Mujeres rurales expresaron estas necesidades en un encuentro en Tecnópolis, quienes a pesar de los obstáculos avanzan en su empoderamiento colectivo, en el marco de su Día Internacional que se celebra cada 15 de octubre.
El acceso a la tierra, el reconocimiento como productoras rurales y la posibilidad de organizarse en brigadas para apagar incendios son algunas de las necesidades que expresaron en un encuentro de género realizado este sábado en el predio de Tecnópolis un grupo de mujeres rurales, quienes aún con obstáculos avanzan en su empoderamiento colectivo, en el marco de su Día internacional que se celebra cada 15 de octubre.
En medio de una ronda de sillas, en un escenario con fotos colgadas de productoras de la apicultura, ganadería, floricultura y hortícola agroecológica de la provincia de Buenos Aires, las mujeres, algunas mate en mano, escribían en unas tarjetas sus deseos y lo que les falta en términos de derechos y políticas públicas, para luego colgarlas en un cartel de la carpa donde se desarrolló la actividad.
«Mi objetivo es crear fuentes de trabajo y que las mujeres pescadoras también sean reconocidas como trabajadoras, porque en Ramallo cuesta mucho, hace poco la pasamos muy mal y perdimos muchas cosas con la isla incendiada, tenemos que formar una brigada porque no alcanzan las políticas públicas a veces», dijo la pescadora Cristina Benedetti, que forma parte de la Unión de Pescadoras artesanales de la ciudad de Ramallo en el Delta del Paraná.
Cuando le preguntaron cómo era un día de una pescadora, Benedetti contó: «Se levantan a las cuatro de la mañana, y algunas tienen otros trabajos porque no alcanza; se suben a la lancha y se van, tiran las redes, ponen carnadas».
Y mirando a una compañera que estaba a su lado, sobre quien dijo, ella «no habla, acompaña», siguió: «Recorre el espinel, junta el pescado, a la tardecita lo traen y la noche la van a ver, ella cruza sola el Paraná y se va a su casita sola, ella se crio en la isla, y como ella tanta gente más».
«Tenemos un proyecto de capacitación para desespinar y filetear el pescado, porque para trabajar en el comedor nos cobran 600 pesos para desespinar cada pescado, y aprendiendo las mujeres ya no se va a pagar más eso», añadió Cristina, para quien se trata de «trabajar el pescado para darle una mejor presentación y no solo limpiarlo y colgarlo».
Otra trabajadora de la provincia de Córdoba contó que con su grupo habían formado brigadas para trabajar contra los incendios y se ofreció a capacitar a las mujeres pescadoras «para estar preparadas para cuando las llamas lo quemen todo».
Sobre el encuentro
El encuentro «Mujeres Rurales Transformadoras. Desde una mirada federal y colectiva» fue organizado en el predio de Tecnópolis por la Dirección Nacional de Género e Igualdad de la subsecretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, a cargo de Deolinda Carrizo, que depende del Ministerio de Economía, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
La jornada en la que estuvieron unas cuarenta mujeres productoras rurales tuvo lugar en una de las tantas carpas montadas como parte del Segundo Encuentro Nacional y Congreso Científico, que comenzó el jueves y concluye mañana en Tecnópolis.
Ivana Bauer, promotora Pro Huerta de Hurlingham y de la agrupación barrial Frente 17 de Octubre, compartió su experiencia de huertas agroecológicas en las zonas urbanas.
«Una piensa que la ruralidad es el campo, pero hay mucho trabajo en torno a actividades agropecuarias y agroecológicas en las zonas urbanas y como Frente Social estamos en distintos municipios como Hurlingham, San Martín, San Miguel, Malvinas Argentinas, La Matanza; visitamos escuelas y sociedades de fomento», contó. Y se refirió a los problemas del acceso a la tierra y al agua.
«Hay compañeras que hacen huerta en lugares que uno piensa que son imposibles de cultivar y sin embargo se produce en espacios muy chicos, donde hay 5 horas de sol», agregó tras remarcar que la falta de recursos como herramientas y la tierra son causas comunes y que a veces «lo único que tenemos son las semillas de prohuerta del INTA».
Otra productora hortícola de agroecología, que produce plantines, vende verduras y prepara bolsones agroecológicos en tres hectáreas en Lobos, también habló sobre la necesidad del «acceso a la tierra».
«Nos falta tierra, tenemos una en comodato pero estamos trabajando en eso», dijo mientras aceptó la invitación de la pescadora Benedetti de armar una feria en el Delta del Paraná con los productos y mermeladas.
Por su parte, Carrizo ofreció palabras de aliento a la lucha de mujeres para hacer oír sus reclamos.
«Es una oportunidad para poder encontrarnos y sabernos que estamos presentes, vivas, que tenemos demandas como sujetas de la producción de alimentos para nuestro pueblo y es necesario hacerlo escuchar y conocer», apuntó la funcionaria.
Y pidió «ir tejiendo redes y entrelazándonos entre nosotras, como nuestros pueblos lo han hecho y siguen haciendo; ese tejido de resistencia sigue vivo y el alimento es un eje que nos atraviesa desde que nacemos hasta que nos vamos a la pacha mama».
Durante el encuentro está prevista la presentación de resultados del programa «En nuestras manos», del que estas mujeres participan y fue creado el año pasado tras un trabajo conjunto entre la Secretaría de Agricultura; la Subsecretaría de Formación, Investigación y Políticas Culturales para la Igualdad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad; y el INTA.
Su objetivo es garantizar el acceso a las tecnologías, maquinarias, insumos entendiendo que es responsabilidad del Estado cerrar la brecha de género en la Argentina y «brindar autonomía económica a las mujeres, además de visibilizar el rol importante que tienen en todas las cadenas productivas», aseguró la coordinadora del programa Yanina Sietembrino, funcionaria de la Secretaría familiar.
Se trata de los primeros resultados del Registro sobre rol productivo, oportunidades de innovación tecnológica y decisiones para mujeres de la Agricultura Familiar Campesina Indígena destinatarias del Plan Integral «En Nuestras Manos».
El Programa alcanza a 2.721 mujeres de 21 provincias con 182 proyectos en ejecución.
La población entrevistada fue en un 20,2% de pueblos originarios y un 4,2% de afrodescendientes, de las cuales más de la mitad (65,5%) realizó el secundario incompleto, 46,3% tienen completo el nivel primario y un 18,1% realizan o finalizan estudios universitarios o terciarios.
En tanto, el 48,6% viven de su producción y en los últimos tres meses un 42,9% no llega a cubrir los gastos del mes y el 39,1% se endeuda.
POR EURÍDICE FERRARA/ TELAM