Para marzo prevén fabricarlas en La Plata. El ex titular de la cartera científica y actual presidente de Y-TEC habla de «soberanía», de aprovechar el recurso «de forma integral» y de lo ambiental: «no se va a hacer nada sin licencia social».
Por: Gastón Rodríguez@Soyelpapadeleon
Roberto Salvarezza –doctor en Bioquímica, presidente de Y-TEC, ex ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación– aclara que el camino hacia la inminente producción de celdas y baterías de litio en el país ha sido largo. “Fueron 12 años de investigación científica y cuatro años de una planta piloto hasta llegar a este hito de la ciencia y la tecnología nacional”.
La fecha prevista es marzo. La primera Planta Nacional de Desarrollo Tecnológico de Celdas y Baterías de Litio (UniLiB), ubicada en La Plata, es el resultado del trabajo conjunto entre Y-TEC y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), con apoyo del Conicet y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. “La producción de celdas y baterías será un hito clave para consolidar la cadena de valor del litio en la Argentina”, insiste Salvarezza.
–Más allá del aspecto tecnológico, ¿qué implica para la Argentina desarrollar sus propias baterías de litio?
–Es un tema de soberanía tecnológica. Nosotros entendemos que el litio es un recurso que tenemos que aprovechar de forma integral. No solo participar en la extracción y exportación, sino además, en la industrialización y fabricación de baterías. Tenemos que desarrollar la capacidad de transformar ese carbonato de litio en celdas y baterías y así consolidar la cadena de valor del litio en la Argentina. La industrialización es un tema estratégico, una gran oportunidad para un país que es el tercero con más reservas en el mundo.
–¿Se puede pensar en una política de Estado centrada en la explotación de este recurso?
–Hay dos grandes nichos. Por un lado, la electromovilidad, que todavía está en una fase de desarrollo incipiente. En nuestro país hay fábricas de motos eléctricas. En San Luís, por ejemplo, tenemos la empresa Coradir que fabrica los autos “Tito”; en Córdoba también tenemos varias experiencias que requieren baterías de litio. Por otro lado, puede destinarse al almacenamiento de energía eólica y solar para luego poder inyectarlas al sistema eléctrico. Tenemos mucha gente que hoy depende de un generador a gasoil que es contaminante. El litio sería una muy buena alternativa. Son dos nichos en los que nosotros podemos colocar nuestras baterías. Incluso, ya hay interés del Ministerio de Defensa para usarlas en los radares móviles; es decir, existe una posibilidad real de desarrollar una industria.
Nada sin licencia
Hace unos días, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó el decreto de nacionalización del litio, que se utiliza en la producción de baterías para autos eléctricos. “Que sea la Nación la dueña de este mineral estratégico”, justificó el mandatario. Además argumentó que la medida fue tomada “para beneficio del pueblo de México” y anunció el comienzo de un “proceso de exploración, de desarrollo tecnológico para tener la materia prima, también con el propósito de que se instalen plantas para la elaboración de baterías”. La noticia obliga a preguntarse si es posible una decisión similar en la Argentina.
“Yo te diría que en la región –opina Salvarezza– está ocurriendo un fenómeno general. Hablo de Bolivia, de Chile, de México y también de Argentina, que es esa necesidad de industrializar la explotación del litio. No podemos conformarnos con ser exportador de un recurso con bajo valor agregado. Así lo entendió López Obrador, así lo hizo Bolivia con Evo Morales, Chile está mirando con buenos ojos la creación de una empresa dedicada al litio con mayoría estatal y una parte privada. Argentina está interviniendo a través de YPF (Y-TEC es la empresa de tecnología de YPF y el Conicet), donde el Estado es mayoritario, creando dos empresas: YPF Litio, que está explorando y explotando la salmuera hasta su transformación en carbonato de litio; e Y-TEC, que está trabajando en la fabricación de baterías y transfiriendo este conocimiento a otras provincias que están interesadas como Catamarca y Santiago del Estero.
“Nuestro objetivo es el desarrollo tecnológico e industrial», planteó el funcionario días atrás. La planta de Santiago del Estero fabricará baterías destinadas a la electromovilidad. Y la planta de Catamarca estará enfocada en el almacenamiento de energía eólica y solar, para luego poder inyectarlas al sistema eléctrico: “al trabajar en la electromovilidad y las energías renovables esto impacta en la reducción de gases de efecto invernadero. Por eso, este desarrollo está fuertemente impulsado por YPF”.
–¿Qué atención le presta a la cuestión ambiental? Me refiero a las denuncias de organizaciones y comunidades locales que hablan de zonas de sacrificio por la extracción de litio.
–Hace cien años que YPF viene explotando gas y petróleo en el país y siempre ha manejado bien el tema de los pasivos ambientales y la articulación social. Con el litio no se va a hacer nada sin licencia social. Es una empresa que sabe del manejo transparente y razonable del recurso hídrico, como también del manejo de los beneficios que puede traer a las poblaciones de la región. Para nosotros la cuestión ambiental es fundamental. Hay muchas áreas que podrían ser explotadas y no lo son porque no hay licencia social para hacerlo. Cuando la hay, se hace la explotación; pero siempre con un plan que contemple el desarrollo socioeconómico de la región sin poner en riesgo los recursos naturales.
Las áreas con buena imagen
La ciencia y la investigación se convirtieron en áreas de gobierno con buena imagen de gestión desde el comienzo de la pandemia. Sobre esta percepción, Roberto Salvarezza opina que “la sociedad argentina tiene una visión positiva porque es la comunidad científica la que hoy es capaz de desarrollar reactores nucleares y fabricar satélites, y sobre todo mostró una gran capacidad de respuesta durante la pandemia”.
“Me tocó como ministro –continúa– poder disfrutar el desarrollo de los elementos de protección como fueron los barbijos; uno los veía desde la Plaza Constitución hasta en el más remoto rincón del país. Lo mismo con los kits anticuerpos, con los autotest, las vacunas. Sin dudas, la comunidad científica y tecnológica de Argentina es la más importante de Latinoamérica. Lo que tenemos que hacer es volcarla a las necesidades del país».