Incluso con la cobertura de ingresos que supone mantener una relación laboral, al final del día los problemas siguen allí porque no se pueden cubrir los gastos esenciales.
(Por Mara Pedrazzoli)Uno de cada cinco trabajadores en Argentina es pobre, reveló un informe de la Fundación Mediterránea. Es decir que, aún con la cobertura de ingresos que supone mantener una relación laboral, al final del día los problemas siguen allí porque no se pueden cubrir los gastos esenciales de una familia o individuo.
Las remuneraciones son exiguas, al menos para un total de 4,5 millones de personas de un universo de 21 millones de trabajadores, según las estimaciones que hicieron Laura Caullo y Federico Belich del área Social-Laboral. Dicho de otro modo, el 21,6 por ciento de las personas ocupadas en el mercado laboral no logra superar la línea de pobreza.
De acuerdo a los últimos datos del Indec, en el primer semestre del año, una familia necesitó percibir al menos 1.065.691 pesos al mes para saltear la línea de pobreza, dado que ese es el costo de la Canasta Básica Total (CBT). El total de hogares que no logró superar ese umbral fue del 24,1 por ciento, de acuerdo a las cifras oficiales; un ratio levemente superior a la incidencia de la pobreza entre la población trabajadora que estimó la Fundación.
Si se contempla también a los desocupados, en este subgrupo la pobreza trepa al 58,9 por ciento, “lo que confirma el impacto directo de la falta de empleo en la vulnerabilidad social”, aseguran los investigadores. Aunque sin duda el dato más preocupante es “que tener trabajo tampoco exime de la pobreza”, especialmente cuando se trata de ocupaciones precarias o de baja productividad. Es decir, que el trabajo “ya no alcanza para garantizar un nivel de vida digno”, afirmaron.
Este fenómeno del “trabajador pobre” no es nuevo en el país. Durante la administración de Alberto Fernández fue la propia vice-presidenta Cristina Fernández de Kirchner quien le recriminó al mandatario que los ocupados todavía no podían vivir dignamente en Argentina y esto trastocaba los principios del peronismo.
Con la acelerada suba de la inflación en los últimos años, los salarios perdieron capacidad de compra. Además, la generación de puestos de trabajo viene siendo mayoritariamente de monotributistas; es decir empleo registrado pero de bajos ingresos.
Así, la clave en la Argentina del presente ya no es solo tener un empleo, sino la calidad de la inserción laboral, la cual fue empeorando paulatinamente: el empleo privado registrado está prácticamente estancado desde hace 10 años, mientras crece el trabajo por cuenta propia –especialmente en monotributo- y la informalidad. Según las estimaciones de la Fundación Mediterránea / Ieral, entre los asalariados formales la pobreza es del 9,7 por ciento, mientras que los independientes registrados (monotributistas o autónomos) presentan una tasa de pobreza del 12,3 por ciento.
Por el contrario, entre los trabajadores independientes no registrados, la pobreza llega al 40,5 por ciento de las personas y entre los asalariados informales al 37,5 por ciento.
Brechas de productividad
El reporte citado también puntualiza sobre la heterogeneidad productiva sectorial y regional en el país, remarcando que “la pobreza laboral se concentra en ramas de baja productividad, y en provincias donde más de la mitad del empleo es informal: como lo son Tucumán (58 por ciento), San Juan (57 por ciento), Salta (52 por ciento), Santiago del Estero (52 por ciento) y Formosa (52 por ciento)”. En provincias con alta informalidad la supuesta «recuperación económica» que proclama el oficialismo no derrama de la misma manera. De hecho ésta “no se tradujo en mejoras homogéneas del bienestar”, sostienen desde la Fundación.
En esa línea, los investigadores manifestaron que “los datos invitan a repensar el vínculo entre crecimiento, empleo y pobreza: Argentina necesita generar más puestos de trabajo, pero sobre todo, empleos formales y productivos”.
Además indicaron que “la creación de empleo en sectores de baja productividad puede mejorar las estadísticas de ocupación, pero no resuelve el núcleo del problema que son los ingresos laborales insuficientes”.
La Fundación Mediterránea es un think tank empresarial creado en Córdoba en 1977, en plena dictadura, con el objetivo de influir en el diseño de políticas económicas desde el sector privado.
Su área técnica es el Ieral (Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana) y tuvo a Domingo Cavallo entre sus cuadros más emblemáticos. Actualmente, la Fundación está dirigida por Osvaldo Giordano, economista y exministro de Finanzas de Córdoba, quien asumió en 2024 tras la salida de Carlos Melconian, otra figura histórica del instituto.
Desde el Ieral, Melconian había preparado un programa económico integral para presentar a las autoridades que resultaran electas en 2023, aunque finalmente el equipo de Javier Milei no lo recibió. Es decir que es una usina de pensamiento relativamente cercana al espíritu del gobierno.


