El fin de un mundo, según Vladimir Putin. La verdad sobre el estado de la guerra en Ucrania. El factor turco. La revolución nuclear china. Otros actores: India e Irán. La información, el entendimiento y el placer.
Por Gabriel Fernández *
Algunos psicólogos insisten en afirmar que los deseos, se cumplen. Por supuesto, hay quienes rechazan fervorosamente la idea. Sucede que los deseos necesitan un marco de realidad que en ocasiones los seres humanos no se dedican a articular; y sobre todo, que esos anhelos tienden a plasmarse de modo singular, inesperado. Si por un lado la variable temporal resulta importante, por otro el afán de exactitud puede configurarse como obstáculo.
Con agudeza, Quino extremó el concepto: “-Decime Felipe ¿Es cierto que en la escuela los maestros pegan a los chicos? –No, eso era antes. Hoy las cosas han cambiado mucho. –¿Ahora son los chicos los que pegan a los maestros? -¡No hombre! ¡Tampoco! -¡Como siempre! ¡Aquí los cambios nunca son de fondo!”.
El sendero que viene recorriendo la humanidad puede describirse recurriendo a esa imagen que ha atravesado la historia contemporánea argentina: Todo taller de forja parece un mundo que se derrumba. A su manera, Vladimir Putin anunció pocos días atrás en San Petersburgo, el fin del mundo. El fin del mundo conocido. El fin del mundo unipolar. El fin del mundo controlado por el poder anglosajón.
Claro; quienes hace tiempo diseñaron en sus cerebros y sus corazones un cierre integral, con pueblos en marcha victoriosa arrasando inequidades y estableciendo Justicia plena, miran en derredor y afirman aquí no ha cambiado nada. Es más, observan la continuidad de las desesperanzas y hasta aseveran que el mundo retrocede, que la situación empeora. Impulsados por motivaciones diferentes, coinciden con aquellos que siguen visualizando imágenes de unas tres décadas atrás y las proclaman como gratas certezas del hoy.
La percepción directa los ampara a todos: la humareda que origina la guerra –cuyo volumen se hace más denso por el polvo- obstaculiza la mirada. Las estadísticas lisas, los titulares de los grandes medios, los posteos en las redes, las fotos que exponen tantas desgracias, brindan apariencia de veracidad a la idea. Los economistas tradicionales, aunque también los confiables, sacan cuentas y las cuentas ofrecen resultados del ayer que se deslizan sutilmente hasta desfigurar las transformaciones en curso.
Entonces ¿el presidente ruso desvaría? ¿sus palabras son mera propaganda? En una de esas el hombre puede apreciar la película en toda su dimensión. En una de esas puede absorber, sin pretender objetivos ideales, lo que en verdad sucede. Vamos a recorrer su decir como lo hicimos, en la edición previa de nuestras Fuentes, con su amigo Xi Jingpin. Prestemos atención a los contenidos, al hilván y al trasfondo filosófico de la exposición. Si el lector cuenta con el tiempo suficiente, puede encarar una comparación entre ambos discursos.
VLADIMIR PUTIN
El fin de una era. La era del mundo unipolar llegó a su fin, aseguró el presidente de la Federación de Rusia durante la sesión plenaria del 25º Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF). En su discurso, el mandatario evaluó la pérdida de soberanía de la Unión Europea, cómo la política de sanciones de EEUU y sus satélites afecta las economías del mundo y explicó por qué el nuevo tramo histórico se orienta en dirección contrastante a la conocida. Como anticipamos, al encuentro concurrieron empresarios de 115 naciones, incluidas aquellas cuyos gobiernos desalentaron la participación.
El mandatario indicó que “los colegas de Occidente tratan de contrarrestar el rumbo de la historia pensando en términos del siglo pasado”. Y es que las naciones del “billón de oro” siguen considerando a todos los demás países como sus colonias de segunda categoría. Agregó que las élites gobernantes de Occidente “viven en un mundo ilusorio” y se niegan a ver los cambios globales. Los cambios actuales en la economía y la política internacional son “fundamentales” y tienen un carácter implacable.
“Es un error creer que durante esos cambios fundamentales alguien trate de esperar que baje la marea, que todo vuelva a la normalidad, y que todo siga siendo como antes. Eso no ocurrirá. Sin embargo, parece que las élites gobernantes de algunos países occidentales viven en ese mundo ilusorio, no quieren notar cosas obvias, sino se aferran obstinadamente a la sombra del pasado”, subrayó Putin.
Según el jefe de Estado, el error principal de esas élites consiste en creer que “el dominio de Occidente en la política y la economía global” resultará eterno. “No hay nada eterno. Además, nuestros colegas no solo niegan la realidad, sino además intentan ignorar el curso de la historia, piensan en categorías del siglo pasado, están cautivos de sus propios conceptos erróneos”.
Putin recordó que en las últimas décadas surgieron nuevos centros económicos en el planeta, y “cada uno de ellos desarrolla sus propios sistemas políticos e instituciones públicas, implementa sus propios modelos de crecimiento económico y, por supuesto, tiene derecho a protegerlos, a garantizar la soberanía nacional”. “Estamos hablando de procesos objetivos, de cambios verdaderamente revolucionarios, tectónicos en la geopolítica, la economía global, la esfera tecnológica, en todo el sistema de relaciones internacionales”, enfatizó.
El presidente ruso destacó que los cambios son algo natural para la historia, ya que, con la diversidad de civilizaciones del planeta, la riqueza de las culturas, resulta difícil combinar ese patrimonio con ciertos patrones políticos, económicos y de otro tipo.
“Aquí ya no funcionan los patrones. Los patrones que de manera burda y sin alternativa alguna se imponen desde un centro único. El fallo se encuentra en la idea misma, de que existe una sola potencia, aunque muy fuerte, con un círculo limitado de Estados cercanos, o, como dicen, avasallados por ella”, remarcó.
La soberanía europea. Putin calificó las sanciones contra Rusia de “locas e irreflexivas”, tomadas con el objetivo de aplastar la economía rusa de un plumazo, sin suceso. En este sentido, lo que han logrado es que la reputación comercial y la credibilidad de las divisas de EEUU y la UE hayan sido socavadas. “La guerra económica relámpago contra Rusia no tenía ninguna posibilidad de éxito desde el principio”, aseguró.
En un segmento esencial de su planteo, Putin advirtió que la Unión Europea perdió su soberanía política con unas élites burocráticas que siguen dictados ajenos, causando daño a su propia población. La actual cúpula de Bruselas, remarcó, no ha podido ocultar su avasallamiento con toda esa narrativa de los supuestos costos admisibles de la pseudounidad. El aficionado a estas columnas, sabe que fue informado al respecto, cuando indicamos la distancia entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las naciones reales, políticas, que conforman la UE.
Los políticos europeos, consignó Putin, infligieron ya un duro golpe a su propia economía, empeorando los problemas económicos en sus países y encareciendo los precios de los alimentos, la electricidad y la gasolina. Como consecuencia, la Unión Europea está perdiendo la competitividad debido a las sanciones impuestas a Rusia, describió. El presidente ruso indicó que, según las estimaciones de expertos, las pérdidas directas de la UE relacionadas con “la fiebre de las sanciones” podrían superar los 400.000 millones de dólares.
“Entre las graves consecuencias a largo plazo (de las sanciones) figura el aumento de los gastos de las empresas europeas. La pérdida para ellos del mercado ruso. El resultado aquí es obvio: la pérdida de la competitividad y una desaceleración sistémica en el crecimiento de la economía europea”, señaló. Enseguida apretó el acelerador al consignar que los políticos europeos empeoran la situación económica de Europa “con sus propias manos”. “Vemos cómo se han agravado los problemas sociales y económicos en Europa y Estados Unidos, cómo está aumentando el costo de los bienes, los alimentos, la electricidad y el combustible para automóviles”.
“Es el precio de las decisiones divorciadas de la realidad y contrarias al sentido común. Estos costes corren directamente a cargo de la población y las empresas de la Unión Europea”, señaló.
En cuanto a la inflación en los países de la Eurozona, Putin dijo que en algunos de ellos este indicador ya alcanza un 20%, mientras en Rusia se sitúa en un 16,7% en términos anuales, la cifra que, según el presidente, es bastante alta y debe bajarse. En este contexto, señaló que el aumento de los precios, en particular, se debe a “la política energética fallida” y “la apuesta de los países europeos por las fuentes de energía renovables”.
Ante semejante panorama, la derivación política resulta inevitable. “Las elecciones en Europa parecen una cortina de humo porque se suceden en el poder partidos políticos parecidos, como gemelos. Pero no cambia nada, los intereses ciudadanos y de las empresas nacionales son arrinconados al fondo, a la periferia. Este alejamiento de la realidad llevará inevitablemente al ascenso del populismo y de las corrientes radicales”, advirtió el presidente.
Los verdaderos líderes. De allí que las responsabilidades merezcan ser resaltadas. “Para ellos (países de Occidente) el inicio de nuestra operación militar especial en Donbás se convirtió en un salvavidas que les permite culpar a otros de sus propios errores, en este caso, a Rusia”. Agregó que, en particular, el brusco aumento de la inflación que experimentan los mercados de bienes y materias primas se debe a la “irresponsable política macroeconómica de los países del llamado Grupo de los Siete”, que “incluía una emisión descontrolada de dinero y acumulación de deudas no garantizadas”, los procesos que se activaron con el inicio de la pandemia del coronavirus de 2020.
Pero claro: “El deterioro de la situación económica mundial no es un problema de los últimos meses”, puntualizó.
Mientras tanto, aclaró que Rusia estará abierta a la cooperación en igualdad de condiciones. “Lo primero es la apertura. Un Estado verdaderamente soberano siempre está decidido a tener una asociación igualitaria, a contribuir al desarrollo global”, dijo Putin. Ahí resolvió abrir la llaga que preocupa a la dirigencia del Viejo Continente: aseguró que Moscú cooperará con las empresas occidentales que continúan trabajando con éxito en el mercado ruso, y recordó que todos los que siguen colaborando con Rusia están presionados por los Estados Unidos y Europa. “A veces incluso se llega a las amenazas directas. Sin embargo, estos chantajes significan poco cuando se trata de países dirigidos por verdaderos líderes que entienden claramente dónde están los intereses de los demás y dónde los nacionales, los propios y los de su pueblo”.
Finalmente, subrayó que Rusia buscará el liderazgo en las esferas humanitarias, culturales y deportivas, y aseguró que nunca seguirá el camino del autoaislamiento.
NOTICIAS DE LA GUERRA. Han pasado cuatro meses del inicio de la respuesta rusa a la provocación atlantista sobre Ucrania. La supremacía del Oso es palpable y la continuidad del conflicto sólo encuentra explicación en la necesidad del bloque anglosajón orientado por el gran capital financiero para ralentizar las transformaciones y torcer los ejes de desarrollo y conjunción de las potencias multipolares.
Los grandes responsables de la guerra fuerzan a Kiev para que persista en la contienda como a veces lo hacen esos entrenadores que lanzan a un nuevo round a sus pupilos ensangrentados, desfigurados y sin esperanzas de revertir la pelea.
Rusia ya domina el Donbas. Redujo a las bandas nazis que defienden la libertad occidental y lo hizo con el apoyo de las poblaciones de Lugansk, Donetsk, Jarkov y más, todas hartas de los bombardeos del comediante Volodímir Oleksándrovich Zelenski durante los años previos a la declaración formal del litigio. Pero siguen llegando armas de alto poder para insuflar vida a los derrotados; ¿nadie en la prensa internacional se pregunta qué sucede con esa ferretería? Bueno, lo denunciamos en estas líneas: La reciben los mercenarios de Kiev y la venden en el mercado negro. Vale apuntar: un vibrante aporte colateral de los Estados Unidos, Gran Bretaña y la OTAN a la seguridad mundial.
El desequilibrio es abrumador. Por tierra, las fuerzas rusas aventajan en un 30 por ciento a las ucranianas; por aire, el dominio de la aviación federativa impide cualquier movimiento inspirado desde Kiev. El más reciente paper de la inteligencia británica, que suele ser bastante precisa en estos asuntos, concluye que “Existe una situación de absoluta desigualdad en el campo de batalla, por no hablar del completo dominio de la aviación enemiga en el aire”. Lo difundieron los diarios The Guardian y The Independent. Vale una consideración no exenta de gracia. Esos medios, como otros, no modificaron los ejes de su narración –como sí lo hizo hace rato el Financial Times– e insisten con el “aislamiento ruso”. Quizás sea tiempo de mudar los chistes sobre gallegos hacia los ingleses. Algo así como “a mí no me van a convencer con razones”.
En tanto, y como evolución lógica de esa situación, la entrega y la vocación resistente ucranianas sólo existen en los titulares de los medios concentrados. Equiparando los guiones de las películas de ciencia ficción apocalípticas, el territorio en cuestión está siendo asolado por bandas de desertores que utilizan las armas suministradas para establecer refugios. Estos son detectados en semanas, a veces en días, por las tropas rusas alentadas por la población civil, y desmembrados por completo. La desnazificación avanza; los gobiernos democráticos y los medios que difunden sus lineamientos, quedarán ante la historia como corresponsables del intento de posicionar el más aborrecido autoritarismo del siglo XX en este innovador siglo XXI.
Así las cosas, se empiezan a realizar pases de factura que, por ahora, son incipientes. El presidente norteamericano Joseph Biden indicó la semana pasada que Zelenski es “responsable” (¿de la derrota, ya asumida?) por no haber escuchado las advertencias de sus informantes acerca de las pretensiones rusas sobre el Donbas. Desde la descolada administración ucraniana se le respondió que durante los meses previos esos operadores de inteligencia aseguraron al atribulado actor que facilitarían su ingreso a la Unión Europea e inclusive a la OTAN, y que tras el desplazamiento de tropas hacia el Este, intervendrían con todo su empuje para derrotar a la Federación. Como lo realidad suele estar ligada a la verdad, hoy Ucrania no ha logrado entrar a ninguna coalición de vigor, padece una economía aún más recesiva que en los dramáticos tres años previos al litigio y sólo recibe armamentos que no puede utilizar, salvo como variante comercial.
En un movimiento simultáneo, Moscú está zanjando las sanciones occidentales y fortaleciendo los acuerdos que desde hace más de un lustro viene tejiendo con una parte esencial del planeta. De hecho, más del 50 por ciento de los integrantes de la UE finge respaldar la punición económica pero adquiere gas ruso. Lo abona en rublos y observa que para comerciar con Asia no es preciso utilizar el dólar como moneda de intercambio. Quienes se sumaron en la práctica a la heroica decisión norteamericana, se agarran la cabeza porque tienen que afrontar costos superiores para adquirir el combustible. Pese a que las corporaciones financieras insisten en forzar las líneas editoriales de sus medios, la población europea va despertando de a poco y, tras el enceguecimiento, empieza a preguntarse ¿por qué apoyamos a una de las partes en un conflicto ajeno? Las recientes elecciones en Francia son un ejemplo –sólo uno- de esa evolución.
EL FACTOR TURCO. Con el sentido de la oportunidad que la caracteriza, Turquía hizo otra irrupción inesperada en el conflicto. Ya había sorprendido al frenar la ampliación de una OTAN con una capacidad de convocatoria mucho menor a la que había logrado, hace tan poco y tanto a la vez, para destruir Irak. Ahora se propuso como mediadora activa para promover la salida de los granos acumulados en los puertos ucranianos asentados sobre la costa del Mar Negro. El problema radica en el minado dispuesto por Kiev en derredor de los mismos, y su resolución origina esquirlas ardientes. Veamos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) planteó, el mes pasado, las complicaciones alimentarias generadas por la guerra. Ankara recogió el guante y elaboró una propuesta que consiste en hacerse cargo de la eliminación de los artefactos explosivos; articuló con Rusia, nación que se comprometió a custodiar las naves a través del Bósforo hasta que naveguen por aguas neutrales y concreten la comercialización. Esto implica que ambos países, diga lo que diga Ucrania, meterán mano en Odesa para empezar a resolver el problema.
Con las decisiones ya adoptadas por los cancilleres Serguéi Lavrov y Mevlut Cavusoglu, a Kiev no le quedó otra que decir bueno. El ministro de Agricultura de Ucrania, Nikolái Solski, declaró que su gobierno “espera un resultado positivo del trabajo de Ankara para crear un corredor que permita retirar el grano de los puertos ucranianos, y agradece a Turquía por esos esfuerzos”. Es que así están las cosas: Ucrania carece de capacidad operativa para lanzarse a desminar la zona, a las escuálidas bandas nazis que apenas sobreviven les importa un pepino la situación alimentaria local, regional y mundial, por lo tanto entre turcos y rusos eliminarán una traba que, en teoría, también perjudica a la gestión de Zelenski.
Pero el hilván llega más lejos. Por un lado, el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdoğan, indicó que el éxito de esta mediación le brindó esperanzas para sugerir otra, más compleja y trascendente: un encuentro definitivo entre Rusia y Ucrania para alcanzar la paz. Esta iniciativa contribuye a evidenciar los roles de los protagonistas. Mientras la Federación que conduce Putin tiene autonomía para adoptar una decisión de semejante envergadura, el gobierno ucraniano necesita el visto bueno de los Estados Unidos y la OTAN para sentarse a la mesa de negociaciones.
Por otro, las citadas acciones turcas sentaron bien en Moscú y abrieron una senda confluyente para abordar las diferencias fuertes entre los dos países, con epicentros en Siria y la región Norte de Africa. El año pasado, Erdogan propuso instalar en el norte de Siria una “zona segura” sobre la región fronteriza. Esto fue rechazado por Rusia pero también por los Estados Unidos. Ahora, renacieron las consultas rusas a Damasco para intentar un acercamiento entre vecinos. Lo cierto es que la guerra en curso ha generado dos aceleraciones: la presentación de la Iniciativa de Seguridad Global china, que ya analizamos y está en línea con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y el despliegue turco, que acrecentó su influencia en el Cáucaso, Medio Oriente y África.
REVOLUCIÓN NUCLEAR. Mientras tanto, la apuesta de la locomotora multipolar no se revierte. Aunque parezca alejado de los intersticios bélicos, este periodista estima pertinente informar sobre un avance científico técnico de gran proyección energética y por tanto productiva. Hace cinco días China informó al mundo que elaboró un nuevo sistema para resolver el problema de los residuos radioactivos de las centrales nucleares, convirtiéndolos en combustible apto para reinyectarlo en las mismas. Los investigadores del país asiático aseguraron que su tecnología crea un ciclo infinito para el uranio y consigue la eliminación de los residuos radiactivos, el gran dilema de la energía de fisión nuclear.
“Es una revolución de la energía nuclear”, apuntaron los analistas Thomas Corvette y Peter Singer en la publicación de análisis militar y geoestratégico Defense One. Señalaron que se trata del “producto de la enorme inversión de China en sistemas avanzados de energía nuclear, el avance podría llevar al país hacia la independencia energética y consolidar aún más su liderazgo mundial en tecnología respetuosa con el clima”. De todos modos, cabe suponer que algún ecologista amparado por las ONGs, se opondrá. Pero hablemos en serio: En un estudio publicado por el Instituto de Física Moderna -dependiente de la Academia China de las Ciencias, una de las más prestigiadas organizaciones de investigación científica del planeta- los responsables del proyecto afirmaron que la tecnología en cuestión fue probada a lo largo de los últimos diez años. Y están seguros de su eficacia.
EL AMANECER. Retomemos la panorámica. ¿En qué situación estamos? La aparición de un breve apunte preparado por Sebastián Shulz, uno de los especialistas que consultamos periódicamente, sirve para aclarar la mirada y ahondar en el perfil que el lector conoce. En principio recuerda que “La primera (1914-1918) y la segunda (1939-149) guerra mundial fueron confrontaciones interimperialistas por el (re) reparto de los territorios periféricos del capitalismo expansionista. Dos alianzas imperialistas enfrentadas entre sí, que llevan el enfrentamiento económico y político al plano bélico-militar”.
Al entender del analista, “Hoy, la contradicción que ordena el sistema mundial se da entre las fuerzas unipolares imperiales (globalistas) e imperialistas (continentalistas) vs. las fuerzas que impulsan la multipolaridad (China, India, Rusia, Irán, Turquía, Pakistán, etc)”. De ahí que resulte importante situar el volumen y la proyección del contraste en desarrollo. “Por eso –añade-, hablar de ´Tercera Guerra Mundial´ no solo es errado, sino que alienta las posiciones ´neutralistas´ sobre el rol que debe tomar América latina en el conflicto actual. Esta ´guerra´ no es una continuidad de la primera y la segunda guerra mundial, es cualitativamente distinta”.
Entonces “Sin dejar de repudiar la guerra (en última instancia, en una confrontación militar siempre pierden los pueblos), Argentina y América latina deben aportar a tirar abajo el viejo mundo unipolar, el mismo que sembró de miseria y exclusión el orden mundial desde su propia creación”. Y ratifica: “Hoy no hay tercera guerra mundial, hoy atravesamos una confrontación civilizatoria, sistémica, integral, que re definirá el futuro del orden mundial: imperialismo unipolar vs. multipolarismo pluriversal”.
MÁS ACTORES. Otro analista de primera línea aunque de nombre inadecuado para citar en charla de café – Melkulangara Bhadrakumar-, abrió una ventana en otra dirección. Se incluye aquí su aguda mirada porque este narrador estima que involucra dos naciones de enorme trascendencia en el nuevo globo terráqueo que se está delineando. El planteo del estudioso se presenta sin tapujos: “La tendencia hacia la multipolaridad en el orden mundial dio un salto cuántico en los últimos cien días”.
Lo sostiene de este modo: “La visita de cuatro días a India del Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Dr. Hossein Amir-Abdollahian, del 8 al 11 de junio, puede verse como un intento exploratorio de los dos países para restablecer su relación, alineándola con los tiempos cambiantes en la política regional e internacional. Están surgiendo nuevas oportunidades para ambos países. Tanto Nueva Delhi como Teherán son conscientes del imperativo de mejorar sus vínculos. Además de las reuniones con su homólogo indio S. Jaishankar y el asesor de seguridad nacional Ajit Doval, Amir-Abdollahian también fue recibido por el primer ministro Modi, lo que significa la gran importancia que Delhi le otorga a la visita”.
“Modi ha renovado su invitación al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, para visitar la India en una fecha próxima” apunta Melkulangara Bhadrakumar para luego especificar que “la parte india propuso la creación de un ´comité estratégico´ para ampliar los lazos en todos los ámbitos”. El analista subraya que “India estuvo entre los tres países que se abstuvieron durante la votación sobre una resolución patrocinada por Estados Unidos y sus aliados europeos el miércoles pasado en la Agencia Internacional de Energía Atómica en Viena que censura a Irán. Esto se apartó marcadamente del patrón de votación de la India contra Irán en 2005, 2006 y 2009 bajo el anterior gobierno del Congreso”.
Y se zambulle en nuestra temática central, desde otro andarivel: “Curiosamente, la estrategia occidental de aislar a Rusia está impulsando a Moscú a reiniciar sus lazos con India e Irán, a los que se atribuyen políticas exteriores independientes. Rusia apoyó sólidamente a Irán en la reciente votación de la organización. El presidente Putin tuvo una llamada con Raisi el día de la votación en Viena, donde, según la lectura del Kremlin, los dos líderes ´expresaron un compromiso mutuo para un fortalecimiento constante de los lazos, incluso a través de la implementación de proyectos conjuntos en la economía y el comercio´ sin dejar de lado la estabilidad y la seguridad regionales”.
Completa que “Rusia se está moviendo hacia un mayor uso de las monedas nacionales con Irán e India para realizar sus transacciones comerciales y económicas. Irán e India y Rusia e India tienen un historial de uso de monedas locales en el comercio. Esta matriz puede crear oportunidades para la cooperación tripartita, como acuerdos de intercambio. Tanto Irán como India buscan acuerdos de libre comercio con la Unión Económica Euroasiática”. Añadimos desde estas Fuentes que transacciones de este volumen incluyen el establecimiento de vías comerciales con Afganistán, Uzbekistán y Asia Central en general. El Mar Caspio es otro espacio que amerita ser tomado bien en cuenta.
Así las cosas, “los lazos entre India e Irán están en la cúspide del cambio. Hay mucho en común en las aspiraciones nacionales de los dos países. Ambos evitan la mentalidad de bloque y persiguen políticas exteriores independientes, adoptan un enfoque pragmático para diversificar las relaciones exteriores, enraizado en los intereses nacionales y dando primacía al desarrollo en sus estrategias nacionales. Sus economías disfrutan de un alto grado de complementariedad y el entorno regional nunca antes ha sido tan propicio para acelerar la cooperación como lo es hoy”.
Esta contundencia llamó la atención de quien redacta: “Los factores emergentes en el orden mundial galvanizan el cambio en la política regional, siendo el más significativo la disminución de la influencia de Estados Unidos. El fracaso de Washington para reunir apoyo para aislar a Rusia y China a pesar de que Biden organizó dos grandes cumbres, con los países de la ASEAN y la OEA, respectivamente, es una señal de que la intimidación de EE. UU. ya no funciona”.
En tanto, se avecina la reunión del BRICS. Será el 24 de Junio. En el arranque, estarán Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica según la configuración original, y luego se sumarán la Argentina, Egipto, Indonesia, Kazajstán, Nigeria, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Senegal y Tailandia. La convocatoria tendrá a Xi Jinping en el rol de anfitrión. Cabe repasar el sentido profundo de esta nueva etapa del agrupamiento en el texto Los que integran y los que excluyen.
TIEMPOS INTERESANTES. Las calles de Buenos Aires están heladas. Es grato adentrarse sin prisa, abrigarse con esmero y preparar unos mates. Es grato dejar que la mente recorra lo leído y abra el juego a la reflexión sobre los tiempos interesantes que nos toca vivir.
No se deje abrumar por la cantidad de información. La idea es ofrecer claves y facilitar que la materia gris absorba los ejes. Es tan benéfico como placentero aprender y ayudar a comprender sin compulsión erudita.
La vida es un hecho excepcional, sumamente extraño. Si nos despojamos por un instante de la vertiginosa cotidianeidad, veremos que el conocimiento del mundo que habitamos –atenti, el único conocido con seres en su interior- genera una satisfacción física. Equiparable a goces más mundanos, mejor promocionados quizás, pero con otro trasfondo.
El placer es, también, un hecho excepcional. Un buen partido, ese libro, una gran película, el amigo, un vino intenso, esta compañera. Y la conciencia de estar presente (si lo piensa bien, protagonizando), el nacimiento de una época.
Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal§