Los países del Viejo Continente hacer frente a las grandes subas en el costo de la electricidad, que se vieron agravadas por la guerra entre Rusia y Ucrania y se convirtieron en uno de los motores de una ola inflacionaria mundial.
España acaba de sumarse a las iniciativas dispuestas por otros países europeos y lanzó un plan de ahorro energético para hacer frente a las grandes subas en el costo de la electricidad, que se vieron agravadas por la guerra entre Rusia y Ucrania y se convirtieron en uno de los motores de una ola inflacionaria mundial.
Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero pasado, el precio de la energía se disparó en la región por las sanciones y contrasanciones entre la Unión Europea (UE) y el Kremlin, que redujeron la oferta de suministro de petróleo, pero sobre todo de gas ruso, que hasta antes de la guerra representaba más del 40% de las importaciones de ese combustible en el bloque.
«La situación del gas en Europa está pasando de un escenario ‘malo’ a un escenario ‘feo’ en el último mes», advirtió el lunes un informe elaborado por Bank of America.
Según dicha entidad, Rusia -el mayor proveedor individual de energía de Europa- está «jugando» con el gas como arma geopolítica.
Para evitar una escasez de gas en el invierno boreal, diversas naciones europeas comenzaron a planificar el racionamiento de los suministros de este combustible y lanzaron también diversas medidas para ahorrar energía
El gigante energético ruso Gazprom redujo en un 31% sus exportaciones de gas hacia los países no pertenecientes a la postsoviética Comunidad de Estados Independientes (CEI), entre ellos los europeos, según cifras de los últimos seis meses, que dan cuenta de los cambios que produjo la invasión, con un redireccionamiento del suministro hacia China e India.
Gazprom redujo asimismo en julio los flujos del gasoducto Nord Stream, que une Rusia y Alemania a través del mar Báltico, a solo un 20%, una semana después de que los cortara por completo durante un período de mantenimiento de 10 días.
Esta caída del volumen de gas amenaza con elevar aún más los precios de la energía e incrementar la inflación, a pocos meses de que Europa empiece a demandar más suministro por el comienzo del frío.
Para evitar una escasez de gas en el invierno boreal, diversas naciones europeas comenzaron a planificar el racionamiento de los suministros de este combustible y lanzaron también diversas medidas para ahorrar energía.
El último país en pasar al modo de economía energética fue España, que el lunes adoptó «un plan de ahorro y gestión energética» para moderar el aire acondicionado y la calefacción en comercios, edificios culturales y estaciones de transporte.
«En estos inmuebles se deberá mantener la calefacción en invierno como máximo a 19 grados y en verano como mínimo a 27 grados centígrados», anunció este lunes en conferencia de prensa la titular para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, tras un consejo de ministros.
Las medidas, ya implementadas desde mayo para dependencias públicas y que empezarán a regir en una semana, comprenden que los monumentos y las vidrieras de negocios apaguen sus luces a las 22 horas, mientras que se exigirá el cierre automático de puertas en espacios climatizados y se fomentará el teletrabajo para «ahorrar en desplazamientos y consumo térmico de los edificios», detalló la ministra, según consignó la agencia de noticias AFP.
Francia prepara un plan de ahorro que pretende reducir en los próximos dos años un 10% de la energía consumida -gas natural, electricidad y carburante- con respecto a 2019
«Ahorrar energía es una tarea de todos y es prioritario», dijo por su parte el presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, quien afirmó que disminuir la factura energética contribuye «a reducir la dependencia del agresor (Vladimir) Putin».
También Francia prepara un plan de ahorro que pretende reducir en los próximos dos años un 10% de la energía consumida -gas natural, electricidad y carburante- con respecto a 2019.
«Debemos prepararnos para un escenario en el que todos vivamos sin gas ruso», dijo a mediados de julio el presidente francés, Emmanuel Macron, quien instó a guiarse por la «lógica de la sobriedad».
Aunque la estrategia está aún en desarrollo, el Gobierno instó a familias y empresas a hacer «pequeños gestos» y desconectar aparatos energéticos mientras no se usen o a apagar la luz en piezas vacías.
Una política impulsada esta semana dentro de la administración pública por la primera ministra, Élisabeth Borne, que envió una circular interna para implementar «sin dilación» todas las medidas que permitan «reducir el consumo de energía y acelerar el fin de las energías fósiles», como la limitación del uso del aire acondicionado y calefacción o alentar el uso de transporte «sostenible» para el personal, entre otras.
París, en tanto, promulgó el mes pasado una ordenanza municipal que prohíbe a los locales con aire acondicionado tener las puertas abiertas bajo amenaza de multa, una iniciativa implementada ya por otras ciudades como Lyon.
Además, el sector de supermercados y centros comerciales acordó un protocolo que dispone apagar los carteles luminosos tras el cierre, sistematizar la bajada de intensidad luminosa antes de la llegada del público y disminuir cuando sea posible la iluminación de la superficie de venta.
Medidas similares fueron también lanzadas en Alemania, uno de los países europeos más dependientes del gas ruso.
«No se puede excluir ninguna posibilidad», advirtió el ministro de Economía, Robert Habeck, quien sostuvo que Moscú usa «el arma del gas» contra Europa.
Ante esta situación, el Gobierno busca ahorrar todo el gas posible para llegar al otoño con los depósitos al 90% de su capacidad.
«Ante la escasez de oferta es necesario reducir la demanda«, aseguró Habeck y manifestó que el «racionamiento» es inevitable.
Comisión Europea presentó en mayo un plan por unos 214.000 millones de dólares que prevé una aceleración de la transición hacia las energías renovables y el ahorro energético para liberarse «lo más rápido posible» de las importaciones de gas ruso
A mediados de julio, la Cámara baja alemana adoptó un plan interno de ahorro energético de cara al invierno, que limita la calefacción a 20 grados en el edificio y prohíbe el uso de calentadores de agua, mientras que el Gobierno difundió una serie de recomendaciones a la población como apagar luces, tomar duchas cortas o usar la bicicleta en vez del auto.
También los territorios lanzaron diversas medidas: Berlín decidió apagar las luces de sus monumentos, al igual que la norteña Hannover, que también cortó hasta septiembre la calefacción y el agua caliente en edificios públicos, piscinas y gimnasios.
En tanto, en la sureña Augsburgo, la municipalidad decretó apagar los semáforos y gran parte del alumbrado público durante la noche.
Ante la inminente escasez, el Gobierno alemán autorizó a mediados de julio que las centrales eléctricas de hulla (tipo de carbón) de la llamada reserva de red vuelvan a funcionar para ahorrar gas natural, reportó la agencia de noticias DPA.
El decreto permite la venta de electricidad de las centrales eléctricas de reserva alimentadas con hulla o petróleo hasta finales de abril de 2023, con el fin de forzar la salida del gas natural del mercado eléctrico.
Además de esta directiva, también se está preparando una para la reanudación de las centrales de lignito que iban a cerrar definitivamente a principios de octubre.
Todas estas políticas forman parte de los esfuerzos de la UE para limitar las importaciones de gas ruso.
En reacción a la guerra en Ucrania, la Comisión Europea presentó en mayo un plan por unos 214.000 millones de dólares que prevé una aceleración de la transición hacia las energías renovables y el ahorro energético para liberarse «lo más rápido posible» de las importaciones de gas ruso.
La semana pasada, los 27 Estados miembros adoptaron, asimismo, un plan por el que se comprometen a hacer «todo lo posible» para reducir su consumo de gas en al menos un 15% entre agosto de 2022 y marzo de 2023, con respecto a la media de los últimos cinco años del mismo periodo.
Fuente: Telam