantidad de hembras en los rodeos vacunos (no se limitó la exportación de vientres) y la menor cantidad de pariciones de terneros se paga ahora (entre 18 y 24 meses después) con una menor cantidad de novillos que llegan terminados al mercado.
En 2020 llegaron a faena aproximadamente 14 millones de cabezas de vacunos, en 2021 la cifra rondará los 13 millones y se anticipa que en 2022 volverá a bajar, por el fenómeno antes descripto. Sin embargo, el Consorcio de frigoríficos exportadores ABC sostuvo, ante el secretario de Comercio Interior Roberto Feletti en el encuentro de la última semana, que su propuesta era elevar las exportaciones de 2022 a un millón de toneladas de carne (res con hueso), por encima de las 910 mil toneladas enviadas al exterior en 2020 y por encima de las aproximadamente 800 mil que se exportarán este año. El diagnóstico de este sector dominante del negocio es casi opuesto al del gobierno y se diferencia, incluso, de la postura de otros integrantes del negocio de las carnes.
Hasta 2015, el consumo promedio de carne vacuna en Argentina era de 55 kg, lejos de sus niveles históricos más altos. Pero actualmente cayó a 47 kg por habitante por año. Son 8 kilos de diferencia, que no fueron reemplazados por otras proteínas. La demanda china de carne vacuna (se calcula que es de 32 a 35 millones de toneladas adicionales por año) altera todo el mercado mundial. Exportar indiscriminadamente para atender esa demanda no es «aprovechar una oportunidad de conseguir dólares» sino provocar escasez de oferta en lo inmediato para el mercado interno y, lo que es peor, poner en riesgo el stock ganadero y, consecuentemente, la producción futura.
Otros países exportadores están haciendo uso de distintas herramientas para atenuar y controlar sus ventas de carne a China, aunque de eso no se hable en Argentina. Administrar el comercio exterior, y a la vez definir medidas eficaces para garantizar el abastecimiento a precios accesibles para el mercado interno, es el desafío para el gobierno que va más allá de las soluciones de emergencia. Es indudable que para ello deberá enfrentar con audacia la resistencia, y las presiones, de los núcleos más poderosos del negocio.